Esta semana el matrimonio Macron ha copado portadas a nivel mundial por motivos bien alejados a su papel oficial como matrimonio presidencial de la República de Francia. A su llegada a Vietnam en visita oficial pudimos ver una escena llamativa a bordo del avión presidencial que no tardó en dar la vuelta al mundo. En la secuencia, captada por los medios gráficos que esperaban el desembarco del matrimonio a pie de pista, se puede presenciar un movimiento extraño de manos en la cara de Emmanuel Macron y cómo el Presidente se queda inmóvil unos segundos al ser consciente de que la secuencia estaba siendo grabada por los medios para inmediatamente después recomponerse y saludar.
Cuando el matrimonio efectúa su salida de la cabina se puede ver que esas manos que golpeaban la cara de Emmanuel eran las de Brigitte, su mujer, ya que va vestida de un llamativo color rojo. En cuanto salen de la cabina, en lo alto de la escalerilla, se puede ver como el Presidente espera a su mujer para ofrecerle su brazo para bajar las escaleras, pero ella declina la invitación sin siquiera mirarlo y bajan separados hasta los coches que los esperan en la pista. En un primer instante el entorno de los Macron dijo que se trataba de una disputa sin más, después desde el Eliseo se dijo que eran imágenes generadas con Inteligencia Artificial, algo que negaron los medios que las grabaron y ante lo cual, el equipo de prensa del Presidente comentó que era una escena de complicidad entre el matrimonio sin mayor importancia.
Tres versiones distintas en cuestión de horas para intentar tapar con un dedo el sol sin mucho éxito, la verdad. Y es que las cosas son siempre más sencillas. Lo que posiblemente ocurriría sería alguna discrepancia sin mayor importancia acrecentada por las horas de vuelo y el cansancio, algo que podría ocurrir en cualquier pareja pero que parece inadmisible cuando la pareja en cuestión además de una vida en común tiene un cargo público que desempeñar. Hoy recordamos otras sonadas salidas de tono de parejas públicas a la vista de todos.
Juan Carlos I visiblemente contrariado junto a la Reina Emérita en Santiago de Compostela en 2010.
Gtres
Juan Carlos I y Doña Sofía, de humillación en humillación
Si hay un matrimonio público que ha dado quebraderos de cabeza a su departamento de protocolo por los desplantes públicos y privados que han trascendido ese es el compuesto por los Reyes Eméritos. Que se trataba de un matrimonio roto era algo que durante muchos años fue un secreto a voces sin nadie interesado en confirmar, pero con la caída en desgracia por sus propios méritos del Emérito se abrió la veda para poder airear lo que durante cuatro décadas se tapó por todos los medios. El matrimonio real había sido una farsa, una tapadera real sostenida por mera estética ante una opinión pública que quizás no habría entendido que los Reyes de España se hubieran divorciado.
Amantes, grabaciones, documentales y biografías mediante, vamos conociendo los detalles de todos los deslices y traiciones del Emérito pero también fueron muchas las veces que Juan Carlos dio muestras en público del desprecio que siente por su todavía esposa, la Reina Emérita. En el 2010 coincidiendo con el Año Xacobeo de Santiago de Compostela, los entonces Reyes acudieron a la misa del día del Apóstol en la Catedral de Santiago. En el momento de subir la escalinata del templo, la Reina Sofía se enhebró del brazo de su marido que en un cierto tramo de la escalera trastabilló con sus propios pies hasta tambalearse y casi caerse. En un ataque de furia Juan Carlos comenzó a golpear con el codo a Doña Sofía para intentar zafarse de ella ante la atónita vista de todos los que allí se encontraban.
Pero esta no fue la única vez que el Emérito perdía los modales en público descargando toda su furia sobre su mujer. También en 2011 cuando el Papa Benedicto XVI acude a Madrid a la Jornada Mundial de la Juventud es recibido por los Reyes en el aeropuerto y al comenzar un recorrido por una alfombra roja situada en la pista el Emérito comienza a hacer gestos con su bastón a Doña Sofía para que se coloque por detrás de él y del pontífice en el que él consideraba que debía ser su lugar. Doña Sofía visiblemente descolocada al recibir órdenes de esa forma en público hace un gesto a la prensa y se coloca donde su marido le ordena.
La Reina Sofía descolocada ante la humillación de Juan Carlos I hace un guiño a la prensa.
Gtres
Una de las últimas veces que el Emérito mostró en público su absoluto desprecio por quien aun es su mujer fue en el funeral de Constantino de Grecia. Durante toda la misa funeral fue incapaz de reconfortar de manera alguna a una compungida Doña Sofía superada por la tristeza de despedir a su hermano. Ya a la salida del templo Juan Carlos interrumpió un momento en el que Doña Sofía agradecía su cariño al pueblo heleno para ordenar que se apartase para dejarlo pasar sin importante de nuevo ni su dolor ni hacerle un desplante público en el funeral de su hermano.
Los Trump y los Clinton tampoco se escapan de escándalos públicos
Pero esto de mandar el protocolo no es algo solo propio de Reyes o de presidentes de la República de Francia, también los Presidentes de los Estados Unidos entienden de mandar el protocolo a freír espárragos. Posiblemente uno de los mandatos más convulsos por los comentarios públicos de lo que hacía el Presidente en privado fuese el de Bill Clinton. Los comentarios sobre los escarceos amorosos del líder demócrata siempre habían sido un cotilleo recurrente en los círculos de periodistas americanos pero con Clinton ocupando el despacho oval todo se salió de madre y terminó con un debate público entorno a lo poco ético que era que Bill tuviese un lío con su entonces becaria, Monica Lewinsky. Aquello culminó con la joven compareciendo en la prensa contando los detalles del escandalo y asegurando guardar en su poder una prenda de ropa con los restos biológicos del Presidente. Ver para creer.
Melania Trump en una de las muchas fotografías en las que parece pensar "no soporto a este señor".
Gtres
Por último, en este ranking de desplantes públicos tenemos que acordarnos del matrimonio Trump y en concreto de la enigmática Melania que ha dado muestras públicas de estar harta de su estatus de mujer de Donald J. Trump en muchas ocasiones. La eslovena ha llegado a esquivar la mano de su marido en actos públicos en más de una decena de ocasiones, también ha sido traicionada por sus expresiones faciales en más de una ocasión cambiando su sonrisa por una mueca de asco en cuanto su marido se da la vuelta, pero el mejor desplante público fueron la publicación de unos audios en los que la Trump se despacha a gusto contando lo hasta las narices que está de tener que decorar la Casa Blanca en Navidad. Se ve que para Melania era todo más fácil cuando solo tenía que figurar para la foto, pero podía hacer la vida que le daba la gana sin la menor obligación pública.