Hay vestidos que, más que prendas, son epifanías textiles. Diseños que no solo envuelven un cuerpo, sino que cuentan una historia, abren una narrativa y, en los mejores casos, resumen el espíritu de una época. La Reina Letizia, cuya relación con la moda trasciende el mero formalismo del protocolo, ha acumulado en su armario no pocas piezas icónicas, capaces de rivalizar en expresividad con los discursos que pronuncia en cada acto institucional. Hoy haremos un ejercicio de arqueología para recuperar uno de los vestidos más celebrados, comentados y aplaudidos de su trayectoria como royal: una creación que marcó un antes y un después en su vestidor y que la situó, sin aspavientos, en la cima de la elegancia europea.
El diseño en cuestión era un poema hecho patrón: azul navy, corte midi, escote bardot asimétrico con un rosetón tridimensional desplegándose con teatralidad contenida sobre el hombro derecho. Una manga francesa equilibraba el conjunto con serenidad escultórica. El tejido, de una nobleza evidente, sostenía con aplomo la estructura del vestido sin restarle movimiento. Todo en él hablaba de una feminidad contemporánea, con ecos de la Alta Costura parisina pero anclado en el talento español. Y no era para menos: estaba firmado por Delpozo, la etiqueta nacional que bajo la batuta de Josep Font vivió su época dorada, y que convirtió a la Reina Letizia en su mejor embajadora más allá de nuestras fronteras.
El vestido de la Reina Letizia en el 50 aniversario del periódico AS
(Gtres)
El vestido más aplaudido de la Reina Letizia por las editoras de moda francesas
Doña Letizia lo estrenó en diciembre de 2017 en la gala del 50 aniversario del diario As, pero fue en París, en octubre de 2018, cuando el vestido se elevó de categoría y se convirtió en icono. Acompañando Emmanuel y a Brigitte Macron en una exposición dedicada a Joan Miró, la soberana española deslumbró con una elegancia depurada que acaparó titulares en medios como Paris Match, Point de Vue o Madame Figaro, que no dudaron en tildar su look de impecable. Aquella noche, París no ardía —por una vez—, pero sí suspiraba: por una Reina que entendía la diplomacia del estilo con inteligencia, coherencia y belleza.
El vestido de DelPozo de la Reina Letizia en los Premios Princesa de Asturias 2020
(Gtres)
El único vestido desempolvado de los Premios Princesa de Asturias (2020)
El vestido fue rescatado por última vez en 2020 para los Premios Princesa de Asturias. Fue la única edición en la que Letizia no estrenó un diseño, y sin embargo, la elección no pareció un gesto de contención, sino una declaración de principios. En plena pandemia, la Reina optó por recuperar un vestido que ya había demostrado su capacidad para emocionar desde la sobriedad. Porque un buen vestido, como un buen poema, resiste el paso del tiempo.
Pero para entender el alcance de este diseño, conviene detenerse en su autor: Josep Font, uno de los creadores más cultos, sutiles y personales que ha dado la moda española. Formado en arquitectura antes de dedicarse plenamente al diseño, su obra es un diálogo permanente entre las proporciones, el color y la sensibilidad plástica. No es casual que muchas de sus colecciones evocaran la pintura, la escultura o la danza. Su paso por Delpozo (2012-2018) fue un soplo de aire refrescante no solo para la firma, sino para el panorama internacional: logró colocar a una marca española en las mejores pasarelas del mundo sin renunciar a una estética profundamente suya, donde la delicadeza no estaba reñida con la fuerza visual.
El vestido de DelPozo de la Reina Letizia en su visita a una exposición de Joan Miró
(Gtres)
Bajo su dirección, Delpozo se convirtió en un fetiche para celebrities como Julianne Moore, Melania Trump, Cate Blanchett, Keira Knightley, Leticia Dolera o la mismísima Rihanna. Y mientras medio mundo aplaudía su virtuosismo técnico y su mirada poética, los más fashionistas solo esperaban una cosa: que la Reina Letizia se dejara seducir por su universo.
No se trató solo de una buena elección estética, sino de una toma de posición en el mapa de la moda internacional. Al decantarse por Font, Letizia demostraba estar al tanto de quién dictaba las nuevas reglas del lujo: no el oropel ostentoso, sino la confección impecable, el discurso estético coherente y el respeto por la autoría.
Hoy, años después, el vestido de Delpozo sigue siendo una lección de estilo. Y un recordatorio de que, cuando una Reina se viste con talento español, y lo hace con este nivel de acierto, no hay palacio ni pasarela que se le resista. París se rindió entonces a sus pies. Nosotros, francamente, también