Uno de los factores que más influye en la salud y el bienestar es el sueño. Se ha demostrado, que dormir las horas suficientes y tener una buena calidad del descanso, fortalece tus defensas, regula tus emociones y te ayuda a pensar con claridad. Es el primer paso para sentirte bien por dentro y por fuera. Sin embargo, no basta con tumbarse en la cama y cerrar los ojos.

De hecho, un descanso óptimo, de hecho, depende en buena medida de lo que hacemos (y dejamos de hacer) a lo largo del día, algo de lo que habla la doctora Nuria Roure, referente en la divulgación de la medicina del sueño, en su nuevo libro, ‘Los hábitos del sueño’, donde nos da las claves para ayudarnos a dormir bien y a descansar. La experta nos ayuda a implementar estos hábitos desde que nos levantamos hasta que volvemos a acostarnos. De este modo, motivamos nuestro cuerpo y nuestra mente para acostumbrarlos a disfrutar de un buen sueño. Y aprendemos que el buen dormir empieza con un buen despertar. 

Hablamos con Nuria Roure, quien nos explica qué es dormir bien y cuáles son las causas que están interfiriendo para que no logremos nuestro objetivo.

Los hábitos del sueño, de Nuria Roure

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¿Qué es dormir bien? Parece que estamos confundidos con lo que implica un buen descanso.

Dormir bien significa dormir las horas necesarias y que estas sean de calidad. Que te despiertes por la mañana con energía, vitalidad y claridad mental, y durante el día te mantengas en alerta y en buen estado de ánimo. Que en el momento de ir a la cama te duermas pronto, en unos 20 minutos y que durante la noche duermas del tirón o, si tienes algún despertar, te vuelvas a dormir rápido. Cuando no ocurre esto de forma puntual, no es problema, pero si las noches “malas” son 3 por semana durante 1 mes ya hablaríamos de alteración del sueño.

¿Qué hábitos diarios pueden causar insomnio?

Muchas veces no nos damos cuenta, pero son nuestros hábitos durante el día los que afectan la calidad del sueño por la noche. Por ejemplo, una exposición excesiva a pantallas, sobre todo por la noche, o una vida muy sedentaria. También influyen las comidas copiosas o muy tardías, el consumo elevado de cafeína o alcohol, y la falta de rutinas regulares. El estrés mantenido, no parar en todo el día o no permitirnos momentos de desconexión y autocuidado también impactan mucho. Dormir bien empieza desde que nos levantamos, no solo en el momento de acostarnos.

¿Qué tan importante es conocer la causa de nuestro mal dormir?

Es fundamental. El insomnio es un síntoma, por lo que siempre hay una causa que lo provoca. Hay más de 40 causas distintas de mal dormir, pero se pueden agrupar en 3 tipos: causas nocturnas, diurnas e internas. Es crucial conocer qué es lo que lo está provocando antes de dar el tratamiento específico. Si no entendemos qué hay detrás de ese mal dormir —si es por estrés, por malos hábitos, por preocupaciones, por un trastorno médico o psicológico, o por un ritmo de vida incompatible con el descanso— es muy difícil resolverlo. Dormir bien no depende solo de aplicar técnicas, sino de comprender y abordar el origen del problema.

Detállanos esas tres causas del mal dormir.

Las causas nocturnas son aquellas relacionadas directamente con lo que ocurre durante la noche: todo lo que pasa durante la noche que está causando una mala calidad de sueño, ciertas patologías como la apnea, los ronquidos, las parasomnias… 

Las diurnas son todos esos factores que ocurren durante el día que afectan al sueño, todo lo que hacemos, lo que pensamos y lo que nos sentimos. Mientras que las internas tienen que ver con nuestro mundo interior, nuestras hormonas, ritmo circadiano, etc. Comprender estas tres dimensiones nos permite hacer un abordaje completo y realmente eficaz del insomnio.

Háblanos de la importancia de la automatización en contra de la motivación o la fuerza de voluntad, a la hora de conseguir dormir bien.

La fuerza de voluntad o la motivación dependen de algo externo, fluctúa según cómo nos sentimos o lo que esté ocurriendo en nuestra vida. Por eso, confiar solo en ellas no es suficiente para construir unos buenos hábitos y conseguir un buen descanso. Lo que realmente funciona es crear hábitos automáticos: rutinas tan integradas que las hacemos sin pensar. Cuando incorporamos acciones saludables de forma repetida y consistente, el cuerpo y la mente las reconocen como señales de que es hora de descansar. Es ahí donde empieza el cambio real: cuando el buen dormir se convierte en una consecuencia natural de lo que hacemos cada día. El sueño aparece con normalidad.