Puede parecer un paso básico, al que muchas veces no le damos la importancia que se merece, pero es lo que marca por completo un cutis sano y luminoso. Es el eje sobre el que gira todo el cuidado de la piel, siendo esencial hacerlo tanto por la mañana como por la noche. No es solo cuestión de higiene, sino de salud cutánea.

Una piel limpia no solo respira mejor, sino que también es más receptiva a cualquier tratamiento cosmético que apliquemos después. En un contexto donde el estrés, la contaminación o la exposición constante a pantallas es la dinámica, limpiar bien el rostro se ha convertido en el mejor salvavidas para desobstruir los poros y evitar un envejecimiento acelerado del rostro.

¿Por qué es tan importante limpiar bien la piel?

La piel es el órgano más extenso del cuerpo, y tenemos que dedicarle el mimo y la atención que se merece. En el rostro, si su superficie está cubierta de impurezas, los activos cosméticos no penetran correctamente y su eficacia se reduce notablemente.

Además, aunque creas que no es necesario limpiarla, los residuos acumulados durante el día o la noche es lo que termina generando brotes de acné, puntos negros, inflamaciones, tono apagado y deshidratación.

cutis limpio

Es necesario limpiar nuestra piel incluso cuando no llevamos maquillaje

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“Aunque pienses que tu piel está limpia si no la maquillas, la realidad es que la piel con su propio funcionamiento a lo largo del día va acumulando sobre ella restos de grasa y sebo producidos por las glándulas sebáceas y restos celulares propios de la renovación natural. Por otra parte, se depositan sobre ella moléculas procedentes de la contaminación, polvo en suspensión e incluso restos de productos que transportamos con las manos sin ser conscientes de ello”, explica Dra. Sara Carrasco, dermatóloga y formadora AMITT Faculty en Allergan Aesthetics.

¿Cómo saber si no estás limpiando bien tu rostro?

Al igual que notamos cuando hemos hecho una buena limpieza, notando nuestra piel menos pesada y congestionada, también hay señales claras de cuando lo estás haciendo mal. “Si nuestro rostro no presenta uniformidad en la textura ni en la luminosidad, es posible que estemos limpiando mal nuestra piel. Otro dato importante es cuando los productos de cosmética que utilizamos tras la limpieza parecen no tener ningún efecto. Tenemos que recordar que la cosmética se absorbe a través de una piel limpia y si no realizamos una buena limpieza es posible que parte de los principios activos de nuestras cremas no estén absorbiéndose”, afirma la doctora.

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Si tienes una piel con textura o sin luminosidad hay algo que no funciona en tu limpieza.

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Algunas pistas que delatan una higiene deficiente son:

  • Textura irregular o rugosa al tacto.
  • Brotes frecuentes de granitos o puntos negros, incluso sin causa hormonal aparente.
  • Poros visiblemente dilatados.
  • Brillos excesivos a lo largo del día, sobre todo en la zona T.
  • Tono apagado o manchas oscuras.
  • Sensación de piel tirante, pese a aplicar crema.
  • Los productos que aplicas no “funcionan” como esperabas.

El limpiador ideal: cómo elegirlo según tu tipo de piel

Ya tenemos claro que la limpieza es el paso fundamental en el cuidado facial, por lo que escoger un buen producto tiene que ser una prioridad. No todas las pieles tienen las mismas necesidades y condiciones, ya que cada una necesita fórmulas distintas para que el producto limpie sin alterar la barrera hidrolipídica.

“En general hoy en día existen limpiadores en todos los formatos adaptados a estos tipos de piel. Las pieles con tendencia sebácea van a agradecer limpiadores que contengan tratamientos como el salicílico o los AHA mientras que pieles con tendencia a la rotura de barrera se verán beneficiados de limpiadores que no modifiquen el microbioma”, declara la doctora.

cutis facial

El agua micelar es suficiente en algunos casos pero siempre es mejor una limpieza más profunda.

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Una duda que suele asaltar mucho en este contexto es, ¿el agua micelar es suficiente? “El agua micelar es suficiente en muchas personas. Sin embargo, es más recomendable realizar limpiezas más completas. Personalmente, la utilizaría para después de hacer deporte o en situaciones en las que se precise una limpieza rápida sin maquillaje”, contesta la dermatóloga.

Tipos de limpiadores:

  1. Piel grasa o con tendencia acneica: opta por geles limpiadores o espumas con ingredientes como ácido salicílico, niacinamida o zinc. Ayudan a purificar sin resecar.
  2. Piel seca o deshidratada: busca bálsamos, leches limpiadoras o aceites con activos como ceramidas, manteca de karité o ácido hialurónico.
  3. Piel sensible o con rosácea: necesitas fórmulas sin sulfatos ni perfumes, con ingredientes calmantes como avena coloidal, centella asiática o alantoína.
  4. Piel mixta: puedes combinar texturas —como gel por la noche y leche por la mañana— o usar limpiadores suaves con pH neutro.

Doble limpieza: el método que ha revolucionado la piel de miles de mujeres

Estamos seguras de que has escuchado hablar del término de la doble limpieza, el secreto coreano que está detrás de las pieles más saludables. Este método consiste en utilizar dos tipos de limpiadores consecutivos, para asegurar el que no quede rastro de suciedad.

El primer paso está protagonizado por un limpiador con base oleosa, como un aceite o un bálsamo desmaquillante que arrastra maquillaje, protector solar y sebo (incluso hasta en las pieles más grasas). El segundo paso es una limpieza acuosa con un gel, espuma o leche limpiadora adaptada al tipo de piel para eliminar sudor, restos de suciedad y limpiar los poros.

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La doble limpieza consiste en dos limpiadores: uno en aceite y otro con base acuosa. 

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La elección de una doble limpieza o limpieza simple va a estar determinada por el estado de nuestra piel. En procesos donde necesitamos retirar mucha suciedad o material como exceso de células de nuestra piel, la doble limpieza es muy adecuada. Sin embargo, una limpieza simple puede ser muy correcta para las mañanas después del descanso nocturno o después de hacer deporte”, confirma.

El ritual de limpieza perfecto, paso a paso

Aunque los productos cambien, los principios básicos de una buena limpieza facial se mantienen. Son algunos consejos que tienes que seguir a rajatabla si lo que quieres conseguir es un cutis radiante. Saca papel y lápiz que te los contamos todos:

  1. Lávate las manos antes de tocar tu rostro.
  2. Aplica el primer limpiador (aceite o bálsamo) y masajea durante 30 segundos en seco.
  3. Retira con una toalla facial húmeda o agua tibia.
  4. Aplica el segundo limpiador (gel o leche) y masajea con movimientos circulares, sin frotar.
  5. Aclara con agua tibia (nunca caliente, para no resecar ni dilatar capilares).
  6. Seca a golpecitos con una toalla limpia reservada solo para el rostro.
  7. Aplica tónico para equilibrar el pH y completa tu rutina de skincare.

Esto es especialmente recomendable hacerlo por la noche ya que es el momento en que nuestra piel descansa y actúan mejor los activos. “Por la noche es el momento de dedicarle unos minutos de calidad a nuestra limpieza facial. Es importante recordar que, cuando utilizamos un producto que contenga principios activos específicos como salicílico o AHA, debemos dejarlos actuar al menos 1 minuto para que puedan funcionar. Otra opción es utilizar una leche limpiadora, aunque debemos recordar que después de retirarla con agua debemos aplicar un tónico para equilibrar el pH”, concluye la dermatóloga.

La limpieza facial no es solo una cuestión estética, sino una inversión en salud a largo plazo. Simplemente tienes que dedicar un par de minutos de tu día a cuidarte, marcando una diferencia sustancial a corto y largo plazo. ¿Lo mejor? Que no necesitas miles de productos para conseguir tu objetivo, simplemente saber elegir los adecuados, aplicarlos bien y ser constante.