Genio y figura. Si de algo puede presumir el exfutbolista Michael Robinson es de caerle bien a casi todo el mundo. Por eso, después de más de 30 años en nuestro país, su anuncio hace tres semanas de que sufría un cáncer con metástasis fue todo un mazazo.

Michael Robinson

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La misma naturalidad con la que se lo contó entonces a Carles Francino en 'La Ventana' de la Cadena SER afloró esta semana en Antena 3, cuando acudió a la llamada de Susanna Griso y su programa 'Espejo Público'.

Michael Robinson recordó los primeros momentos tras conocer el diagnóstico: “Yo viví muy de cerca el caso de mi amigo Severiano Ballesteros y pensaba: ‘Si algún día me pasa a mí, me pego un tiro’... Sin embargo, cuando me pasó a mí creí que era una pesadilla. Estuve anestesiado durante un par de días y llegué a la conclusión de que ‘Esto es lo que hay’...”

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La médico de la clínica privada que lo trataba le dijo que no había cura, pero que podía controlar el tumor con un medicamento que no cubría el seguro y que costaba 14.000 euros al mes. Por suerte, Michael buscó una segunda opinión.

“Conocí a Emiliano Calvo, jefe de Oncología del Hospital Universitario HM Sanchinarro y padre de ese maravilloso invento que se llama inmunoterapia. Me dijo que con gente como yo había un 37% de posibilidades de curarse, pero curarse, curarse...”. Y después de dos sesiones, el exdeportista, británico de nacimiento y español de corazón, está feliz: “Creo que debo ser el único paciente de cáncer del mundo que está engordando, me encuentro fenomenal”.

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Porque si algo tiene claro Robinson, es que le queda mucha guerra que dar. “A mí no se me pasa por la cabeza que vaya a morirme. Me siento tan bien... Pero tampoco le tengo miedo a la muerte. Lo que me produce una profunda tristeza es despedirme de mi mujer y de mi familia antes de que se acabe el partido y me canse de vivir”. Algo que no pasará todavía porque como él dice sonriendo: “Soy el tipo con más suerte del mundo”.

Dice que en estos meses, la enfermedad no ha cambiado su forma de pensar, pero "llevo 60 años viviendo conmigo mismo, pensaba que me conocía y resulta que no. Estoy aprendiendo mucho de mí”, reconoce el comentarista deportivo que dejó el fútbol con 30 años por una lesión.

El cariño que ha recibido de la gente le da fuerzas “y muchos mensajes me han hecho llorar, reconoce”. Pero sin duda su mayor apoyo de Michael son su mujer, Christine, con quien lleva casado tres décadas y sus dos hijos, Liam y Aimee