Estamos acostumbrados a oír las palabras “edad biológica” y “edad emocional”. Desde niños, ya podemos diferenciar entre la manera de expresar emociones dependiendo si somos niños o niñas. Al igual que en la edad adulta existen diferencias entre la expresión emocional de un hombre y la de una mujer, hoy en día esas diferencias se reducido en las generaciones más jóvenes. Los hombres aprenden que expresar ciertas emociones y sentimientos no es algo negativo, ni que vayan a perder su condición masculina. A su vez, las mujeres tampoco reprimen ciertos comportamientos y emociones que pueden ser consideradas como masculinas, ya que ambos sexos poseemos energías y arquetipos tanto masculinos como femeninos.
De lo que depende realmente la edad emocional y lo que la define, es de la capacidad de expresar y canalizar las emociones, las cuales siguen siendo algo diferentes entre hombres y mujeres. Independientemente del grado de madurez de la persona, de su sexo y de su edad, está estudiado mediante investigaciones que la edad emocional promedio se encuentra entre los siete y catorce años.
Los adultos creemos erróneamente que si reprimimos o escondemos las emociones, nos convertimos en personas vulnerables o inmaduras. Cuando estamos en la soledad e intimidad con nosotros mismos, es cuando nos enfrentamos a nuestra vulnerabilidad y podemos madurar emocionalmente. Necesitamos ser honestos en nuestra propia soledad, porque sabemos que no hay nadie que pueda juzgarnos y a la que nos pueda importar su opinión, ni que pueda descubrir lo vulnerables que somos. Por eso es importante aprender a madurar emocionalmente antes de ser capaces de exponernos ante el otro en una relación de pareja.
Las emociones según la edad
A diferencia de los adultos, los niños y las personas inmaduras se relacionan con los demás, no para aprender de la relación ni aprender a ser expuestos emocionalmente, sino para ocultar aquello que se cree que le hace vulnerables, y también para ver qué se puede obtener de ellos.
La persona adulta y madura entra sin miedo en una relación de pareja cuando ha experimentado primero la gestión y expresión de las emociones con ella misma, en la soledad. En una relación madura, es nuestro corazón el que gobierna, con nuestra atención plena puesta en él. Lo que se busca es aprovechar la oportunidad de dar lo mejor de nosotros al otro, de forma incondicional. Si el amor es recíproco y de igual a igual, el dar y el recibir se produce de forma natural, ya que no dependemos emocionalmente del otro, ni buscamos aprovecharnos de la relación. Simplemente sabemos gestionar y conocer nuestras emociones, sin importarnos mostrar nuestra vulnerabilidad. Pero para ello tenemos que tener en sintonía los aspectos emocional, mental y físico, de los cuales hablaremos a continuación.
El concepto de enamoramiento, que ya estudiamos en anteriores artículos, cambia a medida que maduramos, y nos ayuda a tener relaciones más sanas, siendo conscientes que la fase del enamoramiento da paso a una fase de amor más maduro y más generoso.
Edad emocional y nivel de conciencia
Cuando somos niños, es el aspecto emocional el que predomina respecto al mental y al físico. A medida que vamos creciendo, pasamos por la adolescencia, la juventud y la edad adulta. La inmadurez y la niñez se caracterizan por no tener tan desarrollado el aspecto mental y el físico. Somos impulsivos y tomamos decisiones más viscerales y emocionales.
El ejemplo está cuando vamos de compras y vemos una ropa que nos gusta. En primer lugar nos influye el aspecto físico, luego nos dejamos llevar por la emoción que nos produce a primera vista esa ropa. Posteriormente, el aspecto mental entra en juego reflexionando el gasto que conlleva su compra y de cómo nos imaginamos que nos va a quedar esa ropa cuando nos la pongamos, de la necesidad que tenemos de adquirirla, etc. Por último, nos decidimos a probarla, y es el aspecto físico que resulta de ello lo que nos influye en la decisión de su compra o no.
Cuando el aspecto emocional está en consonancia con el aspecto mental y el físico, es decir, cuando somos capaces de pasar las emociones por el filtro de la razón (aspecto mental) y por el aspecto físico (sentir y gestionar la emoción en nuestro cuerpo, y de qué forma se expresa nuestro cuerpo) se les da la importancia que tienen en su lugar respecto a los otros dos, y entonces se puede decir que somos maduros, porque el nivel de conciencia es, entre otras cosas, el nivel de manejo de estos tres aspectos de nuestro cuerpo-psique.
Todo esto, por supuesto se puede aplicar a la hora de encontrar amistades o una relación de pareja. Toda relación exitosa pasa por darnos cuenta del mensaje que nos quiere decir cada emoción con la persona con la que queremos estar o con la que ya hemos comenzado una relación amorosa; y al mismo tiempo reflexionar mentalmente lo que nos hace sentir, y cual es la razón por la que queremos comenzar una relación con alguien. Preguntas como ¿Realmente quiero estar con esta persona? ¿Qué sentido tiene para mí estar con ella? ¿Es una oportunidad para dar lo mejor de mí? ¿Para evolucionar juntos? ¿Cómo me siento más feliz? ¿Solo/a o viviendo una relación? Etc.
Si somos honestos con nosotros mismos, la respuesta a estas preguntas nos dará la edad emocional, sintiendo más seguridad en nuestras propias decisiones y tomando las más acertadas para nuestra felicidad.
Escrito por: Pablo Ruiz Bellverser. Terapeuta Transpersonal Terapeuta Transpersonal y Emocional. Maestro de Cábala y Consultor del Árbol de la Vida personal. (clic aquí)
email más info: dufresne12 @hotmail.com