¿Podríamos hacernos con el control de nuestro sistema nervioso para gestionar mejor la ansiedad? Te contamos todo sobre la neuroplasticidad y cómo puede hacerte la vida más fácil (y feliz)

Nuestro sistema nervioso no es rígido, sino que puede ir modificándose a lo largo de nuestra vida. Te contamos, con la ayuda de una experta, qué es la neuroplasticidad y cómo puede ayudarte la adaptabilidad de nuestro sistema nervioso a mantener a raya la ansiedad.

 

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¿Qué es la neuroplasticidad?

 

El origen de esta acepción de remonta a 1948 y se le atribuye al neurofisiólogo polaco Jerzy Konorski. Se refería a la los cambios que se observaban en la estructura neuronal del cerebro humano. Sin embargo, Ramón y Cajal ya hablaba sobre la plasticidad neuronal a principios del S.XX y afirmaba que el cerebro adulto estaba en continuo cambio. El estrés y los traumas se demostraron factores que podían alterar la estructura cerebral.

 

Edurne Ubani, coach en salud y autora del blog Eva Muerde La Manzana, explica que “la neuroplasticidad parece un término científico muy complejo pero, en realidad, es un proceso innato que nos enseña cómo nuestro sistema nervioso puede adaptarse y remodelarse a sí mismo”.

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La visión tradicional de la neurociencia era que el sistema nervioso era inamovible al llegar a la edad adulta. Posteriormente se ha observado que esto no es así, sino que el sistema nervioso se adapta y cambia durante toda la vida. “Esta notable capacidad de cambiar y adaptarse tiene implicaciones de gran alcance para el campo de la salud mental, en particular la ansiedad”, afirma Edurne.

 

 
 
 
 
 
 
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Neuroplasticidad y ansiedad

 

Cuando una persona presenta ansiedad y estrés, se ha demostrado que adquiere otros patrones neuronales, es decir, su sistema nervioso se modifica. ¿Qué tipo de variaciones presentaría el cerebro de alguien que padece ansiedad?

 

La experta señala que “cuando alguien experimenta un trastorno de ansiedad, ciertas regiones del cerebro, como la amígdala y la corteza prefrontal, pueden volverse hiperactivas o desreguladas. La amígdala desempeña un papel clave en el procesamiento de las emociones, en particular el miedo y la ansiedad. Además, la corteza prefrontal, responsable de funciones ejecutivas como la regulación emocional, puede volverse menos activa. Estos cambios en la actividad cerebral pueden provocar preocupación excesiva, miedo a determinadas situaciones u objetos y síntomas físicos como sudoración y frecuencia cardíaca rápida. Con el tiempo, nuestro cerebro realiza cambios en sus patrones neuronales en respuesta a la ansiedad crónica. Aquí es donde el concepto de neuroplasticidad cobra importancia, porque muestra cómo nuestro sistema nervioso puede cambiar y sanar”.

 

En otras palabras, si nuestro cerebro sufre variaciones ante una situación de estrés o ante un trauma o un cuadro de ansiedad, también puede moldearse o adaptarse para mejorar esas situaciones adversas que se le presentan para poder vivir con un mayor bienestar y equilibrio emocional. 

 

Vale, ya sabemos que nuestro cerebro no es inmutable sino que el sistema nervioso está en constante cambio, algo que podemos usar a nuestro favor, pero ¿cómo podemos ejercitar esta neuroplasticidad? Edurne Ubani nos da las claves para poder trabajar esa adaptabilidad de nuestro cerebro que nos ayudará a mejorar la calidad de vida y aumentar los niveles de bienestar. La experta propone estos cinco ejercicios para aprovechar la neuroplasticidad a diario.

 

 
 
 
 
 
 
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5 actividades para mejorar la ansiedad gracias a la neuroplasticidad

 

  1. Aprender nuevas habilidades: el cerebro fortalece tus capacidades cuando aprendes algo nuevo. El aprendizaje crea nuevas conexiones neuronales en el cerebro por lo que es una buenísima estrategia para trabajar la neuroplasticidad. Aprender un idioma, a cocinar, a tocar un instrumento, a tejar… todo lo que sea aprender va a beneficiar, y mucho, a tu cerebro.

 

  1. Ejercicio físico: el deporte, especialmente el ejercicio físico aeróbico, estimula la producción de factores de crecimiento neurotróficos que favorecen que las neuronas crezcan y sobrevivan más tiempo. La actividad física, además, mantiene la mente alerta, mejora las capacidades cognitivas y refuerza la neuroplasticidad.

 

  1. Entrenamiento cerebral: participar en tareas mentalmente exigentes puede mejorar nuestra capacidad de pensar, razonar e incluso mejorar la memoria. ¿Cómo podemos conseguir esto? Con acertijos, sudokus, crucigramas, lectura de materiales complejos o a través de programas diseñados específicamente para entrenar el cerebro.

 

  1. Opciones de estilo de vida saludables: la mala alimentación, el abuso de alcohol y otras sustancias, la falta de sueño y el estrés crónico pueden poner una barrera a la neuroplasticidad. Sin embargo una dieta sana y equilibrada, un descanso reparador y una gestión adecuada del estrés facilitan que el cerebro siga su desarrollo y contribuyen a su adaptabilidad.

 

  1. Terapia somática: suena un poco raro pero es de lo más sencillo. La terapia somática se refiere al concepto de terapias que se centran en el cuerpo y que incluyen técnicas como la respiración profunda, la meditación y el movimiento. Este método transforma las respuestas programadas del cerebro ante un trauma, el estrés o el malestar y angustia emocional. Lo que busca esta terapia es que el cerebro reaccione menos a la defensiva a factores estresantes y que se adapte mejor a la vida diaria para llevar una vida más serena.