Todos nos hemos encontrado con alguna persona que no es capaz de reconocer sus errores, limitándose a culpar a los demás y a no asumir ninguna responsabilidad. Son personalidades con las que cuesta mucho tener una conversación honesta en la que podamos compartir cómo nos sentimos, o nuestro punto de vista con respecto a una situación, puesto que rara vez nos sentimos escuchados y reconocidos. Es como hablar con una pared.

Irene Alonso Vaquerizo, psicóloga sanitaria, especializada en salud mental y psicoterapia, explica que este tipo de perfil comparten ciertos rasgos en común, tales como una baja autoestima, inmadurez emocional, victimismo o falta de empatía, entre otros, “Gracias a estas características evitan la culpa, protegen su autoimagen y manipulan la percepción de los demás”. 

Rasgo que comparten las personas que echan la culpa a los demás y no escuchan

Para comprender mejor qué hay detrás de este tipo de comportamientos, la psicóloga nos desgrana esos rasgos tan característicos que podemos observar en quienes tienden no escuchar ni asumir responsabilidades.

Baja autoestima

Aunque puedan mostrarse seguros y críticos con los demás, detrás suele haber una percepción negativa de sí mismos. “La autoestima baja se caracteriza por sentirse insuficiente, dudar de las propias capacidades y depender de la aprobación externa”, explica Alonso. Para compensar ese vacío interno, a menudo proyectan una imagen de superioridad que en realidad no sienten, y utilizan la crítica como escudo.

Locus de control externo

Creen que lo que ocurre en sus vidas no depende de ellos, sino de factores externos como la suerte, los demás, el destino… “No se sienten protagonistas de su realidad, así que tampoco se ven responsables cuando algo sale mal”, señala la psicóloga. Esta visión les lleva a culpar sistemáticamente al entorno, en lugar de revisar su propia conducta.

Narcisismo

Las personas con rasgos narcisistas no toleran la idea de equivocarse porque afectaría a la imagen idealizada que tienen de sí mismas. “Se sienten especiales, merecedoras de un trato diferente, y proteger esa imagen es prioritario”, indica Alonso. Para lograrlo, pueden manipular los hechos, minimizar el daño causado o directamente negarlo.

Rasgos de las personas que no escuchan

Pexels

Inmadurez emocional

Tienen dificultades para reconocer, expresar y regular sus emociones. Cuando algo no sale como esperan o reciben una crítica, reaccionan con impulsividad, rabia o victimismo. “Suelen evitar cualquier malestar emocional y buscan soluciones rápidas, aunque sean poco responsables. Les cuesta mucho tolerar la frustración”, advierte la experta.

Victimismo

Se ven a sí mismas como víctimas crónicas del entorno. “Ese rol les permite no hacerse cargo de sus actos y, además, obtener apoyo o comprensión”, dice Alonso. Viven las relaciones desde la queja, y cuando algo no funciona, la culpa siempre es externa: de la pareja, del jefe, de la sociedad.

Ausencia de empatía

No conectan con lo que el otro siente ni se plantean cómo afectan sus actos. “La empatía requiere ponerse en el lugar del otro, tanto a nivel racional como emocional. Sin ella, es más fácil culpar, herir o ignorar sin sentir remordimiento”, apunta la psicóloga. Esto hace muy difícil cualquier conversación constructiva con ellos.

Rechazo a la autocrítica

No soportan mirarse con honestidad. “Hacer autocrítica exige humildad y voluntad de cambio, pero estas personas prefieren mantener una autoimagen rígida, aunque esté distorsionada”, señala Alonso. El problema no está en ellas, sino siempre en los demás.

Irene Alonso explica que muchas de estas actitudes están sostenidas por mecanismos inconscientes como la proyección (“atribuyen a otros sus propios errores”), la negación (“no reconocen los hechos, ni las consecuencias”) o la racionalización (“justifican sus conductas con argumentos que parecen lógicos, pero no lo son”). “Todo esto les permite evitar la culpa y proteger su identidad, aunque sea a costa de las relaciones”, advierte.

¿Y si tengo una persona así cerca?

La psicóloga recomienda no entrar al juego de la culpa ni tratar de hacerles cambiar. En lugar de eso:

  • Establece límites claros: “Frases como ‘Entiendo tu punto de vista, pero no es mi tarea’ son efectivas y evitan discusiones innecesarias”.
  • No te justifiques: Usa la técnica del disco rayado, repitiendo tu mensaje con calma y firmeza.
  • Céntrate en los hechos, no en las emociones: “Por ejemplo: ‘Esta es tu parte, dime cuándo vas a entregarla’”.
  • Pon distancia emocional: Si la relación te desgasta, aléjate o limita el contacto a lo imprescindible.
     

Y una advertencia: si te rodeas de personas que no se responsabilizan de nada, puede que estés asumiendo tú demasiado. “Estas personas tienden a vincularse con quienes sobrecargan con tal de evitar su propia responsabilidad. Si este patrón se repite, conviene revisar tus propios límites”, concluye Alonso.