No necesitamos enemigos cuando nos hablamos como si fuéramos uno. "Qué torpe soy", "no me sale nada bien", "seguro que meto la pata otra vez"... ¿Te suena familiar? Este tipo de diálogo interno puede parecer inofensivo, pero la forma en que nos hablamos tiene un impacto directo sobre nuestra energía, nuestras emociones y nuestra autoestima.

El hábito silencioso

La neuro-lingüística lo explica claramente: el lenguaje que usamos —incluso el que nunca pronunciamos en voz alta— moldea nuestra percepción del mundo y de nosotras mismas. Cada palabra es una orden que el cerebro recibe, interpreta y ejecuta emocionalmente.

Ana Albiol, coach formada en programación neuro-lingüística (PNL), explica: “Te hablas mal. Y duele más de lo que crees. Y muchas veces, sin darte cuenta, te estás amargando la vida con las palabras que repites”. ¿Por qué el lenguaje interior tiene tanto poder? Porque el cerebro no distingue entre lo que le dices tú y lo que dice la realidad externa. Si te repites que eres un desastre, creará conexiones neuronales que confirmen esa idea. Si, por el contrario, te hablas con cariño, respeto y confianza, activarás circuitos que refuerzan la seguridad personal, el bienestar y la resiliencia. Es decir: hablarnos mal no solo nos amarga el momento, nos programa para seguir amargándonos.

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¿Cómo se manifiesta el diálogo interno?

Si nos decimos frases que suponen una crítica interna constante como “no sirvo para esto”, “siempre lo hago mal”; minimizamos logros “no es para tanto”; hay un catastrofismo anticipado “seguro que me va fatal” o hay comparaciones destructivas “ella es mejor que yo”…. El resultado que obtenemos es un bajón emocional, inseguridad,ansiedad y una sensación crónica de estar en deuda contigo misma.

Según la experta: “Estas son 7 frases que puede que sueltes en automático y que te están alejando de lo que quieres. Duele. Pero cura”:

  1. “No me da la vida”: No es que no te dé la vida. Es que tú no estás eligiendo, la estás regalando.
  2. “Es que soy así”: ¿Así cómo? ¿Fija? ¿Inmutable? No eres una piedra, eres un proceso y puedes volver a elegir.
  3. “Tengo que…”: ¿Tienes que? ¿O aprendiste a deberte antes que a desearte? ¿Cambia el ‘tengo que’ por ‘elijo’. Vas a ver la diferencia.
  4. “No puedo”: Casi siempre significa ‘no quiero pagar el precio’. Y está bien, pero dilo claro, no te mientas.
  5. “Siempre me pasa lo mismo”: Claro, porque sigues tomando las mismas decisiones. Si no cambias lo que permites, repites lo que detestas.
  6. “Lo intentaré”: Intentar es una forma elegante de no comprometerte. O lo haces, o no. Decide.
  7. “Soy un desastre”: Las palabras no describen, las palabras crean. Si quieres orden, deja de hablarte como si fueras un caos.
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¿Cómo cambiar el guion mental?

Cambiar el guion mental no se trata de volverte cursi ni de repetir frases de Pinterest. Es una reeducación emocional, una forma de hablarte con respeto, compasión y consciencia. Es entrenar tu voz interna para que te acompañe en lugar de sabotearte. Porque si te repites que no eres suficiente, no solo te lo crees: lo proyectas. Tu lenguaje interno crea el filtro con el que ves el mundo. Y no hay nada más poderoso que decidir que ese filtro sea amable, luminoso y tuyo.

  • Haz limpieza mental: Revisa tus frases recurrentes. ¿Tienen tono de crítica constante? ¿Son absolutistas (“nunca hago esto bien”, “siempre arruino todo”)? Detectarlas ya es un paso gigante. Es como encontrar esos productos que hace tiempo dejaron de funcionar pero seguías usando por costumbre. Haz lista mental (o real) de esas frases, y no las juzgues. Solo obsérvalas. Luego, empieza a quitarles poder.
  • Reescribe con intención: No necesitas decirte “soy maravillosa y lo hago todo perfecto” si no lo sientes. Puedes empezar con frases más creíbles pero que ya abren luz: “Estoy aprendiendo a hacerlo mejor cada vez”, “Me permito fallar y seguir adelante”, “Me hablo como hablaría a quien quiero” … La clave está en crear frases que suenen como tú, pero más amorosas, más pacientes, más conscientes. Así es como se empieza a crear una nueva narrativa.
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  • Integra las frases en tus rutinas: Pon esa frase en el espejo junto al perfume. Llévala en notas del móvil. Dila en voz baja antes de entrar a una reunión o cuando te equivocas en algo. Los cambios mentales necesitan repetición
  • Sé tu propia voz guía: Si un día vuelves a hablarte mal, no te regañes por eso. Solo nota el desliz, corrige con suavidad y sigue adelante. El nuevo guion no exige perfección, sino práctica. Recuerda: reprogramar cómo te hablas no es una meta, es un proceso.

No se trata de repetir frases motivacionales vacías. Se trata de cultivar una relación interna saludable, porque eres la persona con la que más tiempo pasas. Y esa voz interior puede ser tu mayor aliada… o la crítica más injusta que jamás has escuchado.