En medio de la polémica por sus audios criticando a Carmen Borrego, Alejandra Rubio sigue enfocada en sí misma. Prueba de ello es su último movimiento en la casa que comparte con Carlo Costanzia y su hijo en común. En un intento por convertirlo en su nidito de amor -más de lo que ya lo es-, la joven se ha puesto manos a la obra para decorar una de sus partes favoritas: el salón.
Alejandra Rubio cocinando pasta junto a Carlo Costanzia.
@alerubioc
Ahora que el verano está a la vuelta de la esquina, Alejandra Rubio ha querido dar un toque veraniego a su salón, dándole más color de lo habitual. Para conseguirlo, ha hecho unas adquisiciones de las que se ha hecho eco en sus redes sociales, visiblemente contenta con el resultado. Y es que, pese a que es cierto que, también en su estilismo, la hija de Terelu Campos suele decantarse por los colores sobrios, ahora ha dado un giro de 180 grados para salir de su zona de confort y apostar por la explosión de tonos y las buenas vibraciones.
Alejandra Rubio aparta la sobriedad y da una explosión de color a su salón
Tanto es así, que ahora su sofá nada tiene que ver con la apariencia que lucía anteriormente: cuenta con cojines de distintos tamaños y colores, además de formas que llaman especialmente la atención. Entre ellas las frutas, las galletas y las flores. Sin embargo, esto no termina de convencer del todo a Carlo Costanzia, que considera que ha “monopolizado el sofá”, como ha confirmado su chica. Por su parte, esta última ha admitido que “razón no le falta”, aunque “siempre le gusta todo lo que compro”.
Rincones de la casa de Alejandra Rubio.
Redes sociales
Además, cabe destacar que estos nuevos accesorios le han salido muy baratos, pues son de Primark. Por ejemplo, los cojines con forma de panal de abeja, los cuales pueden adquirirse en pack de dos por tan solo un precio de 12 euros. No obstante, existen otras alternativas a estos cojines, también con buenos precios, en otras plataformas como Amazon. Pero no todas las adquisiciones que ha hecho Alejandra son ‘low cost’, pues hay algunos cojines, como el de forma de galleta, que cuenta con un precio de casi 50 euros.
De esta manera, Alejandra ha demostrado que, pese a permanecer situada en el ojo del huracán por la nueva polémica con su tía, prefiere desvincularse de esta y seguir con su rutina habitual. Algo que dejaba claro en su última intervención en ‘Vamos a ver’, pues pese a que muchos tildaron de graves sus audios, ella ha admitido que era lo que pensaba en ese momento, pues no le gustó la exclusiva que dio Carmen Borrego en la que fuera la casa de María Teresa Campos en Málaga.
La hija de Terelu Campos, fiel en su postura respecto a Carmen Borrego
“No comparto este tipo de exclusivas. Esto es un audio que mando en privado, ya he tomado medidas, he hablado con mi abogado. Estamos mirando todo esto porque yo nunca he tomado medidas, pero llega un momento que hay que hacerlo”, comenzaba diciendo en el plató de Telecinco, visiblemente molesta con lo sucedido.
Sus palabras no quedaron ahí, y Alejandra siguió echando leña al fuego: “Esto ha pasado hace un año y medio. Es una conversación privada que yo tengo. Si quieres que sea sincera, no me parece tanto. Siento mucho haber dicho esa palabra fea. Le he pedido perdón a Carmen. Todos saben lo que pienso, también mi familia. El fallecimiento de mi abuela era muy reciente y sigo pensando lo mismo. Para mí no era el momento de hacer esa exclusiva. Dicho esto, son sus hijas, es su herencia y ahí ni pincho ni corto. Yo he dado mi opinión en privado y pensaba que se iba a quedar en privado. Yo la he pedido disculpas a Carmen por usar esa palabra y ya está”, ha continuado, haciendo referencia al momento en el que la llama “subnormal”.
Después de salir a la luz estos audios, Alejandra y Carmen tuvieron una conversación en la que pudieron expresarse en privado: “Me ha dicho que no tenía ningún problema, yo le he dicho: ‘Ya sabes cómo hablo cuando me enfado’. Es que no se va a escandalizar, ni nadie de mi familia. Tampoco es para tanto, podría haber sido peor conociéndome cuando estoy enfadada (…) Yo los problemas que tengo con mi madre los hablo con mi madre y cuando no me hace gracia algo, lo digo. No me pareció el momento. Había pasado muy poco tiempo. En ese momento me dolía mucho. Puedo dar mi opinión, pero no puedo imponer que se haga algo. Nadie me conoce más que mi madre. Ella no está preocupada porque yo no voy a formar ninguna guerra, yo no quiero problemas. Si ella se lo ha tomado a mal, lo siento muchísimo. Si le hubiera pasado a ella lo entendería, porque ella se enfada muchísimo conmigo y lo comenta con su grupo de amigos”, finalizaba la joven, justificando su actitud.