No he seguido la trayectoria profesional de Tamara Gorro, que la tiene. Me la he encontrado en zappings, en galas que miras de reojo mientras te comes unos langostinos y cosas así. Sin embargo, el sábado me tragué su entrevista en el Deluxe en-te-ri-ta.
Tamara Gorro, a sus 30 años, ha tenido que luchar mucho para conseguir el sueño de su vida: ser madre.
Como digo, la trayectoria profesional de Tamara Gorro no la he seguido, quizás porque nuestros caminos no se han cruzado, o porque el zapping es así de aleatorio. De su trayectoria vital sí estoy al tanto. Y la aplaudo. Sin más, así en el primer párrafo, así que esperad un panegírico, que es lo que va a ser este artículo.El sábado Jorge Javier Vázquez apenas necesitó dos o tres frases para conducir una entrevista en la que Tamara, como si fuera un personaje de García Márquez, fue tirando de hilos para contarnos el duro proceso que le ha llevado a ser madre y a intentar serlo de nuevo, que ojalá así sea. Es tan buena narradora, que estuve sin levantarme del sofá, petrificado, hasta que terminó.
Tamara tiene una dicción estupenda, mueve las manos como Bibiana Fernández, y hechuras de diva televisiva de 'grande soirée', por lo que resulta imposible no prestarle atención. Y mira que distraían su esmalte de uñas, su pelo esculpido, sus pómulos pronunciados y sus carnosos labios, que
me recuerdan un poco a las exuberantes estrellas de la televisión italiana, todo curvas y sensualidad.Sin embargo, lo que a mí me atrajo de la entrevista es el énfasis y la pasión con la que Tamara describía los tormentos que había pasado para quedarse embarazada,
algo similar a lo que vivió Céline Dion para conseguir a su hijo mayor, René-Charles, y a sus gemelos, Nelson y Eddy. Fue el mensaje, pero también el cómo: irradiaba felicidad.
La cantante canadiense Céline Dion se tuvo que someter a tratamientos durísimos para ser madre, pero finalmente lo logró.
No había victimismo en las palabras de Tamara sino entusiasmo, ganas de insuflar esperanza a las mujeres que ansían ser madres. Quizás por eso ella lo ha conseguido, porque no se ha rendido y ha creído en los milagros, algo a lo que no damos credibilidad los no creyentes como yo, pero que igual deberíamos.Tamara defiende, además, una causa, la gestación subrogada, contra la que se está generando una corriente de opinión en contra en España y, como los milagros, no obedece a la casualidad, sino para señalar a aquellos que teniendo dinero optar por esta forma de ser padres. Una manera de desacreditar algo lícito a lo que, tampoco es coincidencia, recurren muchos hombres que de otra forma no podrían lograr ser padres. La adopción puede ser un camino muy tortuoso y sin frutos.
Miguel Poveda es uno de los personajes públicos que ha recurrido a la gestación subrogada y el nacimiento de su hijo le ha cambiado la vida.
Hay tantas acciones moralmente delicadas que algunos desde sus púlpitos han denostado pero que en privado han puesto en práctica, que los que ahora atacan o cuestionan la gestación subrogada no me merecen más atención. Son los mismos que lo hubieran hecho si estuvieran en las circunstancias de madres y padres que mueren por serlo.Si me pusiera a exponer los argumentos por los que estoy a favor de la gestación subrogada no acabaría este artículo y desvirtuaría el propósito de este blog, así que lo vamos a dejar con una frase ya muy manida, pero no por ello menos efectiva: vive y deja vivir.
Ezequiel Garay, su marido, ha sido un gran apoyo en todo el proceso y sigue siéndolo. Están felices de dar un hermanito a su hija Shaila.