El estrés y la ansiedad son males de nuestro tiempo de lo más extendidos. ¿Puede la ansiedad sumar kilos en la báscula? Hablamos con un médico especialista en aparato digestivo para despejar todas las dudas y encontrar herramientas para mantenerla a raya.

El ritmo de vida actual se ha convertido en un serio problema para muchas personas. El trabajo, las grandes ciudades, los transportes, el trabajo, la casa, la familia… son compartimentos que debemos organizar milimétricamente para no sucumbir al caos. La ansiedad y el estrés hacen su aparición cuando la vida empieza a sobrepasarnos. ¿Cuáles son los síntomas asociados? Insomnio, irritabilidad, fatiga, erupciones cutáneas y también alteraciones digestivas. ¿Es cierto que la ansiedad engorda?

¿Por qué la ansiedad afecta al sistema digestivo?

El Dr. Diego Sánchez Muñoz, especialista en aparato digestivo, director médico y fundador de IDI-Instituto Digestivo, explica a Semana que la ansiedad es una respuesta fisiológica natural del cuerpo ante situaciones estresantes. Cuando una persona experimenta ansiedad el cuerpo se prepara para una lucha frente a una supuesta “amenaza”, lo que desencadena una serie de cambios fisiológicos, incluidos aquellos que afectan al sistema digestivo. Por un lado, la ansiedad aumenta la liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas son estimulantes y, entre otras funciones, hacen que el flujo sanguíneo se redirija hacia el corazón y a los músculos esqueléticos para preparar una acción rápida. Sin embargo, esto hace que se reduzca el flujo sanguíneo hacia el aparato digestivo, lo que ralentiza todas las funciones digestivas. Ya vamos entendiendo la relación entre la ansiedad y el sistema digestivo, ¿verdad?

¿Qué mecanismos continúan desencadenándose en el cuerpo cuando tenemos ansiedad que afecten a nuestro aparato digestivo? El doctor Sánchez Muñoz señala que la ansiedad también puede provocar contracciones musculares involuntarias en el estómago y los intestinos, traduciéndose en dolor abdominal, calambres y otra sintomatología digestiva. También la ansiedad puede estimular la producción de exceso de ácido gástrico, lo que traducido hace que el paciente pueda notar acidez, pirosis e incluso se pueden provocar úlceras. 

La ansiedad puede provocar síntomas físicos como dolor de estómago.
La ansiedad provoca sintomatología física como malestar digestivo que es difícil de diagnosticar. (Pexels)

Relación entre la microbiota y la ansiedad

La ansiedad también puede afectar la composición de la microbiota intestinal, que ya sabemos que es crucial para el proceso de la digestión y la correcta absorción de nutrientes. Un desequilibrio de la flora intestinal puede provocar problemas en el sistema digestivo, como cambios en el hábito intestinal, hinchazón, gases y dolor abdominal, entre otros muchos síntomas nada apetecibles.

Algo que habría que tener siempre presente es que la ansiedad en sí produce una reacción emocional que puede traducirse en síntomas físicos. ¿Qué supone este hecho? Pues que en muchas ocasiones una persona con ansiedad puede experimentar sintomatología propia de una enfermedad del aparato digestivo sin que realmente haya un problema físico en la zona. Esto supone que al hacerle las pruebas pertinentes y ver que no existe ese problema no se tengan en cuenta los síntomas de ese paciente cuando en realidad está sufriendo de ansiedad y esos síntomas son reales. Esa falta de credibilidad puede agravar el problema de ansiedad y, por tanto, los síntomas asociados.

La ansiedad puede sumar kilos a la báscula

El experto en aparato digestivo nos aclara las dudas que surgen en torno a la ansiedad y al aumento de peso que tiene asociado. ¿La ansiedad engorda? El doctor señala que “el apetito y los hábitos alimentarios de las personas con ansiedad a menudo pueden cambiar. Algunas personas pueden comer en exceso para afrontar la ansiedad, mientras que otras pueden perder el apetito. De esta forma, la ansiedad en sí misma no causa directamente el aumento de peso, pero puede tener un impacto significativo en los hábitos alimentarios y el peso de una persona”.

Algunas personas pueden experimentar un aumento del apetito y recurrir a la comida para procesar sus emociones, lo que puede provocar un consumo excesivo de calorías y, en última instancia, un aumento de peso. Por otro lado, otras personas pueden perder el apetito debido a la ansiedad, lo que puede provocar una ingesta insuficiente de nutrientes importantes. “Muchas personas recurren a alimentos ricos en calorías, grasas y azúcares cuando están ansiosas porque estos alimentos pueden brindarles un alivio temporal o una “recompensa” emocional. También es frecuente comer en exceso, picar entre horas, tener ataques de hambre o elegir alimentos menos saludables. 

Una dieta saludable es una buena estrategia para controlar la ansiedad.
Llevar una dieta sana y equilibrada es fundamental para que la ansiedad no sume kilos en la báscula. (Pexels)

Estos comportamientos con la comida pueden aumentar la ingesta calórica y contribuir al aumento de peso. Además, la ansiedad puede afectar el metabolismo, elevar la producción de hormonas como el cortisol que favorecen la acumulación de grasa y, por tanto, el aumento de peso. Las personas con ansiedad a menudo pueden sentirse menos motivadas para realizar actividad física, lo que puede reducir su gasto calórico diario. “Aprender estrategias efectivas para controlar la ansiedad, adoptar una dieta equilibrada y mantener una actividad física regular puede ayudar a prevenir el aumento de peso no deseado relacionado con la ansiedad” afirma el doctor Sánchez.

Estrategias para controlar la ansiedad y mantener sano el aparato digestivo

Conviene poner el foco en diferentes ámbitos de la vida diaria para conseguir rebajar los niveles de ansiedad y mejorar nuestra calidad de vida:

  • Respira profundamente: La respiración diafragmática es una forma de relajar el cuerpo y la mente, ya que ayuda a oxigenar el cerebro y a disminuir la frecuencia cardíaca. Puedes practicarla siguiendo estos pasos: coloca una mano sobre el abdomen y otra sobre el pecho, inhala lentamente por la nariz, llenando el abdomen de aire, y exhala por la boca, vaciando el abdomen. Repite este ciclo varias veces, concentrándote en tu respiración.

  • Haz ejercicio físico: El ejercicio físico libera endorfinas, que son sustancias químicas que producen sensación de placer y bienestar. Hacer ejercicio también ayuda a mejorar la autoestima, la salud y el sueño. Haz al menos 30 minutos de actividad física moderada al día y notarás la diferencia.

  • Cuida tu alimentación: Una dieta equilibrada y saludable puede influir positivamente en tu estado de ánimo y en tu salud física. Evita el consumo excesivo de cafeína, alcohol, tabaco y azúcar, ya que pueden aumentar la ansiedad y alterar el sueño. Opta por alimentos ricos en vitaminas, minerales, antioxidantes y omega-3, como frutas, verduras, frutos secos, pescado y cereales integrales. Mens sana in corpore sano.

Mens sana in corpore sano

  • Practica la relajación muscular progresiva: Esta técnica consiste en tensar y relajar los diferentes grupos musculares del cuerpo, empezando por los pies y terminando por la cabeza. De esta forma, se consigue reducir la tensión muscular y el estrés. Te sentirás mejor utilizando este método tan solo unos minutos al día. Palabra.

Trabaja tu mente para mejorar tu vida

  • Cambia tus pensamientos negativos: Vale, esto no es nada fácil pero es muy necesario. Los pensamientos negativos son aquellos que anticipan o magnifican las posibles consecuencias negativas de una situación, generando miedo e inseguridad. Es decir, nos hacen sufrir de manera anticipada y tal vez esa situación que tememos nunca llegue a darse. Para cambiar estos pensamientos intrusivos puedes usar la técnica del cuestionamiento racional, que consiste en analizar la evidencia a favor y en contra de esos pensamientos, buscar alternativas más realistas y positivas, y evaluar las consecuencias de creer o no creer en esos pensamientos. Una mente más estoica va a ayudarte a tener una visión diferente del mundo, una en la que la aceptación y la adaptabilidad priman.

  • Aprende a decir no: La asertividad es una herramienta básica que debemos utilizar para mejorar nuestra salud emocional. A veces, la ansiedad se produce por querer complacer a los demás o por asumir más responsabilidades de las que podemos manejar. Por eso, es importante aprender a decir no cuando algo nos supera o nos hace sentir incómodos. Decir no no significa ser egoísta o irresponsable, sino ser honesto con uno mismo y con los demás. Un acto de cuidado hacia nosotros mismos.

  • Busca apoyo social y ayuda profesional: Tu familia y tus amigos son un punto de apoyo muy grande que pueden servirte para no sentir soledad e incomprensión. Sentir ese acompañamiento va a hacer que superes mucho mejor ese bache. Si sientes que la ansiedad te impide llevar una vida normal o que afecta a tu salud física o mental, no dudes en buscar ayuda profesional. Un profesional puede ayudarte a identificar las causas de tu ansiedad, a enseñarte técnicas para controlarla y a mejorar tu calidad de vida.