El presentador de televisión ha dedicado a su padre un bonito mensaje: «Mi padre y yo practicamos el mismo deporte de riesgo: los dos damos nuestra opinión. La parte buena de todo esto es que mi padre ejerce a la vez de espejo y sombra: el espejo nunca miente y la sombra nunca se aleja. Papá, me encanta cuando me dices que si estoy atravesando un mal momento, siga caminando, porque lo malo es el momento, no yo. Tú lo llamas túnel. Y tus palabras me dan fuerzas para seguir caminando hacia adelante. Tus años son tu experiencia y, al mismo tiempo, tu lección. Pocas veces te pones filosófico, pero cuando lo haces, se me queda grabado en el corazón. Si estoy deprimido, vivo en el pasado; me dijiste una vez. Si estoy ansioso, vivo en el futuro. Si estoy en paz, vivo el presente. Pues papá, tienes que estar tranquilo porque estoy en paz. Gracias a muchas personas que me quieren y, por supuesto, gracias a ti también. Escribió Goethe, uno de mis filósofos favoritos, que solo le podemos dar a nuestros hijos dos cosas: raíces y alas. Y yo estoy muy orgulloso de las raíces que me dio mi padre: mis orígenes en Móstoles, con humildad y perseverancia. Y también estoy orgulloso de las alas que me dio mi padre, apasionado de la cetrería, para surcar el cielo, porque las alas son mías y el cielo, el cielo no es de nadie. No sé si has sido el mejor padre del mundo. ¿Qué más da? No existe un manual para ello. Yo te aseguro que no he sido el mejor hijo, sin duda. Pero los dos hemos intentado en cada momento ser el mejor para el otro así que sí, papá, estoy orgulloso de ti. Desde aquel agosto de 1986, en Gandía, donde mamá y tú me comprasteis mi primer cómic, el número 24 de Transformers, no he dejado de coleccionar tebeos. Ya son muchísimos lo que almaceno, entre Superman, Spiderman y tantos otros. Lo que no sabes, papá, es que me encanta que me acompañes a comprar más cómics. Es más bonito comprarlos juntos que leerlos a solas. Porque, papá, es que sin capas ni poderes, mi superhéroe favorito siempre has sido tú. Si alguna vez yo soy padre, ojalá sea para mi hijo, al menos, la mitad de lo que tú significas para mí. Te quiero, pollo».