Tamara Falcó es, sin duda, ‘la socialité’ por excelencia. Su presencia en medios y redes sociales ha crecido tanto que parece destronar a las reinas de la ‘jet set’, entre las que se incluye su madre, Isabel Preysler. Aunque desde su infancia y su juventud, su vida ha estado marcada por la presión mediática, ser ‘hija de’ se ha convertido en un arma de doble filo a la hora de construir su propia marca personal. Así lo destaca José Noblejas, experto en marca personal y redes sociales, que apunta a que “Tamara Falcó ha estado inmersa en el ecosistema de la alta sociedad y la prensa del corazón desde bien pequeña, algo que le ha traído algunas ventajas, como un acceso inmediato a visibilidad, contactos y una plataforma privilegiada”, pero también algunos inconvenientes o ‘riesgos’ que le dificultan el camino hasta la construcción de “una línea narrativa propia”.
“Ella se ha saltado la mayoría de los pasos que debería dar alguien para llegar a tener esa marca personal tan reconocida. Pero haber llegado tan directa a ese punto dificulta mucho la labor de construir una línea narrativa propia. Durante años, fue definida por la sombra de su madre (Isabel Preysler) y su padre (Carlos Falcó), lo que limitó su capacidad de diferenciarse o desarrollar una voz auténtica, además de encasillarse en la percepción de mucha gente y esto es algo muy difícil de cambiar”, asegura el experto.
“En términos de marca, podríamos decir que su “marca heredada” le dio notoriedad, pero no diferenciación. Fue conocida antes de ser comprendida”, apuntilla.
En este camino a convertirse en una entidad con nombre propio y dejar atrás la casilla de ‘hija de’, ha sido clave trabajar “con inteligencia emocional y estratégica para independizar su marca”, destaca Noblejas, “podríamos decir que las claves han sido su educación internacional y su conversión religiosa, que añaden profundidad y autenticidad, alejándola del arquetipo superficial del ‘famoso por ser famoso’, y sus apariciones en televisión con personalidad propia: No repite el estilo distante o sofisticado de su madre. Ha elegido mostrarse cercana, espontánea y, a menudo, vulnerable”.
El experto tiene claro que “su evolución se ha basado en una mezcla de branding emocional (mostrar quién es realmente) y reposicionamiento narrativo (de personaje ornamental a protagonista con valores)”.
Tamara Falcó utiliza este gadget en casa para cuidar la piel.
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Cómo ha afectado a su marca personal, su participación en programas como ‘MasterChef Celebrity’ y ‘El Hormiguero’
“MasterChef Celebrity le sirvió para mostrar talento, esfuerzo, humildad, nervios, errores y humor”, comienza señalando José Noblejas, “el espectador se conectó con la Tamara “de carne y hueso”, aquella que es capaz de hacer algo importante y de nivel estando ella al frente y sin apoyos. Le dio esa independencia tan importante teniendo en cuenta que la percepción de la audiencia era justo la contraria”.
Sin embargo, su papel en ‘El Hormiguero’ es algo que genera un poco más de controversia. “Es su altavoz semanal. El público se ha acostumbrado a verla como una mujer divertida, algo ingenua, pero auténtica, lejos de la frialdad del “papel cuché”, señala, sin embargo, “tiene intervenciones buenas y otras que no se sabe muy bien qué ha querido decir o denota una falta de información sobre el tema concreto que se trate. Creo que no le beneficia tener al lado a Cristina Pardo (quien tiene un nivel cultural global muy elevado) y a veces esa diferencia es evidente”.
Eso sí, es evidente que “ambos formatos humanizan su imagen, permitiéndole conectar con audiencias que antes la veían como inaccesible”.
Tamara Falcó en El Hormiguero
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Su relación con Iñigo Onieva, “un claro ejemplo de cómo una figura pública puede verse zarandeada y salir reforzada”
Su relación y posterior polémica ruptura con Íñigo Onieva tuvieron una enorme repercusión mediática. Casi como una montaña rusa en la que se la que pasó de ser una “reina” con su ‘nanosegundo en el metaverso’ a ser cuestionada por su posterior reconciliación y boda. Este episodio fue, en palabras de Noblejas, “un claro ejemplo de cómo una figura pública puede verse zarandeada mediáticamente… y a la vez salir reforzada”. Y es que, explica, “el escándalo inicial generó una ola de simpatía. Su frase del “nanosegundo en el metaverso” se volvió viral, y se convirtió en una víctima pública del engaño. Este momento vulneró su imagen, pero también potenció su conexión emocional con la audiencia”.
Sin embargo, apunta a que la reconciliación posterior fue arriesgada. “Algunos sectores la criticaron por “blanda” o “tradicional”, pero también consolidó su imagen de mujer de fe, coherente con sus valores”, explica. “Aquí su marca se jugó mucho: arriesgó reputación, pero ganó autenticidad y consistencia. Aunque también hubo mucha gente que se sintió defraudada, no entendió esa vuelta atrás y el haberle dado otra oportunidad a Iñigo”, continúa narrando Noblejas.
En definitiva, este capítulo expuso sus grietas, “y eso la fortaleció como figura real, emocionalmente identificable”.
Tamara Falcó e Iñigo Onieva.
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Su faceta como ‘influencer’
José Noblejas tiene claro que Tamara Falcó “no es una influencer al uso”. “Su Instagram es un reflejo claro de su universo: Un estilo visual clásico, elegante, sin excesos... Un tono cercano, sin caer en la exposición excesiva, y un contenido muy alineado con su vida real: cocina, fe, familia, moda sobria, eventos sociales…”.
“No es una influencer al uso, tiene más de millón y medio de seguidores en Instagram, pero no es el escaparate digital que acostumbramos a ver en las influencers. Es como si le diera igual que los contenidos fueran diversos y no tuvieran el look estipulado por la industria. Y si le da igual me alegro muchísimo, porque es por donde tiene que ir. Ella es diferente, auténtica, si no hace lo que hace todo el mundo… Chapó”, aplaude el experto, “Tamara no intenta ser algo que no es. No compite en likes, sino en autenticidad”.
Sobre cómo contribuye la actitud de Tamara Falcó en redes sociales y ante los medios en su percepción como figura pública y socialité, Noblejas destaca que “se podría definir como naturalmente naíf pero consciente. Es fiel a sus valores (religión, familia, lealtad). Firme en su estilo de vida, sin necesidad de justificarse ante las modas o presiones externas”, destaca el experto, dejando claro que “esta actitud, lejos de ser una estrategia artificial, la convierte en una figura única dentro del panorama social español. Aporta frescura, coherencia y un toque de ingenuidad que rompe con el cinismo habitual del mundo del corazón. Eso la hace querible, y en términos de marca, eso es oro”, zanja.