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Con la vuelta al trabajo necesitas un aporte extra de energía, bienestar y juventud. La mayoría se alimenta mal de manera habitual: por las prisas del día a día, por costumbres, por el estrés o por simple desconocimiento. Si se siguen unas sencillas recomendaciones nutricionales y algunos cambios en el estilo de vida, además de fortalecer la función inmune del organismo, se consigue mejorar la sensación de bienestar general y aumentar los niveles de energía de forma natural.

La energía es el combustible que necesita tu cuerpo para crecer, desarrollarse y funcionar correctamente.

Cómo se produce la energía
Los alimentos son la fuente de energía y se mide en calórias. La obtenemos a través de los hidratos de carbono, grasas y proteínas. Cada uno tiene un valor calórico diferente: 1 gramo de hidratos de carbono o de proteínas libera al quemarse 4 kcal y 1 de grasa libera 9 kcal. Por ello, los alimentos ricos en grasa tienen un contenido energético mucho mayor que el resto. La energía que almacenamos en el organismo como reserva a largo plazo es en forma de grasa.

Las vitaminas, minerales, los oligoelementos, el agua y la fibra se consideran no energéticos.

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Según tu edad
Las necesidades energéticas dependen del consumo diario de energía. El gasto total se compone del metabolismo basal y por actividad.
Metabolismo basal: la que el cuerpo consume en reposo total y a temperatura ambiente para mantener las funciones vitales como la respiración, la circulación y la temperatura corporal adecuada. Representa entre el 60-75% del gasto total.
Energía que se consume con la actividad física: la que consume el cuerpo durante 24 horas además del metabolismo basal, por ejemplo mediante actividad física y mental, o a causa del embarazo, la lactancia, el crecimiento o la regeneración tras enfermedades o lesiones.

Varía con la edad, los niños son mucho más activos que los ancianos. Conforme cumplimos años el metabolismo basal va disminuyendo y por otro lado, los cambios de estilo de vida y la diminución de masa muscular conllevan una disminución de las necesidades energéticas.

Un hombre y una mujer no necesitan la misma cantidad. Las recomendaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud) establecen un aporte calórico de 2000 a 2500 Kcal/día para un varón adulto y de 1500 a 2000 kcal/día para las mujeres. *(En la tabla superior ya indicamos aproximadamente el 60-75% de las calorías que gasta tu cuerpo diariamente). Estas necesidades disminuyen a medida que nos hacemos mayores.

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Ten en cuenta...
Favorece una alimentación sana y equilibrada. Fundamentalmente proporcionan más energía las grasas: 9 kcal /gramo y después los hidratos de carbono y proteínas que proporcionan 4 kcal /gr.

Empeora la energía:
Una alimentación desequilibrada, como no desayunar bien, es importante consumir proteínas e hidratos de carbono de absorción lenta como el pan mejor integral, salvado o de avena y olvidarnos de bollería industrial y azúcares de absorción rápida que nos aportarán energía sólo durante una hora. Intenta comer 5 veces al día. No dejes pasar más de 4 horas sin comer ni menos de dos horas y media. Controla el café. No lo tomes muchas veces pues estimula síntesis de cortisol que es la hormona del estrés (favorece que la grasa se utilice como energía y se acumula). Realiza ejercicio. En ocasiones no se practica porque no se tiene energía suficiente y la consecuencia real es que no se tiene energía porque no se realiza ejercicio. Hay que empezar poco a poco.