Por fin ha llegado el día en el que Kate Middleton se viste de largo. Y no es tanto por el acto en sí de enfundarse en un vestido de esos de infarto para atender un acto institucional, sino por lo simbólico detrás de este gesto, a priori nimio. Se trata de la primera vez que la mujer del príncipe Guillermo, siguiendo el protocolo, se persona en una cena de gala, esta con motivo del viaje del presidente francés, Emmanuel Macron, y su mujer, a Reino Unido, tras el diagnóstico de cáncer.
Para tal ocasión clave, la futura reina del país no ha dudado en sacar toda la artillería pesada, con un look repleto de significado, desde la elección del color de su imponente traje hasta la tiara que se ha colocado en la cabeza, con guiño a una figura importantísima en la vida de su familia.
La reaparición por todo lo alto de Kate Middleton, de rojo pasión y guiño a sus invitados franceses
Dos años han tenido que pasar para que Kate Middleton reaparezca en una cena de gala y demuestre una vez más su elegancia y esplendor, así como su aplaudido estilo sin fisuras ni riesgos excesivos. La espera ha sido larguísima, pero ha valido la pena. La princesa de Gales acudió este pasado martes junto al príncipe Guillermo de Inglaterra a la cena de Estado ofrecida en deferencia con el mandatario francés y su mujer, celebrada en el Castillo de Windsor. Kate Middleton parecía que levitaba con el vestido de gasa que ha elegido, situada en primera línea institucional, mano a mano con su marido, el rey Carlos III y la Reina Camilla. Nada de esta vuelta a los grandes actos institucionales se ha dejado a la improvisación.
Prueba de ello, la marca elegida para firmar su espectacular vestido de noche, rojo pasión, confeccionado en seda, con largo por debajo de los tobillos y detalle de capa en la espalda. Ha confiado en la francesa Givenchy, como no podía ser de otra manera (lo de francesa), para estar en sintonía con el propósito de la velada. Es también la primera vez que Kate Middleton opta por un diseño de la maison del país de sus ilustres invitados.
Pero si de guiños y símbolos repletos de significado se trata, la tiara que se ha endosado a la cabeza, sin duda, se lleva la palma. La expectación por ver a la princesa de Gales con vestido largo y luciendo joya simbólica sobre su real cabecera no ha defraudado, con la expectación en máximos.
La tiara de Kate Middleton. GTRES
La imponente tiara de Kate Middleton con guiño a uno de los miembros más icónicos de la familia de su marido
Se trata de la tiara Cambridge Lover's Knot, una pieza de la colección real encargada por María de Teck, abuela de la reina Isabel II, a la joyería Garrand. Data del año 1913. Se trata de una joya inspirada en la que adueñó en vida la princesa Augusta, mujer del duque de Cambridge, de ahí su nombre. Lo simbólico de la tiara no es tanto que perteneciera a la siempre recordada madre del rey Carlos III, sino que fue el regalo de bodas que esta le hizo entrega a Diana de Gales en 1981. Kate Middleton no ha querido olvidar a su suegra fallecida para encarar un momento clave de su vida, dos años después que le fuera diagnosticado el cáncer del que ya está en remisión y se desconoce el tipo.
La eterna Lady Di nunca lució la exclusiva pieza de joyería para su gran boda. En cambio, se decantó por otra con gran carga simbólica en honor a su familia, los Spencer. La que ahora ha sacado a pasear Kate Middleton se la puso su suegra en varias ocasiones, aunque no sin problemas a pesar de ser una de sus joyas más queridas. Llegó a decir que le daba dolor de cabeza debido al peso de la misma.
Kate Middleton y el príncipe Guillermo. GTRES
La Cambridge Lover's Knot es una tiara con 19 arcos abiertos, repleta de diamantes de talla brillante y 38 perlas en forma de gota. Unos números que dan cuenta de lo única y exclusiva que es esta pieza y su valor incalculable. No sobra decir que si la mujer del príncipe Guillermo ha podido lucirla en la cena de gala ofrecida a Emmanuel Macron y Brigitte es porque, tras el polémico divorcio de Diana de Gales con el actual rey de Inglaterra, su dueña provisional tuvo que devolverla.
Para cerrar el estilismo de auténtica princesa de cuento de hadas moderno -sin parafernalias excesivas-, Kate Middleton ha lucido unos impresionantes pendientes que pertenecieron a la reina madre, regalo de su gran amiga Margaret Greville en 1942, y luego esta hizo lo propio con su hija, Isabel II, como regalo de bodas. De la firma Cartier, no prescinden de su cuota de diamantes y diamantes y más diamantes, engastados en platino.