A lo largo de la historia, todas las imágenes mitológicas atribuidas a los oscuro y grotesco son, ni más ni menos, que las proyecciones mentales que han sido conformadas por el inconsciente colectivo.

Hasta ahora, todo lo que se nos había dicho sobre el bien era que tenía que vencer a la oscuridad y que el bien es el que tiene que prevalecer si queremos vivir en paz, armonía y felicidad. En Terapia Transpersonal se considera esa tal “victoria” el trabajar esa sombra o mal desde el propio interior de la persona. Es decir, que la sombra se trata de todo pensamiento, sentimiento y concepto no aceptado y reprimido, que ha sido enterrado en lo más profundo de nuestra mente, hasta el punto de no darnos cuenta de que existe. Significa la parte reprimida de nuestra personalidad, aspectos de nosotros mismos que no somos capaces de reconocer y aceptar, relegándolos a la oscuridad del sótano de nuestra psique, cerrado con llave.

La sombra colectiva de la humanidad se representa por la maldad que unas naciones han mostrado frente a otras; a través del racismo, la intolerancia, cualquier forma de tiranía, etc. Paradójicamente, muchas de estas naciones que han reprimido a otras por su comportamiento, han caído en los mismos comportamientos con su propio pueblo.

En cuanto a la sombra personal, una pregunta importante que nos viene es: ¿Cómo descubrirla dentro de nosotros?

La sombra personal que se manifiesta en nuestra vida cotidiana puede reconocerse en varias circunstancias, bajo una máscara que oculta todo tipo de emociones y conductas que solemos considerar como negativas e inaceptables. Puede ser a través de rabia, celos, resentimiento, orgullo desmedido o tendencias suicidas y asesinas.

Es típico también manifestándose como una reacción sobredimensionada ante algo que vemos, oímos o experimentamos de cualquier forma, dándole una importancia especial para nosotros. También se detecta en la manera que tenemos de expresarnos como: “no entiendo cómo puede llevar esa ropa” o “no puedo creer que esta persona fuera capaz de hacer tal cosa”.

Los aspectos de nuestra personalidad que consideramos negativos, son así debido a que no los hemos aceptado por ser socialmente inaceptables o bien debido a que, por la educación que hemos recibido, hemos determinado que no tenían que estar en nuestra vida. La sombra nos puede perjudicar sólo cuando no le prestamos atención y no trabajamos con ella, no nos sumergimos con valentía en nuestras profundidades del inconsciente.

Cuando nos dejamos de resistir a lo que es, a lo que rechazamos de nosotros, es cuando nos damos cuenta que somos también eso que no manifestamos o nos da vergüenza manifestar.

La relación con los demás nos sirve de espejo y es la manera de saber donde y cómo se encuentra escondida nuestra sombra. Lo que no soportamos de los demás, son aquellas cualidades que no aceptamos o nos desagradan de nosotros. Aquello que censuramos de los demás, no es más que una proyección de un aspecto de nosotros.

Esto no quiere decir que seamos igual que la otra persona; simplemente que la otra persona tiene ese aspecto de mí sobredimensionado y visible, para que yo vea, al igual que con una lupa, que yo tengo en menor medida “algo” que esa persona tiene. Lo que más nos irrita de los demás, es aquello que nos lleva a una mayor comprensión de nosotros mismos.

La sombra personal no solamente se refiere a defectos o cualidades negativas, sino que pueden ser dones y virtudes positivas que no sabemos que tenemos y que, por educación o nuestras propias creencias personales, no hemos desarrollado o las hemos ocultado. Así mismo, cuando algo nos atrae de alguien y admiramos de alguien, quiere decir que nosotros también tenemos esa virtud escondida.

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El hecho de darnos cuenta de una cualidad de alguien, ya es señal de que esa cualidad también está dentro de nosotros. Me viene el ejemplo de un niño o una niña que tiene la gran capacidad de tocar el piano, pero que sus padres o sus propias creencias sobre ellos mismos no les han hecho darse cuenta de tal virtud. Ejemplos como: “tú que vas a saber tocar eso, con lo complicado que es” o “niño no toques eso que lo puedes estropear y vale muy caro” o “con eso no te vas a ganar la vida”, etc.

En cuanto a la pareja, el concepto de sombra personal también es importante y se manifiesta. Cuando en una pareja existe dependencia el uno del otro, ambos se enamoran de la otra persona con rasgos completamente opuestos uno del otro. Tendemos a enamorarnos de las cualidades del otro que nos hemos negado a desarrollar en nosotros mismos.

Sin embargo, después de un tiempo, esas cualidades que nos parecían maravillosas del otro, las terminamos rechazando, porque las seguimos considerando carencias por no haberlas desarrollado en nosotros. Así que, cuando te guste mucho algo del otro, intenta desarrollarlo en tí antes de que lo puedas rechazar y te parezca cansado. Esas proyecciones que nos admiran del otro, son el resultado de aspectos reprimidos de nuestra propia personalidad.

El antídoto a la sombra es el autoconocimiento y la autobservación constante.

El “yo” egóico se niega a aceptar e incluso a sumergirse en las profundidades de la mente para sacar a la luz e integrar su sombra. El problema de la sombra no está en tener tal o cual aspecto oculto, sino en negarlo y no admitir que tenemos tal o cual característica, entre muchas otras.

El bien y la paz interior no llegará hasta que no seamos conscientes que el bien, la autorrealización, el equilibrio mental, emocional, etc. no consista en el rechazo de la sombra, sino en su integración, basándose en el trabajo de las cualidades opuestas. Es decir, si sentimos ira, observar el porqué y cultivar la calma, el respeto por uno mismo y por el otro. No sabemos lo que la otra persona que nos provoca ira ha pasado o experimentado para ser quien es. Como dice el dicho: “no somos capaces de ponernos en el lugar del otro hasta que no hemos caminado cien kilómetros con sus zapatos”.

Si somos conscientes que estamos aquí de paso, y que cada rasgo de nuestra personalidad está ahí para algo, para enseñarnos y evolucionar, habremos despertado de la ilusión de los conceptos que nos hemos ido forjando a lo largo del tiempo para hacernos creer lo que no somos.

Para superar el conflicto con la sombra es necesario una dosis de humildad, honestidad y auto-perdón.

Porque nosotros también hemos caminado con unos zapatos que nadie más ha experimentado. Quien busca el bien solamente rechazando la parte que consideramos maligna, no entiende los principios que rigen la vida, la dualidad intrínseca dentro de nuestra naturaleza. Incluso el maestro o el líder no rechazan su propia sombra. Aceptan que ellos también pueden enfadarse, sentir envidia o inseguridad en diferentes circunstancias.

Así que trabajemos en el amor hacia nosotros mismos y ese amor lo veremos reflejado en el otro.

La percepción del mundo cambia cuando cambia la percepción de nosotros mismos. Amarse a uno mismo no es fácil, por eso el proceso comienza con la aceptación de nuestras partes más rechazadas. La mayor victoria que podemos alcanzar en la vida es el triunfo sobre nosotros mismos reconciliando los opuestos que están dentro nuestro.

Escrito por: Pablo Ruiz Bellverser. Terapeuta Transpersonal (clic aquí)
Info: dufresne12@hotmail.com