En lo alto de la frontera que separa Mónaco de Francia, rodeada de naturaleza autóctona y alejada de la vida del Palacio del Principado, se encuentra Roc Agel, lafinca que es un oasis de tranquilidad para Charlène de Mónaco. Esta propiedad, adquirida en 1957 por el príncipe Rainiero III y Grace Kelly, ha sido durante décadas el retiro predilecto de la familia Grimaldi y, más recientemente, el lugar al que la princesa Charlène regresa una y otra vez para desconectar, sanar y reencontrarse consigo misma.
Un refugio natural con historia familiar
La historia de Roc Agel se remonta al año siguiente del enlace matrimonial de Rainiero de Mónaco y la actriz Grace Kelly. En busca de intimidad y lejos de los focos que siempre han rodeado a la familia principesca, los recién casados quedaron prendados de esta finca situada en la cima de Mont Agel, en la comuna francesa de Peille. La finca se encuentra a 760 metros de altitud y se accede a ella tras una subida en coche de unos 20 minutos y atravesar una verja. Como gesto de protección frente a las miradas ajenas, la pareja mandó plantar sauces, álamos, olmos y pinos alrededor de la propiedad, creando una muralla vegetal que resguarda el recinto de los ojos del exterior.
El propio Rainiero se ocupaba personalmente del mantenimiento del jardín, mientras que Grace Kelly dejó su gusto patente decorando los interiores con un estilo rústico norteamericano, hoy considerado característico de Roc Agel. Este retiro campestre se convirtió en el escenario de muchos de los momentos más íntimos de la familia, inmortalizados en fotografías tomadas por la propia Grace. Lamentablemente, también fue desde aquí donde partió la princesa en su último viaje, el 13 de septiembre de 1982, día del trágico accidente de tráfico que acabaría con su vida.
La renovación de Roc Agel por Charlène de Mónaco
Décadas después, Roc Agel ha vuelto a cobrar protagonismo en la vida de los Grimaldi gracias a Charlène de Mónaco. En 2015, ella y el príncipe Alberto decidieron renovar la finca, conservando su esencia original pero dándole un aire más moderno y funcional. Desde el comienzo de su relación con Alberto de Mónaco, Roc Agel ha sido para la exnadadora sudafricana mucho más que una casa de campo, ha sido su refugio emocional.
Aquí, alejada de los rumores que la rodean en el Principado, Charlène se muestra más relajada y natural que nunca. La finca se ha convertido en un entorno ideal para su bienestar y el de sus hijos, los gemelos Jacques y Gabriella, quienes han sido fotografiados en contadas ocasiones en este entorno campestre. Además, es el lugar al que acudió en marzo de 2022 para recuperarse de los problemas de salud que la mantuvieron durante meses en Sudáfrica.
Carolina de Mónaco en la finca Roc Agel
Gtres
Roc Agel ocupa una superficie de 56 hectáreas y, además de su función residencial de los príncipes, también opera como granja ecológica. En sus prados pastan vacas Jersey y unas 200 gallinas rojas, que desde los años 60 abastecen de productos frescos a las cocinas del Palacio de Mónaco. La finca también acoge un huerto en el que la princesa cultiva verduras que luego utiliza para cocinar platos vegetarianos, demostrando su afición por la alimentación saludable y el contacto con la tierra.
El deporte es otro de los pilares en la vida de Charlène, y Roc Agel le permite mantener este hábito en su día a día. Allí puede practicar tenis, golf, nadar en la piscina o leer a su autor favorito, Rudyard Kipling. De vez en cuando, se la ve también en alguna cafetería próxima, compartiendo momentos cotidianos lejos del protocolo real.
Carolina de Mónaco en la finca Roc Agel.
Gtres
Una joya verde en la cima del Principado
En una vida marcada por la exposición pública y la constante vigilancia de los medios de comunicación, Roc Agel representa para Charlène de Mónaco un espacio donde puede ser ella misma. La tranquilidad del enclave le permite desconectar de los rumores persistentes sobre crisis matrimoniales, tensiones palaciegas y las constantes especulaciones que han rodeado su persona desde que entró a formar parte de la Casa Real monegasca.
Protegida por la naturaleza y envuelta en un aura de serenidad constante, Roc Agel permanece como uno de los secretos mejor guardados de los Grimaldi. Aunque los focos suelen centrarse en las joyas, vestidos o gestos institucionales de Charlène, es en esta finca donde se revela su lado más humano y cercano. Un espacio donde la princesa encuentra no solo paz, sino también una forma de vida más libre, en la que puede estar en contacto con la naturaleza, cuidar de sus hijos y alejarse del ruido de la prensa. Roc Agel no es solo una finca campestre en la cima del Principado, es donde se dibuja el verdadero rostro de la princesa, lejos del protocolo y más cerca de sí misma.