Vivimos tan hiperconectados que la soledad parece casi una quimera y una elección poco común. Hablamos de la soledad elegida, aquella que nos da un espacio de introspección donde cultivar la relación que tenemos con nosotros mismos de una manera sana y consciente. La que nos permite enfrentarnos al mundo con otra mirada, con más seguridad, confianza y fortaleza. La soledad elegida es una oportunidad para reconectar y también, por qué no, para reivindicarse.

La soledad elegida

Lejos de la idea de aislamiento, la soledad elegida es un espacio de introspección donde se cultiva la relación más importante de todas: la que tenemos con nosotros mismos. Nos permite escucharnos sin interferencias, entender nuestras emociones y deseos sin la influencia externa, y fortalecer nuestra identidad sin depender de la validación ajena.

¿Cómo podemos aprender a lidiar con el día a día y las interacciones sociales inevitables gracias a haber cultivado una buena relación con nosotros mismos en una soledad elegida? Albert Domènech, periodista y escritor, autor del libro “Cómo librarte de los mediocres que quieren joderte la vida” (La Esfera de los libros), comenta que “la soledad elegida es una buena opción para conocerse mejor, así que no te dé miedo quedarte a solas contigo y aprovecha para detectar aquellas cosas que te hacen bien y las que son tóxicas para tu organismo”.

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Estos momentos de introspección que nos brinda la soledad elegida, no solo nos ayudan a conocernos mejor, sino que también nos preparan para interactuar con el mundo desde una posición más auténtica, segura y sólida.

Domènech advierte que hay también un riesgo a tener en cuenta en crear un espacio personal o zona de confort. “Evita que esa fortaleza se convierta en una cárcel para ti de la que ya no quieras salir”, y añade: “Lo bonito de tener una zona de confort es que sabes que puedes regresar a ella cuando la necesites, pero sin crear dependencia que a la larga te pueda perjudicar”.

El poder de la soledad

Vivimos en una sociedad donde la soledad se percibe muchas veces como algo negativo. Si pasamos demasiado tiempo solas, nos preguntan si estamos bien, si algo nos preocupa o si necesitamos compañía. Sin embargo, la soledad elegida (ese espacio que nos concedemos sin imposiciones externas) es una de las herramientas más poderosas para el crecimiento personal y el bienestar emocional.

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La psicología ha demostrado que quienes saben disfrutar de su tiempo consigo mismas desarrollan una mayor inteligencia emocional, gestionan mejor el estrés y construyen una identidad más sólida. No se trata de rechazar la compañía ni de vivir al margen de los demás, sino de encontrar el equilibrio perfecto entre los momentos compartidos y el tiempo personal. Aprender a disfrutar de nuestra propia presencia es un acto de amor propio, de respeto por nuestros tiempos y necesidades.

Otro punto importante es que al aprender a disfrutar de nuestra propia compañía, dejamos de buscar vínculos por miedo al vacío y empezamos a rodearnos de personas con las que realmente queremos compartir nuestra vida. La soledad no es aislamiento, sino una herramienta que nos permite reconectar y construir vínculos más auténticos.

Beneficios de la soledad elegida

Los beneficios que nos ofrece la soledad elegida no son pocos:

  • Tiempo para escucharte a ti misma: Entre el ruido de la oficina, los compromisos sociales y el sinfín de notificaciones en el móvil, es fácil perderse en la vida de los demás. Estar sola te permite hacer una pausa y preguntar: ¿Qué quiero realmente? Sin distracciones, te conoces mejor y tomas decisiones alineadas con lo que de verdad te hace feliz.
  • Creatividad en estado puro: Las mejores ideas nacen en la tranquilidad. Artistas, escritores y grandes pensadores han aprovechado la soledad para crear obras maestras. Sin el ruido externo, tu mente divaga, explora y conecta puntos que antes parecían imposibles. ¿Quieres inspiración? Prueba a estar contigo misma un rato.
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  • Adiós a la necesidad de validación: Cuando estás sola, no necesitas la aprobación de nadie. Aprendes a confiar en tus propias opiniones, en tus decisiones y en tu manera de ver el mundo. ¿No es liberador saber que no necesitas el visto bueno de nadie para ser quien eres?
  • Recarga emocional: Las interacciones sociales son maravillosas, pero también pueden ser agotadoras. La soledad elegida es como una sesión de spa para el alma: te relajas, recargas energía y vuelves al mundo con fuerzas renovadas.
  • Mejora tus relaciones: Cuando te conoces mejor, eliges con más criterio a las personas con las que compartes tu tiempo. La soledad te ayuda a construir relaciones auténticas, donde te vinculas desde el amor propio y no desde la necesidad de compañía.

Así que la próxima vez que disfrutes de un café a solas, de un paseo sin compañía o de una tarde de lectura sin interrupciones, recuerda que estar sola no es estar vacía. Es estar contigo misma, creciendo y disfrutando de tu propia compañía. Y eso es un lujo.