Conocer mundo abre la mente y nutre el espíritu, al menos así lo propugnan los travel lovers. ¿Realmente influye viajar en nuestros niveles de satisfacción? La ciencia lo corrobora.

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Viajar es un placer, es ocio, desconexión, cultura… aunque se asocia a las vacaciones, realmente es una vía de escape que descubre nuevos paisajes, nuevas formas de relacionarse con el mundo, diferentes gastronomías… ¿Viajar realmente nos aporta felicidad? Hablamos con una experta para descubrir que nos ocurre cuando nos abrimos a conocer otros lugares.

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¿Por qué viajar nos hace más felices?

Cuando viajamos vivimos una serie de experiencias únicas. Es casi como ver el mundo a través de los ojos de un niño porque muchas veces exploramos una parte del mundo por primera vez. Nuevos sabores, aromas, un nuevo entorno, una cultura diferente… ¿Será esa sensación tan ligada a la infancia de hacer algo por primera vez lo que aumenta nuestros niveles de bienestar? Verónica Sanchis, experta en viajes explica a Semana que “cuando viajamos, hacemos muchas cosas por primera vez. No importa la edad que tengamos, esa sensación de hacer algo nuevo en cada viaje, es una experiencia maravillosa, que nos hará sentirnos bien, y no solo durante ese momento, sino cada vez que lo recordemos.”

Un estudio, publicado en la revista Tourism Analysis determinó que viajar nos hace un 7 % más felices. Este análisis se basó en una encuesta a 500 personas sobre la importancia de los viajes en su vida, los viajes que habían realizado durante el año y el impacto que tuvo en ellas. El estudio concluyó que las personas que viajaban de forma regular, al menos a 120 kilómetros de su casa, se sentían un 7 % más felices que las que no viajaban o lo hacían con poca frecuencia.

Viajar conlleva disfrute y tener menos responsabilidades que en nuestra vida diaria, eso hace que ayude a reducir los niveles de estrés. Además, mejora nuestra confianza y seguridad, y por tanto nuestra autoestima, y favorece la producción de endorfinas, las hormonas de la felicidad. “Cuando viajamos, solemos hacer cosas que nos gustan, y en ese momento, sin darnos cuenta estamos generando la hormona de la felicidad, y por tanto siendo un poco más felices” señala la experta.

Conocer otras culturas aumenta la empatía

Conocer otras culturas nos ofrece nuevas perspectivas, nuevos puntos de vista y nuevas formas de entender el mundo. Nos ayuda a respetar diferentes formas de pensar, y nos enseña que hay nuevas formas de vivir. Al conocer nuevas culturas o nuevos estilos de vida, conocemos historias, tradiciones y costumbres diferentes a las nuestras, ayudándonos a desarrollar la empatía y nutriendo nuestro espíritu. 

Verónica, nos aclara que “conocer otras culturas nos convierte en personas más empáticas, respetuosas, abiertas y tolerantes. Creo que conocer otras culturas es imprescindible para nuestro desarrollo personal.”

Nuestro cerebro se transforma cuando viajamos

La neurociencia certifica que, al exponernos a situaciones nuevas, en el cerebro se crean nuevas conexiones y se fortalecen las que ya existen. Tener unas conexiones neuronales más fuertes, ayuda a que estas también sean más rápidas. Cuando viajamos, salimos de nuestra zona de confort, enfrentándonos continuamente a situaciones nuevas, de forma que, sin ser conscientes, en nuestro cerebro se están creando nuevas conexiones neuronales y mejorando las existentes. Viajar mantendría entonces el cerebro más ágil y en plena forma, por así decirlo.

“Tampoco debemos olvidar, la potenciación de diferentes áreas cognitivas como la orientación espacial, la capacidad de concentración y de atención, así como las habilidades sociales, ya que al viajar y exponernos a todas esas cosas nuevas que experimentamos, como nuevos lugares, nuevas sensaciones y nuevas experiencias, estamos obligando a nuestro cerebro a utilizar todas sus capacidades, manteniéndolo activo y sano”,señala la experta, y añade que “de una forma u otra, se puede decir que viajar modifica nuestro cerebro y resulta tremendamente beneficioso para mantener nuestro cerebro activo“.

Viajar mantiene el cerebro activo
Viajar crea nuevas conexiones neuronales y refuerza las que ya existen. (Pexels)

¿Qué tipo de personalidad tiene una persona a la que le gusta viajar? 

Las personas a las que les gusta viajar suelen ser personas curiosas, flexibles, que se adaptan con facilidad a nuevas situaciones y a nuevos entornos. Respetuosas con diferentes formas de pensar, creativas, aventureras y con unas ganas enormes de recorrer el mundo y aprender nuevas culturas. Suelen ser personas a las que no les importa exponerse a nuevas experiencias y adaptarse. 

¿El viajero nace o se hace? Verónica, expone a este respecto que “algunas personas nacen con unas ganas enormes de conocer el mundo. Son personas a las que les brillan los ojos cuando les hablas de lugares del mundo por descubrir. Son personas que necesitan viajar como modo de vida, porque forma parte de su esencia. Sinceramente creo que, las personas a las que les gusta viajar y sentirse parte del lugar al que viajan, son personas aventureras, atrevidas y abiertas. Esas personas tienen algo especial que las convierte en personas extraordinarias”.

Viajar nos ayuda a tener la mente más abierta, a ser más tolerantes, respetuosos y empáticos además de ofrecer habilidades como la de la comunicación, la de ser más resolutivos, creativos y sociables. Cuando regresamos de un viaje siempre algo ha cambiado en nosotros. Viajar ofrece tanto que la felicidad es solo una de los beneficios que obtenemos descubriendo mundo y además es la fórmula perfecta para decirle adiós al estrés crónico. Ya lo dice el refrán, la vida es un viaje y viajar es vivir dos veces.