Seguro que alguna vez has sentido cómo los pensamientos negativos secuestran tu mente, y no te dejan en paz. Como si un torbellino de ideas pesimistas y malintencionadas, quisieran arruinarte el día. El Dr. Mario Alonso Puig, médico y fellow en cirugía por Harvard University Medical School, lleva más de veinte años formándose y formando a líderes para desplegar el potencial humano en tiempos de incertidumbre. Tras su trabajo con directivos de empresas y equipos de alto rendimiento, ha constatado que la clave para no quedar atrapados en la negatividad no es combatir el pensamiento, sino acogerlo con serenidad.

Dejar de luchar y empezar a observar

“¿Qué haces cuando un pensamiento negativo parece no querer irse de tu mente? Es fácil quedarse atrapado en una espiral negativa y darle vueltas al mismo pensamiento una y otra vez sintiendo que no hay manera de que pare es normal que estos pensamientos nos asalten de vez en cuando lo que puede marcar la diferencia es dejar de luchar contra ellos y aprender a observarlos a distancia y con calma”.

Con esta reflexión, Puig subraya que la batalla frontal sólo alimenta la tensión interna. En lugar de enfrentarlo como un enemigo, propone convertirnos en testigos, un ejercicio de distancia psicológica que neutraliza la fuerza de la resistencia. No se trata de anular la idea —algo imposible—, sino de permitir que emerja y desaparezca sin identificarla con nuestra persona.

Los “gusanos de pensamiento”, como los definen las doctoras Julie Tseng y Jordan Poppenk, son esos monólogos internos que, sin fundamento real, inundan la mente y guían nuestras emociones y decisiones. Según su estudio, esas voces intrusivas no responden a una realidad y operan a partir de distorsiones —miedos infundados o expectativas desproporcionadas—. La propuesta de Puig, en cambio, es “iluminar la consciencia” y restablecer el vínculo con la experiencia palpable, de modo que la fantasía mental pierda su poder.

El protocolo del instante presente

“Cuando aparezca un pensamiento negativo no te castigues por ello es normal respirada profundo y dile con amabilidad te veo, pero no necesito quedarme contigo después vuelve algo sencillo del presente el sonido a tu alrededor el ritmo de tu respiración u observa algo bonito que tengas cerca no se trata de vencer al pensamiento, sino de recordar que tú eres más grande que él”.

Este breve guion —detectar sin juicio, inhalar atentamente, dialogar con la propia mente y regresar al aquí y ahora— puede aplicarse en cualquier momento del día. Unos segundos bastan para restablecer la calma y desmontar el bucle: sentir la textura de un cojín, escuchar un pájaro, fijarse en la luz que atraviesa una ventana. No es meditación formal, sino un “anclaje” que nos recuerda que somos más que el flujo automático de ideas.

Asimismo, el Dr. Puig añade una metáfora que sintetiza todo el proceso:
“Quiero que te plantees lo siguiente pretender parar el pensamiento es un gran error lo que se resiste persiste abrazarlo lo transforma que es abrazar reconocer su existencia y no quedara atrapado por dicho pensamiento recuerda en un cielo con nubes los pensamientos son las nubes el cielo eres tú déjalos pasar vuelve una y otra vez a la realidad de quién eres ese precioso cielo azul”.

Pensamientos negativos

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Con ella, visualizamos la mente como un vasto firmamento y los pensamientos como nubes efímeras: aparecen, cumplen su función pasajera y se disipan. Asumir que somos el cielo y no la nube empodera al individuo, otorgándole libertad interior.

Transformar el diálogo interno

El verdadero cambio no reside en silenciar la mente, sino en alterar nuestra relación con ella. Al dejar de tomar los pensamientos como hechos probados, recuperamos la facultad de responder con elección y responsabilidad. Esa postura consciente refuerza la autoestima, mejora la gestión del estrés y potencia la creatividad y la comunicación, ámbitos donde Puig ha centrado buena parte de sus conferencias y talleres.

Para deshacer esos “gusanos de pensamiento”, es esencial darle importancia a la experiencia y conectar con la vida real. En la práctica, esto significa cultivar una actitud de curiosidad amable, indagar en la sensación física de la respiración, en el registro sensorial del entorno o en la simple belleza de un objeto cercano.

Así, las ideas negativas dejan de ser una cadena inquebrantable y se convierten en meros visitantes que no definen nuestra esencia. Al acogerlas sin juicio y sin resistencia, abrimos espacio para la claridad mental y para decisiones más equilibradas.

En definitiva, la enseñanza del Dr. Mario Alonso Puig nos recuerda que los pensamientos no son nuestra identidad, sino fenómenos transitorios. Aprender a recibirlos con atención y amabilidad nos conduce a descubrir la amplitud del “cielo” interior que somos: un horizonte inmutable que permanece, sin importar cuántas nubes pasen. Con práctica y constancia, esta forma de relacionarnos con la mente se convierte en una fuente de bienestar duradero.