El apellido Sánchez Flores lleva décadas sonando entre los estadios y en los camerinos, pero durante los últimos años el conocido entrenador de fútbol se ha empeñado en que su currículum familiar sea tan interesante como su palmarés deportivo. A sus 60 años, Quique Sánchez Flores compagina el banquillo, su último gran reto fue dirigir al Sevilla FC, con una vida privada que ha transcurrido a caballo entre Madrid, Dubái, Oporto, Londres o Pekín y que, además, incluye dos matrimonios, cuatro hijos y una discreción hermética que apenas se diluye para apoyar los proyectos de los suyos.
El hijo de Carmen Flores y sobrino de la inolvidable Lola Flores, Quique creció escuchando cante en casa y técnicas de entrenamiento en el vestuario de su padre, el exfutbolista Isidro Sánchez. De aquel cruce de genes heredó su pasión por el flamenco y por el fútbol: primero brilló como lateral derecho en el Valencia, el Real Madrid y el Zaragoza; después abrazó la pizarra, entrenando en España, Portugal, Emiratos Árabes, Inglaterra y China antes de fichar por el Sevilla en la Navidad de 2023.
El lado más personal del exfutbolista: dos bodas y cuatro hijos
El madrileño pasó por el altar en 1992 con Nuria Santos, su novia de juventud. La relación se rompió sin haber tenido hijos, aunque hoy mantienen una buena relación y un trato cordial. Cuatro años más tarde conoció a la modelo valenciana Patricia Casanova, hija de un expresidente del Club Náutico de Valencia, con quien se casó en 1995. De aquella unión nacieron Patricia, conocida como Paty, Quique, Jorge y Pablo, y aunque el matrimonio terminó en 2017, ambos siguen siendo un equipo cuando se trata de la familia: él presume de tener una "excelente relación" con su exmujer y ella asegura ser el "apoyo constante" que reciben los chicos.
Tras el divorcio y desde 2022, se le vincula con Sol González, médica y ex de Javier Hidalgo, aunque ninguno de los dos ha querido oficializar la relación sentimental. La prudencia de ambos no sorprende a nadie ya que salvo contadas excepciones, Sánchez Flores evita alfombras rojas y no utiliza redes sociales, prefiere que hablen los resultados en el césped o los logros de sus hijos.
Paty, la hija de Quique que acaba de subirse al altar
Patricia Sánchez Flores, de 27 años, estudia Derecho pero sueña con la moda. En 2022 se lanzó como estilista profesional y hoy suma más de 25 mil seguidores en Instagram, donde alterna looks de pasarela con guiños al estilo flamenco. Fue ella quien, en un documental familiar producido por la periodista Berenice Lobatón, convenció a su padre para salir frente a la cámara y recordar su infancia entre campos de fútbol y tablaos. "Me parezco a él en la perseverancia", confiesa la influencer, que este inicio del verano se ha casado en Jávea en una boda que ha reunido a sus tías Lolita y Rosario, a su abuela Carmen y a su prima Alba.
Quique Sánchez Flores en la boda de su hija Paty.
Gtres
Quique Jr. y Pablo, herederos del balón de fútbol, y Jorge dedicado al marketing deportivo
Quique Jr., de 24 años, y Pablo, de 21 años, han heredado la pasión por el césped. El mayor milita en la cantera del Valencia y sueña con debutar en Primera, mientras el pequeño juega de delantero en el Getafe B, club al que su padre dirigió hasta 2024. El exfutbolista, confiesa que en el entorno familiar pone límites pero que aun así, revisa vídeos, corrige posiciones y se emociona cuando escucha sus apellidos a través de la megafonía del campo.
Entre tantos balones aparece Jorge, el tercero de los hermanos, que con 23 años ha elegido el marketing deportivo. Estudió en Londres y ahora colabora con agencias que gestionan la imagen de clubes europeos. Su perfil, mitad comercial mitad digital, encaja con la nueva estrategia de su padre: crear su propia marca, abrirse a proyectos en televisión y estudiar la posibilidad de comentar Champions cuando se retire definitivamente del banquillo. Quique admite que el talento empresarial de Jorge le resulta "tan fascinante como un gol en el minuto 90".
Quique Sánchez Flores durante un partido.
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Orgulloso de sus raíces flamencas, el entrenador ha declarado en más de una rueda de prensa que "respira gitano por cada poro" y que su tía Lola Flores sigue inspirándole la misma garra que exige a sus equipos. De hecho, dedica victorias a la memoria de “La Faraona” y de su primo Antonio Flores, fallecido en 1995. Un sentimiento que también define su visión de futuro: cuando sus hijos sean independientes, piensa afincarse en Madrid y liderar un campus internacional de fútbol base enfocado a menores sin recursos. El proyecto, aseguran en su entorno, incluirá becas para jóvenes gitanos que quieran formarse dentro y fuera del terreno de juego.
Aunque su contrato con el Sevilla expiraba en 2025, Quique no descarta un nuevo destino lejos de España ya que su historial demuestra que la maleta siempre está lista. Paralelamente mantiene dormida una empresa inmobiliaria creada en 2010, a la espera de que la estabilidad económica global permita reactivarla. Por ahora, su prioridad se resume en tres frentes: recordar la emocionante boda de Paty, seguir la pretemporada de sus chicos y encontrar ratos para visitar a su madre, Carmen Flores, que a los 87 sigue cantando en reuniones familiares.