Máxima de Holanda, mejor dicho, de los Países Bajos y Letizia. Una, latina, la otra, española y del norte. Una, a carcajada limpia, fresca, natural, la otra comedida, perfeccionista, tensa (aunque cada vez menos). Pero ambas dos grandes reinas consortes. Los orígenes de las dos son plebeyos, aunque Máxima proviene de una familia adinerada y Letizia de una más modesta. Sus vidas profesionales iban estupendamente bien encaminadas cuando se toparon con sus respectivos príncipes azules, se casaron, dieron hijos a sus respectivas coronas (su principal obligación), las han educado estupendamente bien, especialmente Letizia y su labor con la princesa de Asturias aunque también con la infanta Sofía.

La Reina Letizia y la Reina Máxima de Holanda

La Reina Letizia y la Reina Máxima de Holanda

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Dos mujeres del siglo XXI que sabían qué era el mundo cuando entraron a formar parte de casas reales y que han sabido ganarse el afecto de su pueblo, Máxima antes que Letizia, también es necesario reconocerlo. Las dos también con la sombra muy alargada de una suegra con una fuerte influencia en sus maridos. Beatriz de Holanda, la anterior reina por derecho y Sofía, reina consorte y ahora emérita. Se sabe que la relación de las holandesas es magnífica y que Beatriz de los Países Bajos adora a su nuera, de la relación entre doña Sofía y doña Letizia se han escrito muchísimas versiones, pero nadie sabe la realidad.

Hemos visto varias veces a Letizia y Máxima juntas. Cuando ambas eran princesas y ninguna tenía que hacer la reverencia a la otra, cuando la argentina ya era soberana y nuestra actual reina tenía que hacérsela y, por fin, cuando ambas tienen el mismo estatus y ninguna se tiene que reverenciar ante la otra. Iguales pero muy distintas. Y dos casas reales que tienen una magnífica relación pero que no siempre fue así.

El Rey Felipe, la Reina Letizia y la Reina Máxima de Holanda

El Rey Felipe, la Reina Letizia y la Reina Máxima de Holanda

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Año 1500. Da comienzo el siglo XVI, la época Moderna, el Quinientos y el comienzo de lo que será el grandísimo esplendor de la Monarquía Hispánica. A Isabel la Católica le quedan todavía cuatro años para morir, a su marido, 16. Cuando estos dos decesos suceden, se inaugura en lo que ahora es España (entonces no existía), la dinastía de los Austrias recayendo la corona de ambos reinos, Castilla y Aragón, en Carlos I de España y V de Alemania que compartirá la gobernanza con su madre, la pobre Juana I de Castilla, encerrada en Tordesillas y última reina de la dinastía Trastámara. Carlos I hereda y administra todo un imperio, por el legado de su madre y abuelos maternos, pero también por el de su padre y abuelos paternos. Todo un imperio donde jamás se ponía el sol. La envidia del mundo. Y, precisamente por eso, por envidia y porque las pasiones humanas son idénticas ahora que hace siglos, ser la gran potencia a nivel mundial tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Este último en forma de maledicencias, infundios, bulos o, como se diría ahora, el fango. ¿O creen ustedes que lo que vivimos ahora es algo nuevo? De eso nada. La historia es divertida precisamente por eso, porque vemos el salseo de las pasiones humanas y políticas de hace siglos y comprobamos qué poco hemos cambiado. El fango del XVI fue el nacimiento de la conocidísima Leyenda Negra y, aunque muchas personas creen que detrás de ella está Inglaterra (actual Reino Unido), no es exactamente así. Quién está detrás de ella, el verdadero culpable e iniciador de todo esto fue Guillermo de Orange, un noble flamenco del que hablaremos más adelante. Primero, el contexto histórico.

Europa en el XVI

Para entender cómo funcionaban las cosas en el pasado siempre es vital conocer qué pasaba. Imposible hacerlo de otra manera. Europa se parecía bastante en sus fronteras a cómo la conocemos ahora, pero si hay algo que caracteriza a esos cien años que en historiografía se denomina "el Quinientos", es que todo estaba sufriendo grandes cambios. Es la explosión del Renacimiento, es el siglo de la Reforma y la Contrarreforma, grandes cambios en fronteras por nuevas conquistas y, en general, las grandes potencias, Monarquía Hispánica, Francia, Inglaterra, Países Bajos, el Turco… Un mundo con enormes cambios que sentarán las bases de la época moderna.

Monarquía Hispánica

Primero Carlos I y después su hijo Felipe II. El primero dotado de una descomunal fuerza física, siempre guerreando y con culo de mal asiento, apenas sí pasó tiempo en España. También es verdad que tenía un amplio territorio que gobernar. Fue emperador, título que ya su hijo no heredaría porque su padre había renunciado a la dignidad imperial concediéndole esta a su hermano Fernando I. La elección del emperador dependía de los príncipes electores alemanes que en ese momento ya estaban profundamente divididos entre protestantes y católicos, por lo que la mayoría prefirió a Fernando y después a su hijo Maximiliano. Esta es la razón por la que Felipe II, a pesar de heredar buena parte del imperio de su padre, no tenía tal dignidad, tan "solo", rey.

Francia

Carlos I se pasó la mayor parte de su vida en guerra con Francisco I, rey de Francia, un monarca de enorme importancia en la configuración de su país con respecto a lo que sería después. Ambos reyes vivieron la misma época y cuando fallecieron, Carlos en en 1558 y Francisco en 1547, trasladaron su poca buena relación a sus hijos y herederos, Felipe II y Enrique II (el marido de la gran Catalina de Médici).

Inglaterra

El otro protagonista del XVI es, sin lugar a dudas, el rey de Inglaterra en la primera mitad del siglo, que muere en 1547 y después, sus dos hijas, primero María Tudor, que fallece en 1558 y tras ella, su hermanastra, la reina Isabel I, cuyo reinado, de lo más largos de su país, culminó con su muerte en 1603.

Tenemos por tanto dos partes diferenciadas, la que podemos denominar, primera mitad del XVI con Carlos I, Francisco I y Enrique VIII y la segunda, con los herederos, Felipe II, Enrique II y las dos reinas inglesas, María Tudor e Isabel I. Por cierto, María se casó con Felipe II en un intento de apaciguar las aguas pero de poco sirvió. Su sucesora Isabel fue, sin duda, el gran dolor de cabeza de Felipe II.

Países Bajos

Entonces se llamaban Flandes y eran, al principio, territorio español. La razón es porque Juana de Castilla se casó con Felipe de Habsburgo y su hijo Carlos, heredó por parte de padre toda esa zona del Imperio que incluía diecisiete provincias, lo que ahora es Bélgica y Países Bajos. Pero en 1566 las cosas tornaron y las provincias se rebelaron en armas contra su metrópoli y que culminó con su independencia en 1581. Hubo muchas razones que explican esta revuelta pero entre ellas estaba, sin lugar a dudas, las religiosas. Flandes ya no era principalmente católico, sino protestante y Felipe II era el monarca católico por excelencia. Y es aquí, en todo este guirigay, donde aparece Guillermo de Orange, principal artífice de la Leyenda Negra española que, por desgracia, nos sigue acompañando.

Guillermo de Orange, el impulsor de la Leyenda Negra

Su odio a España es concretamente hacia Felipe II que es que realmente fue su contemporáneo. Y no es de extrañar habida cuenta de todas las guerras que tuvieron. Guillermo se había educado en la corte del emperador Carlos V quien había tenido una forma totalmente diferente de gobernar Flandes con respecto a lo que haría su hijo, Felipe. Si Carlos apenas pisó España, Felipe hizo justo lo contrario, apenas pisó Flandes. Con 29 años se convirtió en el soberano de los Países Bajos y estableció un consejo de Estado en el que dio una gran protagonismo a Guillermo de Orange, encargándole el asesoramiento de Margarita de Parma, hija Bastarda de Carlos V y que, a pesar de dicha condición, fue una pieza clave en alianzas matrimoniales ya que la casaron muy bien, llegando a ser la duquesa consorte de Florencia y Parma, además de gobernadora de los Países Bajos.

La razón de acumular tanto poder, siendo una mujer con pocos o nulos derechos por su condición de hija natural, es su tía abuela Margarita de Austria (hermana de Felipe el Hermoso) y nuera de los Reyes Católicos, ya que se casó con uno de sus hijos, el infante Juan (muerto prematuramente). Margarita de Austria decidió acoger a la de Parma bajo su protección y la educó como si de una verdadera princesa se tratara. Margarita volvió a los Países Bajos y fue casada con Octavio Farnesio, de cuya unión nació Alejandro Farnesio.

El comienzo de todo: la rebelión de Flandes

Tras el nombramiento de Margarita de Parma como gobernadora de los Países Bajos, comenzó verdaderamente todo el jaleo. La historiografía no se pone de acuerdo en una única causa sino en varias. La primera, la lentitud con la que el Consejo de Flandes decidía en los asuntos que tocaban a esas tierras, la segunda, las consecuencias del conflicto económico con Inglaterra que impidió la llegada de lana inglesa, materia prima fundamental para la industria textil flamenca. Otros motivos fueron la guerra en el Báltico, que dificultaba la llegada de cereales y otros alimentos a los Países Bajos o la dureza de la climatología invernal, que menguaba considerablemente las cosechas.

Pero el gran escollo fue la determinación de Felipe II de erradicar el protestantismo de los Países Bajos. Creó nuevas diócesis estableciendo la Inquisición con la calificación del pecado de herejía como crimen civil máximo, de lesa majestad o traición al rey. En estos casos el juicio era sumarísimo, es decir, era condenado sí o sí, a muerte. En 1565, la pequeña nobleza de provincias y otros estamentos sociales firmaron el llamado Compromiso de Breda, en el que proponían a Felipe II que suavizase las medidas anticalvinistas. El rey rechazó esta propuesta, presentando la dimisión la alta nobleza a la gobernadora, lo que provocó una gran inestabilidad en toda la región. A todo esto, el calvinismo ganaba cada vez más adeptos.

Ante estas tensas situaciones los nobles pidieron al rey tres cosas: la primera, una cierta tolerancia; la segunda, el permiso del culto calvinista privado (varios familiares de Guillermo de Orange eran calvinistas, entre ellos Luis de Nassau, su hermano); y la última, un agravio para Felipe II, la libertad religiosa total a cambio de tres millones de florines. En caso de rechazarse esta última petición, se amenazó con la rebelión. El rey decidió enviar a Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, a Bruselas a poner orden. Todo esto provocó miles de exiliados (60.000 estimados) que huyeron hacia Francia y Alemania. Guillermo de Orange se constituyó en líder de los rebeldes y trató en vano de derrocar a las tropas del duque Alba. Había abandonado Flandes antes de la llegada de Fernando Álvarez de Toledo, retirándose a sus tierras alemanas. En 1567 se dio por concluida esta primera rebelión, pero le siguieron las de 1569 y 1576, y en 1581 tres provincias se unieron (Holanda, Zelanda y Frisia) autodenominándose Provincias Unidas. A partir de ahí nace gran parte de la Leyenda Negra…que todavía hoy pervive.