Gracias a un reality pionero en la televisión en España, Alaska y Mario Vaquerizo se convirtieron en una de las parejas de referencia de nuestro país. Con ‘Alaska y Mario’, la musa de Fangoria y el polifacético cantante de las Nancys Rubias irrumpieron como dos rara avis en un apartado bastante soso y poco gamberro, como es el reservado a las relaciones longevas.

Desde aquel lejano debut mediático en 2011, Mario Vaquerizo y Alaska no han perdido ni por un segundo el título de pareja más kitsch ni el trono de los reyes de la extravagancia. Se les conoce, sobre todo, por sus espectaculares fiestas: son capaces de organizar el cumpleaños más brutal al que asiste la crème de la crème del panorama nacional, como su buena amiga Carmen Lomana, y de realizar la boda más fantástica en Las Vegas a la que a todos nos hubiera gustado asistir. 

Desde aquel momento el interés por ellos no se ha desvanecido y aún hoy provoca curiosidad conocer los detalles de su relación. Cómo nació su historia de amor, cómo superan sus crisis de pareja, si se plantearon o no la posibilidad de ser padres… La relación de Alaska y Mario Vaquerizo aún llena titulares. Y como no podría ser de otra forma tratándose de ellos, todos ellos tienen mucha miga.

Alaska, la reina del glam que perdió la virginidad siendo menor de edad

Ella, mexicana, bautizada como Olvido Gara e icono de la transgresión durante décadas, llegó en edad escolar a Madrid desde su México natal para acabar convirtiéndose en la reina del glam. Para cuando acabó los estudios obligatorios ya tenía claro que lo académico no era lo suyo y terminó haciendo lo que le pedía el cuerpo de forma precoz al frente de grupos como Kaka De Luxe o colaborando con cineastas como un jovencísimo Pedro Almodóvar en plena movida madrileña.

Un tránsito vital parecido al de sus dos incuestionables compañeros de grupo, Nacho Canut y Carlos Berlanga, con quien formó Alaska y los Pegamoides y posteriormente Alaska y Dinarama. Todos ellos estaban interesados en escaparse al Rastro, el cine de terror, las películas de John Waters, las folklóricas…

Alaska en 1980

Alaska en 1980, cuando empezó a hacerse un nombre en la televisión, el cine y la música.

Gtres

Juntos crearon canciones e historia de la música mientras, poco a poco, Alaska concedía entrevistas y daba a conocer detalles más personales de su vida y su forma de pensar. Así descubrió el mundo, su capacidad de acumular objetos o su necesidad de viajar periódicamente a Estados Unidos y Londres para dar rienda suelta a sus aficiones.

En cuanto al amor, Alaska lo mismo declaraba en Interviú que había hecho el amor por primera vez con 13 o 14 años y le pareció aburridísimo, a que en 1989 afirmaba, en plena promoción de ‘Fan Fatal’, vaticinaba que sus gustos amorosos cambiarían con los años. “Supongo que seré la típica cuarentona que irá con adolescentes, pero ahora voy siempre con gente mayor. No hace falta que sean triunfadores, pero sí que estén ‘situaditos’”. Alaska demostró conocerse mejor que nadie con estas declaraciones porque a los 36 años conoció a un hombre 11 años menor que ella, con el que acabaría casándose en varias ocasiones: Mario Vaquerizo.

Mario Vaquerizo, 

Por su parte, del currículum amoroso de Mario Vaquerizo se sabe poco hasta que irrumpió en la vida de Alaska, convertido en su promotor. En el momento de darse el beso inesperado que los convirtió en pareja hace 25 años, a Mario se le conocía más por ser el manager de actrices como Leonor Watling que por ser un Casanova.

Alaska y Mario, en los Premios Fotogramas de Plata de 2001.

Alaska y Mario, en los Premios Fotogramas de Plata de 2001.

Gtres

Él mismo ha confesado en alguna ocasión que a pesar de ser una persona transparente también es pudorosa y que antes de Alaska no hubo mucho que contar: una novia que le dejó, otra a la que dejó él y algún que otro ligue más… como aquella chica de Barcelona con la que salía cuando conoció a Alaska y que ponía a la cantante celosa cada vez que le venía a visitar. Y no, los hombres no le atraen, por mucho que esto cortocircuite algunas mentes.

Alaska y Mario Vaquerizo, lo suyo fue cosa del destino

Con dos bagajes vitales y amorosos tan distintos, cuesta creerlo, pero Alaska y Mario estaban destinados a entenderse desde el primer día. Tanto, que seis meses después de haberse dado aquel besoprotagonizaron su primera boda secreta en Las Vegas.

Ambos transgresores, con personalidades fuertes, espirituales (ella devota de Santa Gema y él capaz de ir a misa y comulgar y defensor de rezar en la cama), poseen la misma capacidad de acumular y gastar, de reírse de lo políticamente correcto, de defender a ultranza la cirugía plástica y poseer una ética de trabajo a prueba de bombas: no hay oportunidad laboral que dejen escapar, sea en formato artístico, radiofónico, televisivo o publicitario.

Cómo viven Alaska y Mario Vaquerizo su día a día

Si algo llama la atención de esta pareja, además de llevar un cuarto de siglo juntos, es su forma de vida. Sus propiedades, su estética, sus negocios, sus proyectos… todo despierta curiosidad. Y ellos, a veces, ofrecen ventanas para poder contemplar cómo es el mundo interior de Alaska y Mario.

Alaska y Mario en su casa

Mario sobre su día a día con Alaska: “Muy normal, vemos la televisión, le hago una pizza, nos vemos unos documentales”.

En el programa que protagonizaron se pudo ver cómo vivían en “la casa rosa” de un céntrico edificio madrileño, pero que habían comprado un piso más en el mismo edificio, reforma que debían emprender. En 2016 presentaron a los medios esta nueva inversión inmobiliaria a la que habían decorado como un bar de Las Vegas. Pero el patrimonio continuó in crescendo: en 2017, por ejemplo, adquirieron otra propiedad, esta vez el chalet en Boadilla del Monte de Bibiana Fernández.

En la actualidad, y como el propio Mario Vaquerizo confesó en el podcast de Vicky Martín Berrocal, la pareja posee varios inmuebles en Gran Vía y aspira a adquirir por completo el edificio en el que vive (del que ya poseen cinco de los 12 inmuebles) y convertirlo en el futuro en un hotel. De hecho, también son dueños de la antigua portería, lugar que han reconvertido en su vestidor.

En cuanto a su capacidad para superar las crisis y los baches, que en más de dos décadas son lógicos, ambos han aprendido a respetar el espacio vital del otro cuando es necesario y a llegar acuerdos sobre las cuestiones más importantes, como la decisión de no tener hijos. “Hemos aprendido a querernos, a respetarnos, seguimos sintiéndonos atraídos sexualmente y enamorados”, concluye Mario Vaquerizo.