Aunque parece una emoción negativa, el enfado tiene una función y es la de comunicarnos. ¿Cuándo el enfado deja de ser una manera saludable de expresarnos? Una experta nos habla de cómo gestionarlo para vivir de forma más apacible.

El enfado nos ayuda a expresar preferencias o aquello con lo que no estamos de acuerdo. Es verdad que se asocia con emociones negativas e indeseable pero realmente es necesaria. Para que no se nos vaya de las manos el enfado, y termine por afectar a nuestro bienestar, lo ideal es hacer una correcta gestión emocional. ¿Cómo lo hacemos? Una experta nos da las claves para gestionar el enfado de forma asertiva.

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La importancia del enfado

¿Qué hace que el enfade nos sobrepase y se convierta en ira y en un vaivén emocional descontrolado? Sonia Díaz Rois, experta en gestión de la ira y eneagrama, explica a Semana que “el enfado permite que otras personas nos conozcan y ayuda a marcar unos límites. Lo que ocurre, es que del enfado a la ira hay una línea muy fina y a veces la saltamos con mucha facilidad y provocamos un huracán. Lo que más necesitamos hoy día es fomentar el buen diálogo para escucharnos, comprendernos, llegar a acuerdos y dejar de discutir desde la polaridad que tanto alimenta al enfado”. 

Los estoicos hablaban de la pausa estoica, tomarse un tiempo de respuesta ante un estímulo para poder analizar y responder de una forma más racional, algo que aportaba bienestar, serenidad y acercaba a la felicidad. ¿En general se tiende a responder sin hacer esta pausa? ¿En qué situaciones hace el enfado su aparición en escena? “Hay ciertas situaciones que pueden provocar un enfado, por ejemplo, cuando defendemos una postura, cuando consideramos que algo es injusto o cuando recibimos un desprecio o una falta de respeto. Un diálogo interno calmado y reposado, que nos permita reconocer y validar nuestros pensamientos y expresar tranquilamente aquello con lo que no estamos de acuerdo o nos parece mal, es enfado. Pero la realidad es que no solemos enfadarnos desde la calma y la serenidad debido a esa primera asociación que hacemos con la ira”, subraya la experta.

La misión del enfado

Si algo hemos aprendido ya es que el enfado es una emoción tan válida y necesaria como la alegría. ¿Es una herramienta indispensable para la comunicación? La experta aclara que “el enfado es una emoción que nos anima a compartir lo que pensamos y sentimos para hacernos respetar. También a conocer lo que sienten y piensan otras personas, siempre desde el respeto”.

¿Cuál es el peligro que corremos al enfadarnos? “Lo que no quiere el enfado es que conectemos constantemente con la ira, que esa otra persona salga corriendo sin querer escucharnos y que nuestro enfado se quede en nosotros sin ser ni atendido ni comprendido. Por tanto, si lo que buscamos es comunicarnos desde el enfado, la mejor forma de expresarlo es acompañarlo de empatía y asertividad. Es decir, ponernos en la piel de la otra persona y recordar aquello de ‘no es contigo, es conmigo’”, señala Díaz Rois.

¿Cuáles son las consecuencias de enfadarse “mal”?

Hay muchas personas que no tienen las herramientas necesarias para abordar el enfado de forma sana y consciente. ¿Qué ocurre en la vida de estas personas cuando esto ocurre? “Las personas que no saben cómo gestionar su enfado se sienten mal cuando se dan cuenta de que no lo pueden controlar, y que les ocurre una y otra vez, eso daña mucho la autoestima. Las relaciones, en general, se ven muy afectadas porque conseguimos totalmente lo contrario: que huyan y nos rechacen en lugar de aproximarse y querer dialogar con nosotros”.

Para sanar este proceso emocional, la emoción debe ser validada por lo que es vital la comprensión y el diálogo entre las personas implicadas para que pueda haber una gestión adecuada y saludable de las emociones. “El enfado necesita ser escuchado. Cuando no logramos que nos hagan caso y no nos tienen en cuenta, podemos sentir mucha desesperación. El hecho de intentarlo una y otra vez, y no saber cómo hacerlo de otra manera, nos puede provocar tal frustración que podemos acabar conectando con la tristeza”, argumenta Sonia.

Trucos para gestionar el enfado

El enfado necesita atención y ser escuchado por eso hay que trabajar para gestionarlo correctamente. Estos son algunos de los tips de la experta en gestión de la ira y eneagrama para poder hacer una gestión sana del enfado:

1. Habla desde tu persona: empezando las frases por “Yo…” en lugar de usar “Tú…”. Es mucho mejor empezar hablando desde uno mismo y comunicando una petición o necesidad, antes que iniciar una conversación acusando o mostrando directamente una queja.

2. Expresa la emoción que sientes: “Me siento triste, me siento enfadado, decepcionado…";, para que la otra persona comprenda tu emoción y cómo te sientes.

3. Propón una solución: Evita caer en la queja y opta por buscar una alternativa, algo que pueda mejorar esa conducta o situación y que beneficie a ambas partes.

4. Escucha lo que la otra persona te quiere decir. Considera y valora su punto de vista.

5. Identifica y comparte los beneficios que se darán con el cambio propuesto. Reconoce qué es lo que cambiará si eso se da como tú propones y destaca el beneficio para ambas partes.

6. Usa palabras adecuadas. Haz todo lo posible para que tu lenguaje sea amable y respetuoso.

7. Cuida tu comunicación no verbal. Evita gesticular en exceso y haz lo posible para que tu rostro transmita serenidad y calma.

8. Asegúrate de que es un buen momento para comunicarse. Si no lo tienes claro, evita comunicarte por escrito o vía online. Si se trata de algo importante, siempre y cuando sea posible, mejor en persona.

9. Establece momentos concretos de prevención. Dedica un momento a la semana, por ejemplo, para tratar temas que pueden ser un tanto peliagudos.

10. Incluye amor y humor a tus conversaciones y verás como, poco a poco, va cambiando tu perspectiva.