Perder los nervios, sufrir estrés, ansiedad, enfado, ira… está a la orden del día. Parece ser que cada vez nos cuesta más manejar ciertas situaciones y enfrentar los problemas o contrariedades que surgen en la vida. Los estoicos en la Antigüedad tenían muy claro cómo conservar la calma y abordar las dificultades y sus enseñanzas aún están vigentes en nuestro tiempo.

Marcos Vázquez, autor del blog Fitness Revolucionario, entrenador y experto en nutrición, propone algunas ideas del estoicismo para llegar a mantener la paz mental o ataraxia.

¿Qué es la ataraxia y cómo puede alcanzarse?

Los estoicos utilizaban el término ataraxia para referirse a un estado de serenidad o calma mental y proponían multitud de estrategias para alcanzar esta ataraxia. No asociaban la ataraxia a ese estado de calma que tenemos cuando todo va bien en nuestra vida y no tenemos ningún problema sino que es un estado que debemos cultivar en entornos difíciles. De hecho, explica Vázquez, el término ataraxia se usaba muchas veces en entornos militares y se consideraba el estado mental óptimo de un guerrero en medio de la batalla. Un guerrero sería más efectivo si mantenía la calma incluso cuando peleaba y, de hecho era en estos momentos cuando era más importante mantener esta ataraxia, esta calma mental.

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Un guerrero debía mantener la calma mental incluso en la batalla.

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Decía Marco Aurelio que “cuanto más cerca esté un hombre de una mente calmada, más cerca estará de su fuerza”. “Cuando te enfrentas a un problema recuerda esta idea de ataraxia y recuerda también que los problemas forman parte de la vida. No debemos desear tener menos problemas, porque esto no depende de nosotros, sino que debemos desear mejorar nuestra capacidad para lidiar con los problemas que tenemos”, señala Vázquez.

Entonces, ¿cómo habría que abordar las dificultades que a todos se nos presentan en la vida? “Los estoicos proponían ver los problemas como parte del camino, como desafíos que nos ayudan a crecer y a mejorar. Al hacer este cambio mental, al dejar de ver algo como un obstáculo a empezar a verlo como una oportunidad nos ayuda a mantener la calma mental mientras nos enfrentamos a nuestra situación actual”.

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Prosoche o análisis de las emociones

Ante ciertas dificultados podemos reaccionar de diversas formas y, en muchos casos, las emociones pueden llegar a abrumarnos y cegarnos. ¿Qué ocurre cuándo las emociones son las que controlan nuestro estado de ánimo y dirigen nuestros actos? Nos cuenta el experto que “según los estoicos uno de los principales enemigos de la calma eran las emociones exageradas, la ira, el miedo, la envidia, la ansiedad… y ofrecían distintas estrategias para lidiar con ellas. Una de ellas era prestar atención al nacimiento de esas emociones. Sabían que no podemos eliminar estas emociones pero sí regularlas o canalizarlas de manera más productiva”.

Para lograrlo tendríamos que estar muy atentos al momento en el que surgen esas emociones antes de que empiecen a crecer y nos lleven a actuar mal o a decir algo de lo que podríamos arrepentirnos después. Observar nuestros pensamientos, sin juzgarlos, simplemente como espectadores, nos hace más conscientes de lo que ocurre en nuestra mente, a conocernos más.

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Observar nuestros pensamientos nos hace más conscientes de lo que ocurre en nuestra mente. 

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A este proceso de análisis los estoicos lo llamaban Prosoche. “Prosoche tiene dos beneficios claros. Prestar atención a nuestras emociones nos permite mejorar nuestros pensamientos y acciones evitando reaccionar emocionalmente y perturbar nuestra ataraxia o calma mental. En segundo lugar, al centrarnos en el presente, evitamos el sufrimiento emocional causado por recuerdos del pasado o por ansiedad por el futuro”.

Poner el foco en nuestras emociones, en el momento que nacen, nos va a permitir familiarizarnos con ellas y regularlas para evitar que perturben nuestra calma mental. Al tomar consciencia de esas emociones, de sus raíces, de su razón de ser, vamos a poder gestionarlas de una manera más sana y, de esta manera, tampoco van a perjudicar nuestro estado de ánimo. ¿Te suena estar un día de mal humor o muy irritable sin saber porqué? Si paramos a observar nuestras emociones y su nacimiento podremos saber qué nos está pasando, ponerlo en perspectiva y gestionar esas emociones para que no nos dañen.

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La Mínima Acción Viable

Ya hemos visto que para mantener la calma debemos hacer un cambio de mentalidad, ver los problemas como oportunidades para crecer, y también debemos analizar los orígenes de nuestras emociones. Todo esto ocurre en un plan mental, cognitivo. Pero para enfrentarse a un problema no basta con pensar, también hay que actuar. “La acción es, con frecuencia, la mejor cura de emociones como la ansiedad. Nuestro cerebro se calma al entender que estamos haciendo algo para resolver ese problema y, al poner el foco en la acción, tendemos a prestar menos atención a esas emociones que nos dañan”.

Pero no todos los problemas son igual de abordables. ¿Qué podemos hacer ante un obstáculo con el que no sepamos lidiar o que sea demasiado grande? “En estos casos puede surgir una ‘parálisis por análisis’. Para salir de ese estado pregúntate cuál es la mínima acción viable que te moverá en la dirección correcta”. Este concepto es muy interesante porque te saca del bloqueo ante un bache en el camino que no sabemos cómo rodear. Vale, no puedo o no sé enfrentar ese problema, pero ¿qué pequeño paso puedo dar hacia donde me quiero dirigir?

Del autocastigo a la autocompasión

Muchas personas cuando cometen un error no paran de darle vueltas a la situación. Se castigan, son poco amables consigo mismos, tienen remordimientos, recrean en su cabeza la escena de cómo podría hacer sido de otra manera, sienten culpabilidad, enfado, ira… esto, sin duda, es un elemento que perturba, y mucho, la calma mental o ataraxia.

¿Qué ocurre en nuestra mente en estas situaciones? “Esta fustigación solo empeora la situación. Eleva el estrés y la ansiedad, y podemos caer en una espiral de negatividad”, concluye el experto.

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Pasar del autocastigo a la autocompasión nos ayuda a aprender y a crecer.

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Los estoicos proponían una estrategia opuesta al autocastigo: la autocompasión. Después de un error, una equivocación, una caída, la respuesta debería ser siempre la misma, el perdón. Perdonarse, levantarse y continuar. Además, nuestros errores rara vez son tan inmensos como imaginamos sino que tendemos a magnificarlos en nuestra mente por la presencia de esas emociones exageradas que nacen al tener un fallo. Debemos aprender a poner nuestros errores en perspectiva, como saliéndose del cuadro y observando desde fuera. Recuerda que los errores son siempre aprendizaje.

¿No estaríamos hablando en este caso también de autocomplacencia? “Perdonarse en estos casos no implica evadir nuestra responsabilidad ni ignorar nuestros errores. Se trata simplemente de aprender de ellos para mejorar”.

Esta en tu mano el poder cambiar el chip, analizar tus emociones, escucharte, observarte, perdonarte y aprender de tus errores, acercarte a los objetivos que te marques, poco a poco, aunque surjan problemas, todo problema es una oportunidad de crecimiento.