Realizar actividad física con regularidad es una de las formas más efectivas de cuidar la salud, tanto física como mental. Ayuda a mejorar la condición cardiovascular, fortalece músculos y huesos, regula el estado de ánimo y favorece un descanso de mayor calidad. Pero cuando ese ejercicio se practica en compañía, los beneficios pueden ir aún más allá. Eso es lo que explica un experto en psiconeuroinmunología.

Ejercicio físico y soledad

Somos animales de manada y las relaciones sociales son imprescindibles para mejorar la salud mental y el bienestar global. Es cierto que muchas veces hacer ejercicio físico nos cuesta pero hacerlo en compañía va a resultar mas motivador y va a elevar la experiencia.

Rafael Guzmán García, experto en psiconeuroinmunología y autor del libro “Tu cuerpo tu hogar” (Ed. Espasa), hace una serie de recomendaciones:” Busca un deporte que te motive; si lo puedes practicar en compañía de un amigo o con un equipo, mejor aún. Si te haces socio de un club deportivo, el retuerzo será aún mayor. La sociabilización es otro de los pilares básicos de la salud del ser humano. Somos tribales por naturaleza y la soledad física o mental es la peor de las circunstancias. La soledad nos enferma irremediablemente. Recuerda que los seres humanos siempre recolectábamos, cazábamos, buscábamos refugio, migrábamos... en manada. Ejercicio y tribu eran un binomio inexorable”.

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Hacer deporte al aire libre

Correr en compañía, salir a andar, hacer una ruta de senderismo o montar en bici, son actividades que podemos hacer acompañados, de esta forma mejoramos nuestra forma física pero también alimentamos nuestras relaciones personales. Nutrimos cuerpo y alma en un solo gesto.

¿Es mejor hacer ejercicio al aire libre o en interior? “Evidentemente, es mejor hacer deporte en interior que no hacerlo. Es mejor correr en una cinta que no correr o hacer bicicleta estática que no hacerla. También hay factores a tener en cuenta como la concentración de iones de aire negativos que hay en el exterior con relación al interior, las fitóncidas, la exposición a la luz solar, etc.”, asegura el experto.

Hay otro punto importante en el ejercicio físico y es su capacidad para apaciguar la mente y calmarnos. Rafae Guzmán expone que cuando vas corriendo, montando en bici o caminando al aire libre, el paisaje y el entorno cambian según avanzas. Los globos oculares van realizando pequeñas oscilaciones conforme van captando la modificación de tu alrededor. A esto se lo conoce como el flujo óptico. Como por obra de magia, estos pequeños movimientos — reflejos optocinéticos— generan un impulso neuronal que calma a las amígdalas.

Las amígdalas son las zonas del cerebro que te amargan la vida con la ansiedad, el miedo, el pánico... las que calmas con la meditación. Increíble, ¿verdad? Ahora entiendes uno de los motivos por los que a veces estás estresado y vas a correr un rato o a hacer cualquier deporte y regresas más suave que un guante. Vuelves que pareces otra persona. Esa es la magia del movimiento. Así que, por favor, no busques más excusas para no hacer deporte.

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¿Salir a caminar se considera ejercicio físico? “Si eres de los que responde «yo salgo a caminar» cuando te preguntan qué deporte practicas, ten en consideración que caminar no es deporte. Caminar es solo movimiento. Evidentemente, mejor caminar que estar empotrado en el sofá, pero recuerda que es necesaria la contracción muscular, ejercitar las masas musculares”, advierte el experto y añade que: “Ojalá no olvides nunca que cuando ejercitas tus músculos te ves envuelto en un precioso y sincronizado recital de moléculas que promueven y alargan tu vida. Por tanto, si tienes algún problema físico, psicoemocional, inmunitario, metabólico... y no sabes cómo atajarlo, no dudes en incorporar el deporte en tu agenda del día. Quizás, si el problema es muy serio, no te lo pueda solventar, pero te aseguro que al menos te lo mitigará en gran medida y te hará más resistente y resiliente”.

¿Cuánto deporte semanal?

Rafael Guzmán manifiesta que la pregunta “¿Y cuánto deporte hacer a la semana?” Es es una de las preguntas más habituales en su consulta. “Si eres de los que nunca hacen nada, te diré lo mismo que dice James Clear en su libro Hábitos atómicos. Solo con ponerte las deportivas los primeros días ya estoy contento. Ya habrás comenzado a modificar un hábito”.

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En este tema también hay que tener en cuenta ciertos matices. “Aquí, de todos modos, la dosis hace el veneno. No es saludable las pruebas en extremo duras ni el sedentarismo. Si tengo que elegir, por supuesto, me quedo con el exceso de deporte. Te diría que procures cada día hacer deporte por unos cuarenta-cincuenta minutos a una intensidad media con algunos momentos de intensidad alta —no es una recomendación para sujetos con patología cardiaca o metabólica, quienes tendrían que buscar asesoramiento— y tener una vida activa sin pasar largos periodos de sedestación prolongada”.

Como recomienda el psiconeuroinmunólogo, no caigas en el error de decir «ahora no tengo tiempo para hacer deporte». Prioriza. Por ejemplo, si estás preparando unas oposiciones y necesitas muchas horas de estudio, no caigas en el torpe error de considerar el tiempo invertido en el ejercicio como una pérdida de tiempo. El deporte facilitará la memorización, la concentración, el descanso y la eficiencia del estudio. Es el tiempo mejor invertido.