Yurena, Ámbar, Tamara... Ha tenido más nombres que Prince y ha demostrado que es una superviviente de sí misma, así que no entiendo los motivos que llevan a criticar que en su estancia en Honduras le esté resultando durísimo estar lejos de su madre anciana y en un ambiente hostil. A cualquiera nos pasaría lo mismo...

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Yurena, con uno de sus moños más característicos.

Cuántos artistas de los 90 apoyados por multinacionales de la música, con mayores capacidades vocales que Yurena han caído ya en el olvido y ni siquiera tienen personalidad para que las productoras televisivas les quieran convertir en carne de 'reality'. No voy a dar nombre para no ofender a nadie, pero todos podríamos decir unos cuantos sin pensar mucho.Por eso, no debemos desdeñar la trayectoria profesional de una mujer que se dio a conocer alegando un embarazo de Paco Porras que luego se malogró. Que fuera cierto o no, eso es lo de menos, porque a mí siempre me han gustado las artistas capaces de fabular o inventarse su propia vida como Sara Montiel, que contaba anécdotas delirantes que nunca ocurrieron, o Ana Obregón, que se autodenomina 'Antoñita la fantástica'.Ella ha logrado ser única, ser Yurena o como los malpensantes siguen recordando como 'Tamara la mala', para distinguirla de la otra Tamara, la de los boleros, que a mí, sin tener en contra nada de ella, me resulta mucho más aburrida. Es un personaje con identidad y una imagen de marca muy reconocible. Alaska y Mario Vaquerizo la apadrinaron en su momento y consiguieron aglutinar en uno de sus discos a talentos como Nacho Canut o Carlos Berlanga. Años después, Yurena logró hacerse una extrañísima gira por China con resultados un tanto inciertos, pero hubiera pagado por estar allí y ver las caras del público.

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Con su madre, Margarita Seisdedos, a quien siempre ha estado muy unida.

Yurena ha convertido su vida en un 'reality' y, aunque parecía olvidaba, ha logrado emerger de sus cenizas para conseguir que hablen de ella, aunque sea mal. Está más que acostumbrada a someterse al 'bullying' mediático, a que se mofen en su cara o a ser agredida en plena Gran Vía madrileña, pero ella es la mejor encarnación de 'Resistiré', aquella canción del Dúo Dinámico que decía que 'soy como el junco, que se dobla, pero siempre sigue en pie".La artista (hubo quien con esnobismo la comparó con David Bowie) está más allá de las modas y es fácil encontrarla por la Gran Vía madrileña, paseando su delgadez lánguida y su moño a lo Audrey Hepburn, como una estrella de otra época que vive del recuerdo. Siempre encaramada al conflicto y cuestionada, ha logrado con una retórica un tanto redicha rehacerse en un medio tan voraz como la televisión, que tritura a sus ídolos, genera muñecos rotos y paga con el olvido lo que en otros tiempos fuera éxito rutilante.

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Yurena no lo está pasando nada bien en 'Supervivientes' y echa mucho de menos a su madre.

De momento tenemos Yurena para rato y si sabe gestionar bien sus nuevos quince minutos de fama la veremos reciclada en colaboradora televisiva, cantando canciones sin voz, bailando como una Kylie Minogue artrítica y luciendo looks imposibles que oscilan entre lo kitsch y lo ultramoderno.El vocabulario se me queda corto para describir a una mujer que persiguió su sueño de ser cantante sin tener ninguna cualidad para ello y lo logró. Fue número uno en ventas, ante el escándalo del 'stablishment' y sigue teniendo unos fans muy férreos, en su mayoría gays, que por ella 'ma-tan'. No me extraña.De ella podríamos decir lo que aquel crítico de Nueva York sobre Lola Flores: "Ni canta, ni baila, pero no se la pierdan".

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En una de las fiestas de 'Que trabaje Rita' en Madrid.