Por fin ha llegado la tan esperadísima tercera temporada de La Edad Dorada, eso sí, a capítulo semanal tal y como viene siendo costumbre en la plataforma MAX (HBO). Si en la anterior temporada vimos cómo Bertha Russell conseguía lograr su gran ansiado y largamente acariciado sueño: hacerse un hueco entre la sociedad neoyorquina y ser un referente dentro de la misma. La guerra entre la Academia de la Música y el recién inaugurado Metropolitan, con el gran éxito que supuso esté últimos, despidieron la segunda temporada con una exultante Bertha Rusell frente a una derrotada señora Astor quien, por cierto, sí es un personaje inspirado en una mujer que existió. 

Las mujeres y su papel en la edad dorada

Además de ser el nombre de la serie, edad dorada es la época de finales del siglo XIX en Estados Unidos caracterizada por los grandes cambios económicos derivados de la implosión de la implantación de forma masiva del ferrocarril. Todo ello hizo modificar un estilo de vida que dejó atrás formas en la economía, la sociedad y, por supuesto, la forma en la que se establecieron las nuevas maneras de relacionarse, el viejo dinero frente al nuevo. Y, como siempre, los inevitables cambios en la sociedad que afectaron también a las mujeres.

Mujeres obreras

La segunda mitad del siglo XIX va a modificar totalmente la vida de las mujeres de clase pobre, obreras. Es más, el término nace al amparo del nacimiento de las fábricas. Hasta entonces las mujeres de la última clase social estaban destinadas al hogar, el campo las que no vivían en las ciudades y algunos trabajos relacionados con oficios artesanos. Excepcionalmente, podían servir en grandes casas, pero era un porcentaje mínimo. Así que su labor se limitaba al hogar y al cuidado de los hijos. Como no tenían acceso a estudios, las perspectivas de mejora eran nulas. 

Con la llegada de la revolución industrial y la necesidad obra barata, muchas mujeres que viven en ciudades, comienzan a trabajar en fábricas. Esto es muy interesante desde el punto de vista de la concepción de la familia, ya que los hijos, hasta ahora a cargo de sus madres, pasan a estarlo a cargo de otras mujeres del vecindario que se agrupan para poder ayudar a las que salen a trabajar fuera de casa. Con el tiempo y especialmente con el descubrimiento de la leche artificial ya en el siglo XX, se modificará totalmente la crianza. Muchos autores se han preguntado si esto fue un avance o un retroceso, lo que seguro que fue es un enorme cambio que ya no pararía y que tendría su máxima explosión a mediados del XX con la llegada de la píldora anticonceptiva. Ahí es cuando realmente el modelo de familia cambia y con él también la sexualidad de las mujeres. 

En la serie no hay personajes destinados a mujeres de clase obrera, apenas en un capítulo que narra las incipientes huelgas del movimiento obrero, una mujer de un sindicalista tiene un pequeño diálogo, pero es insignificante para la trama. Sí hay papeles de mujeres que trabajan en el servicio de las dos principales familias protagonistas. Son cocineras, costureras, doncellas, etc. Sus salarios no son en absoluto altos, pero tienen garantizada la comida y el alojamiento. Además, salvo faltas muy graves, solían mantener sus trabajos toda la vida salvo que se casaran, en cuyo caso y si no tenían la suerte de encontrar trabajo como ama de llaves, ella y mayordomo, él, abandonaban el servicio doméstico para dedicarse a su hogar.

 

Fotograma de La Edad Dorada.

Fotograma de La Edad Dorada.

HBO MAX

Mujeres de clase media incipiente

En la serie la Edad Dorada este papel lo interpreta la actriz Denée Benton, en el papel de Peggy Scott, una mujer con estudios y grandes dotes para la literatura y el periodismo que logra conseguir trabajar en ello a pesar de ser mujer y negra. Esto es muy importante debido a que solo unos años atrás había tenido lugar la guerra de Secesión americana que enfrentó a norte y sur por la esclavitud que fue, finalmente, abolida. Sin embargo, el hecho de que fuese ilegal tener esclavos no abrió de ninguna de las maneras las puertas a los miembros de la comunidad negra a la sociedad en general que siguió siendo profundamente racista. 

Marian Brook, otra de las grandes protagonistas, de no ser porque sus tías la recogieron cuando se quedó huérfana, hubiera pertenecido también a esta clase social pudiendo ganarse la vida, eso sí, como maestra, ya que es una mujer formada, con estudios y capacidad para adaptarse a la clase social más alta que es en la que recala. 

Mujeres de clase alta

Su única misión era casarse bien. Y para ello debían seguir unas normas muy estrictas marcadas por la sociedad. Generalmente, no debutaban hasta los 17 o 18 años. Esto significaba que a esa edad eran presentadas en sociedad con un gran baile, generalmente en su casa familiar. A partir de ahí la sociedad entendía que eran mujeres casaderas, es decir, que a través de ir a bailes y eventos, generalmente cuatro o cinco a la semana, iban conociendo a muchachos de su estatus social que también buscaban esposa. 

Era muy importante que las muchachas permanecieran “cuidadas” hasta la fecha de su debut, es decir, no iban a fiestas salvo contadísimas excepciones en las que podían acompañar a sus padres o algún miembro masculino de su familia. Si querían hacer recados o ir a casa de amigas, siempre lo hacían caminando con su dama de compañía o doncellas, nunca solas. Y es que la pureza, la virginidad, era condición indispensable para poder casarse. Una mujer se casaba virgen y, a ser posible, al año o como mucho a los dos de haber debutado si no quería ser considerada una solterona. 

Eran las madres las que se encargaban de organizar la vida social de sus hijas promoviendo los encuentros entre los jóvenes para que se conocieran. La idea era establecer las mejores alianzas. Frente al “new money”, estaban las familias de “old money” o de rancio abolengo pero poco cash, lo que suponía un problema que se solucionaba uniendo en matrimonio, por ejemplo, a una rica heredera como es el personaje de Gladys Russell, con el duque de Buckingham, recién llegado a Nueva York para hacer negocios y, de paso, conseguir dinero que pueda mantener su ingente patrimonio inmobiliario. Esas uniones comenzaron a ser un clásico y en las altas esferas todavía perduran; por ejemplo, el matrimonio de Luis Alfonso de Borbón con María Margarita o Pablo de Grecia con Marie Chantal Miller, todo un clásico. 

La tercera temporada viene cargada de nuevas intrigas que harán las delicias de sus fans y también la intriga de tener que esperar semanalmente a un nuevo capítulo.