El calor intenso favorece la inflamación y, esta época del año, es el caldo de cultivo perfecto para los problemas de hinchazón abdominal o malestar digestivo. La buena noticia es que, si conocemos las causas, podemos prevenirlas y aliviarlas y así poder pasar el verano disfrutando y sin preocuparnos por la hinchazón.
El verano y la pesadez digestiva
El verano es una época que invita al disfrute, a los encuentros sociales y a los cambios de rutina. Sin embargo, también es una estación en la que muchas personas experimentan molestias digestivas como hinchazón abdominal, digestiones lentas o sensación de pesadez, incluso sin haber comido en exceso. ¿Por qué ocurre esto y cómo podemos prevenirlo?
¿Pueden el verano y las altas temperaturas ser un detonante para los problemas de hinchazón? Hablamos con Natalia Durán, dietista integrativa especializada en microbiota y enfermedades autoinmunes, que explica a SEMANA que: “En verano es muy fácil caer en comidas copiosas y digestiones pesadas mientras vamos de un lado a otro, y esto, sumado al calor, puede alterar nuestro intestino y provocar hinchazón. Conocer las causas y actuar desde la alimentación puede marcar la diferencia para disfrutar de las vacaciones sin malestar”.
Cuando las temperaturas suben, el cuerpo humano prioriza mantener su temperatura interna estable. Para lograrlo, redirige parte del flujo sanguíneo hacia la piel, facilitando la sudoración y la pérdida de calor. Esta redistribución implica que órganos como el estómago o el intestino reciben menos riego sanguíneo, lo que ralentiza los procesos digestivos. Como resultado, una comida que en invierno se digiere sin problema puede generar malestar en pleno julio.
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Verano y microbiota
Además del calor, hay otros elementos que contribuyen a la hinchazón y la pesadez estival:
- Cambios en los horarios de comida y sueño
- Mayor consumo de alimentos grasos, fritos o ultraprocesados
- Ingesta frecuente de bebidas frías, carbonatadas o alcohólicas
- Picoteo constante entre horas
- Reducción de la actividad física
- Deshidratación leve o moderada
- Estrés asociado a los viajes, desplazamientos o planificación de vacaciones
Estudios recientes demuestran que la exposición al calor puede alterar la microbiota intestinal y favorecer procesos inflamatorios, lo que explica por qué las altas temperaturas incrementan el riesgo de malestar digestivo. Esto, sumado a los cambios de rutina y las comidas fuera de casa, convierte el cuidado de la salud intestinal en un tema clave para disfrutar del verano sin molestias.
Todos estos factores alteran el equilibrio de la microbiota intestinal, favorecen la acumulación de gases y dificultan el tránsito intestinal.
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El estrés y la hinchazón
El aparato digestivo está estrechamente vinculado al sistema nervioso. El llamado eje intestino-cerebro explica por qué el estrés, la ansiedad o los cambios emocionales pueden manifestarse en forma de molestias digestivas. Por eso, cuidar el descanso, reducir el estrés vacacional y mantener una actitud relajada también contribuye a una mejor digestión.
Las molestias digestivas más frecuentes en verano incluyen:
- Sensación de estómago lleno o distendido
- Gases y eructos
- Náuseas leves tras las comidas
- Reflujo o ardor
- Estreñimiento o tránsito irregular
- Malestar general tras comidas copiosas o tardías
Según la experta, hay tres causas diferentes explican una mayor hinchazón abdominal en verano, y cada una de ellas puede abordarse de forma sencilla a través de la nutrición y pequeños gestos diarios que protegen la salud intestinal.
1. Hidratación mineral
Natalia Durán nos comenta que en verano, el calor y la actividad aumentan la pérdida de líquidos y minerales, lo que altera la barrera intestinal y el equilibrio de la microbiota, favoreciendo la inflamación y la sensación de hinchazón abdominal.
Para mantener un equilibrio óptimo, la experta recomienda beber agua a lo largo del día y optar por bebidas ricas en minerales naturales —como agua de coco o infusiones frías sin azúcar—. También se puede añadir un pequeño chorrito de agua de mar apta para consumo al agua filtrada para reponer electrolitos de forma natural. Además, consumir alimentos hidratantes como pepino, sandía o calabacín, y evitar las bebidas azucaradas que agravan la distensión.
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2. Gestión del estrés digestivo
Los viajes, los cambios de horarios y las comidas fuera pueden aumentar el estrés digestivo, lo que desequilibra la comunicación entre el cerebro y el intestino y amplifica la sensibilidad intestinal, lo que favorece que se produzca una mayor hinchazón.
Practicar técnicas de respiración consciente antes de las comidas, apunta la dietista, es clave para activar el nervio vago y mejorar la respuesta parasimpática, además de consumir alimentos ricos en polifenoles —como arándanos, uvas o aceite de oliva virgen extra— que ayudan a modular el estrés oxidativo e inflamatorio asociado a la hipersensibilidad intestinal.
3. Opciones naturales para cuidar la microbiota
En verano se consumen más alimentos ultraprocesados —helados industriales, snacks salados, frituras— que alteran la microbiota y provocan fermentaciones excesivas de azúcares simples, incrementando los gases y la distensión abdominal.
Por ello, Natalia Durán recomienda optar por opciones caseras y naturales, como polos de fruta 100 % sin azúcar, encurtidos artesanales (fuente de prebióticos) y platos sencillos con proteína y vegetales, además de incluir especias digestivas como el comino o el hinojo, que ayudan a reducir la formación de gases.