Icono del maquillaje, el iluminador se ha convertido en un indispensable. Tanto para conseguir un look fresco e hidratado, como para iluminar y resaltar aquellos puntos del rostro que más favorecen. O para atenuar imperfecciones, disimular ojeras y arruguitas de expresión; en definitiva, para lucir un cutis espléndido y tener buena cara aunque el cuerpo no responda.

Elegir el iluminador adecuado a tu tipo de piel es una de las calves de su éxito

Usarlos bien es todo un arte que requiere sabiduría, pero necesita que la piel esté limpia e hidratada. De ahí que sea conveniente antes de aplicar el iluminador, preparar la piel. ¿Cómo? Además de realizar el ritual de limpieza nocturno y matutino, ofrecerle un tratamiento en cabina que ponga la piel en forma. En los centros recomendamos una sesión de Hydrafacial. Consiste en un tratamiento que combina un cóctel de sueros con antioxidantes, péptidos, oligoelementos, vitaminas y ácido hialurónico. Con él conseguimos aportar a la piel un aspecto saludable, luminoso y rejuvenecido en una sola sesión.

Preparar la piel previamente en cabina y en casa es fundamental para obtener los mejores resultados

¿Cómo elegir el iluminador más adecuado?

Con la piel preparada no hay más que elegir el tipo de iluminador. Polvo, crema o líquido, el iluminador puede usarse solo o como complemento a la base de maquillaje. Los iluminadores en polvo son ideales para pieles más maduras y sensibles. Deben aplicarse con brocha o con el dedo corazón, en aquellos puntos críticos: ambos lados de las sienes, la zona alta del pómulo, el tabique nasal, los lagrimales y el arco de cupido; no hace falta fijarlos.

El iluminador te ayuda a resaltar las facciones que quieres destacar y minimizar las imperfecciones

La textura en crema, puede usarse sola o como base de maquillaje. Este tipo de iluminadores es perfecto para pieles más grasas. Se debe aplicar con una brocha sintética o con las yemas de los dedos con pequeños golpecitos y difuminarlos totalmente para que se fundan con la piel de manera armoniosa. Para que no se cuarteen, conviene sellarlos con polvos traslúcidos.

Por último, los iluminadores líquidos, a medio camino entre los dos anteriores, son más complicados de utilizar, ya que tienden a secarse con rapidez, y convienen solo a las manos más expertas. Se aplican con esponja o con los dedos a base de toques muy rápidos y requieren también sellado en polvo.