Acaba de cumplir 33 a��os, pero su historia bien da para dos o tres vidas. A los 17 años sufrió sus primeros ataques de pánico y ansiedad y a los 21 le diagnosticaron una depresión profunda que estuvo a punto de terminar con ella. "Yo sabía que no tenía valor para matarme, pero ¿y si me atropellaba un coche?", nos cuenta. Mariana Gómez habla de sus problemas de salud mental con una naturalidad que abruma. Mientras se come un sándwich mixto y unas patatas fritas nos recuerda el día que la depresión le hizo dormir tres días enteros mientras su familia enloquecía de desesperación por no poder localizarla. Le ocurrió mientras estudiaba teatro musical en Nueva York en un intento más por alcanzar sus sueños. Esos que al final sí se cumplieron.

Precisamente, durante las últimas semana, ha cumplido uno de ellos: cantar sus propias canciones ante un público que se sabe todas las letras. Lo ha hecho en las Islas Canarias, la tierra a la que llegó hace unos meses para rodar la última temporada de 'La reina del Flow', la serie que la catapultó a la fama y que le ha permitido aunar sus dos pasiones: la interpretación y la música.

La que sigue es la historia de una niña que no se rindió nunca. Ni siquiera cuando se lo pidieron. Ahora, concede a SEMANA una entrevista que cree puede hacer llorar a su madre, su principal apoyo en esta travesía. "Gracias a ella soy lo que soy", dice.

Mariana, vuestro paso por España con el rodaje de 'La Reina del Flow' fue una auténtica locura…

Absolutamente. Ahí te das cuenta lo lejos que ha llegado la serie y lo fuerte que ha pegado. Además del rodaje de la serie, yo di algunos conciertos como Mariana Gómez, no como El Huracán Irma (el papel que interpreta) y ha sido increíble ver cómo la gente se sabía las canciones. Aún sigo muy sorprendida y emocionada por eso.

Todo el mundo te conoce por tus papeles en televisión, sobre todo, por 'La reina del Flow', pero hay que aclarar que es que además de actriz eres cantante…

Así es, aunque digamos que mi relación con la música es extraña porque siempre lo he hecho más como por darme el gusto que por otra cosa. Yo sacaba canciones, las compartía con mi público y ya. La música siempre ha sido mi pasión, pero yo ya no le pongo esa presión de tener que vivir de ella o de tener que ganar dinero.

Mariana Gómez

Foto: Joan Crisol

Pero llevas cantando desde bien pequeña…

Sí, desde los cuatro años. De hecho, a los 10 ya grabé mi primer álbum. Lo que pasa es que mi vida ha sido… La música no me ha tratado bien.

¿Qué pasó?

Guau… La historia es… Mira, para que te hagas una idea de hasta qué punto la música ha marcado mi vida, te diré que empecé a cantar a raíz de ver la película 'La novicia rebelde'. Acá la llaman 'Sonrisas y lágrimas', creo, y desde que la vi me di cuenta de que lo que yo quería hacer de mayor era eso, cantar. Lo que pasa es que en ese momento no lo tenía tan claro y cuando me preguntaba decía que yo quería ser monja, pero porque en la película la monja canta (Risas). A partir de ese momento yo solo cantaba y cantaba y a los años me contrató una empresa para grabar un disco de villancicos que vendió 15.000 copias. Después ya contactaron unos productores colombianos con mi familia para, según ellos, convertirme en estrella, y empezó ese sueño que terminó siendo una pesadilla.

¿Por qué?

Creo que tenían buenas intenciones, pero no salió. Mi familia era una familia de clase media y no tenía ni recursos ni contactos como para producirme, así que me fui con ellos. Yo estaba muy pequeña como para saber lo que quería, yo solo sabía que quería cantar y ellos me iban a producir un disco así que dije: “Oh, que divertido. Me encanta”. Mis canciones empezaron a sonar en Medellín en la radio y guau a los 16 años ya entra otra tercera persona, como un manager, que ya me dijo que esto tenía que tomármelo en serio y vi que era incompatible con seguir estudiando en el colegio y lo dejé.

¿Y te arrepientes?

No. Yo estaba tratando de cumplir mi sueño y vi que ese colegio no podía ayudarme a conseguirlo porque no me daban facilidades. A mí solo me gustaba cantar y sentía que iba al colegio a perder el tiempo. Yo decía: ¿Para qué quiero aprender química, matemáticas, biología… Si yo lo que quiero es cantar? Así que con 17 años me fui sola a Bogotá. Luego, más adelante, al final me saqué los estudios, pero no me arrepiento de nada e hice el camino que tenía que hacer.

 ¿Cómo fue esa etapa en Bogotá?

Durísima. Empecé ahí con mis problemas de ansiedad… Era una niña adolescente que estaba sola, que empecé a sentir mucha presión por parte de muchas personas que habían depositado demasiadas expectativas en mí. Mi mamá tenía que estar con mis hermanas en Medellín y no podía venir mucho así que yo estaba completamente sola sin saber ni cocinar ni qué comprar… Los recursos por parte de los inversionistas que apostaron por mí se empezaron a agotar y no podía ni comprarme ropa. La jefa de prensa me decía: "Tienes que comprarte más ropa. No puedes ir vestida siempre con la misma blusita". Y yo decía: "Pero si no tengo plata, si no estamos ganando dinero…". Fue muy duro. Bogotá es un monstruo que te devora.

¿Se lo contaste a tu madre?

Yo hablaba con ella por teléfono, pero le disfrazaba la situación, no le decía toda la verdad porque no quería preocuparla. Lo que pasa es que me dieron una semana libre, me fui a Medellín y cuando me avisaron de que tenía que volver a Bogotá empecé a tener ataques de pánico. Me di cuenta de que no podía más y de que no estaba haciendo lo que quería hacer. Estaba haciendo de todo menos cantar. Si cumplir mi sueño era eso, ya no quería hacerlo. No fue fácil tomar la decisión porque con ello decepcioné a muchas personas, lo sé.

¿Crees que decepcionaste a tu familia?

Sí. Decepcioné a mucha gente.

¿Crees que caíste en las manos equivocadas?

Sí, es posible que sí. Creo que creían en mí genuinamente pero no lo supieron gestionar.

Mariana Gómez

Foto: Joan Crisol

¿Y volviste a Medellín?

Sí, volví, me saqué bachillerato y tuve que decidir qué estudiar, qué hacer con mi vida.

¿Y?

Le dije a mi madre que lo que quería hacer era teatro musical en Nueva York y naturalmente se rio de mí porque mi familia no podía permitirse algo así. Así que empecé a cantar en bares, en restaurantes, en discotecas… Cantaba de martes a sábado y empecé a ahorrar y a aplicar a becas. Finalmente, pude audicionar en Nueva York, me cogieron en la New York Film Academy, me dieron la beca y me fui.

¿Y cómo te fue?

Peor que en Bogotá. Mira, yo sé que mi madre va a llorar cuando lea esto, pero es que piensa que yo me fui a Nueva York después de haber decepcionado a mucha gente con mi aventura en Bogotá así que me marché con la sensación de que sí o sí tenía que lograrlo. Yo ya no tenía opción de volver a Colombia…

Demasiada presión…

Pero cómo no. Aquello fue un esfuerzo muy grande para mi familia. A mi me dieron beca pero no era suficiente. Tenía que estar allí dos años estudiando y yo me fui con un dinero que me llegaría como para seis meses. Fue un dinero que mi madre me dio diciendo: "Mariana, este es el dinero que teníamos reservado para tus estudios en Colombia. Es todo lo que tenemos. No hay más, así que si elegiste esto, adelante". Y me fui pensando que a los seis meses empezaría a trabajar de cualquier cosa, pero nada más llegar me di de bruces con la realidad: en Estados Unidos no puedes trabajar. En ese momento me di cuenta de qué inocente había sido todo este tiempo. Tenía 20 años, pero no sabía nada de la vida.

¿Cómo sobreviviste en Nueva York?

Nueva York fue un infierno. Yo sentía que no estaba al nivel del resto de mis compañeros, me tuvieron que operar de un quiste en una cuerda vocal y me quedé muy retrasada respecto al resto del grupo…Me empezó a ir mal y entonces ya empezaron en serio mis problemas de salud mental. Empecé con trastornos de ansiedad, desorden alimenticio…

¿Desorden alimenticio?

Sí, yo comía muy mal porque tenía el dinero tan contado que a lo mejor compraba una caja de cereales y la propia ansiedad me hacía comérmela de un atracón. Entonces me entraba la culpa y vomitaba. Empecé a tener bulimia. Como tampoco tenía dinero para ir a restaurantes y tal empecé a alimentarme de lo que vendían en las máquinas de la academia y empecé a coger peso. Eso me hizo sentir mal, me hizo creer que no iba a ser exitosa si estaba gorda y me enfermé. Empecé a sentirme tan débil que no podía ni levantar un brazo. Imagina ir a clase…

¿Pero en esos sitios no puedes faltar?

Claro que no. Mi mamá solo me decía: "Ánimo, Marianita, tienes que levantarte de la cama, tienes que ir a clase, tú puedes”. Ella no sabía realmente cómo estaba yo, trataba de animarme y yo para tratar de hacer algo solo bebía café, café y más café. ¿Tú sabes lo horrible que es el café para los trastornos de ansiedad? Pasé unos episodios horribles… Me parece increíble que yo viviera todo eso siendo tan joven.

Y todo esto sin que tu madre supiera realmente cómo estabas…

Bueno, en una ocasión pude viajar a Medellín para el cumpleaños de mi madre y ahí ya se dieron cuenta realmente de lo mal que estaba. Me llevaron al psiquiatra y comencé con medicación, pero no me sentó bien. Me volví a Nueva York creyendo que esa medicación me ayudaría, pero cada día estaba peor.

¿Peor?

Sí. Ya llegó un día que vi que ya no podía ni levantarme, no era capaz de hacer nada. A duras penas llegué al metro, pero no fui capaz de subirme al vagón y me fui a casa a llorar. No era capaz de nada y menos aún de decirle a mi madre que no podía más, que quería devolverme a casa. Iba a ser la decepción más grande de su vida, así que ese día apagué el celular y dormí durante tres días seguidos. Solo una persona que haya pasado por algo así imagina cómo me sentía yo.

Tenías depresión…

Así es. Me diagnosticaron depresión profunda. Yo sentía que estaba siendo una irresponsable, una perezosa, yo creo mucho en Dios y le pedía perdón por estar desaprovechando la oportunidad que me había dado. Un día le dije: "Dios, perdóname, pero me quiero morir". Sé que no soy capaz de hacerlo yo misma, pero ¿y si me pilla un carro? Empecé a tener esos pensamientos y me diagnosticaron la depresión.

¿Y te volviste a Colombia sin terminar el curso?

Sí. Me fui sin poder hacer casi las maletas y sintiendo que estaba decepcionado a todo el mundo. Había fracasado otra vez.

¿Esta presión que sentiste la has compartido alguna vez con tu madre? Es posible que ella se sienta culpable…

Creo que nunca he hablado antes tanto de esa presión que sentía por las expectativas que tenían puestas en mí. No es su culpa en absoluto. Ella lo hizo lo mejor que pudo y todo lo que hizo lo hizo por amor, porque quería ayudarme a cumplir un sueño. Ella nunca se sintió decepcionada, ella solo quería que yo fuese feliz. Nunca me reprochó nada. Al contrario, me apoyó en todo y fue la que estuvo a mi lado cuando iba al médico, al psiquiatra, la que se quedó junto a mi cama… Gracias a ella y a la nueva medicación empecé a estar mejor.

¿Dirías que has superado aquellos problemas?

Bueno, yo diría que más que superarlos he aprendido a conocerme y a trabajarme. Yo hago terapia cada 8 días religiosamente y he alcanzado un camino espiritual y de crecimiento personal que me ha hecho saber quién soy y me ha dado muchas herramientas. Yo hoy estoy medicada para el trastorno de ansiedad y de déficit de atención porque luego me diagnosticaron TDA.

¿Y respecto a tus trastornos de alimentación?

También he aprendido a trabajarme en ese sentido, aunque es algo que todavía me cuesta. Tengo una lucha interna como la que sufren muchas mujeres, que sentimos cierta dismorfia o presión por cómo nos vemos. Imagínate además en mi profesión…

¿Qué lección sacaste de aquella etapa tan oscura?

Lo que me pasó me ayudó a ser la persona que soy hoy así que le estoy agradecida también a esa experiencia que viví. Gracias a eso descubrí el éxito personal más allá del profesional. El éxito es poder vivir en paz y tranquila.

Bueno, pero además al final lograste triunfar en la actuación ¿Qué crees que hubiese pasado si no lo hubieses conseguido?

Nada. Sencillamente nada. Mira, cuando yo volví a Colombia y me recuperé un poco me fui de nuevo a vivir a Bogotá. Allí empecé a trabajar cantando en un restaurante muy importante allá y trabajando allí cada día era tremendamente feliz.

No te hacía falta llegar lejos…

Es que yo siempre he querido cantar. Y siempre dije, desde muy chiquita, que a mí no me importaba cantar en un estadio lleno de gente o en un bar pequeñito. Con el tiempo, después de todo lo que me pasó, me valía con ser un ser humano funcional. Ese era mi verdadero éxito y en aquel momento, cantando en un bar era feliz.

Pero de repente hiciste un casting y te cogieron para protagonizar una novela muy famosa en Colombia, 'Loquito por ti'.

Sí y aquella llamada llegó en el mejor momento. Era muy feliz, pero solo tenía 80.000 pesos en el banco (16 euros aproximadamente) y empezaba a darme cuenta que de los sueños no se vive. Por entonces me fui a vivir con mi novio (el cantante Juan Felipe Samper) porque yo no podía irme a vivir sola pero tampoco quería que me mantuviese. Además, en ese tiempo, una persona importante de mi entorno me sentó y me dijo: "Marianita, este año cumples 25 años, déjalo ya. Llevas toda la vida intentando ser artista y no se te da. Entiende que por ahí no es, que has fracasado". Así que justo estaba ya a punto de coger un trabajo en una empresa como comercial cuando me salió lo del papel este. Llegó en el momento justo y fue mucho más importante para mí de lo que muchos creen.

Mariana Gómez

Foto: Joan Crisol

Hablando de Samper. Rompisteis en 2021 y sigues sin pareja, ¿no?

Así es. Ya van como para cuatro años y medio que estoy sola y es cierto que al principio era yo la que quería estar sola porque necesitaba conocerme después de muchos años viviendo en pareja y superar mi miedo a la soledad. Pero desde hace un año o así ya empiezo a pensar que no me importaría compartir mi vida con alguien.

¿Estás buscando el amor?

Sí, pero lo hago desde una posición muy distinta. Yo estoy muy bien sola, entonces no lo busco desde la necesidad. Ahora sé que mi compañía es una delicia, entonces tiene que llegar alguien que mejore lo que yo ya tengo.

¿Un novio español, quizás?

No sé. ¿Me lo recomiendas? (Risas) Por mí sí porque son todos bellísimos.

Estás enamorada de España. ¿Tanto para haberle compuesto una canción?

Más o menos. Ahora a finales de mayo se ha estrenado una canción que compuse hace ya tres años después de pasar acá unos días y que es como un homenaje a esta tierra que tanto me ha dado. Es un regalo a los españoles que tanto quiero. Tiene un aire aflamencado, que es lo que les gusta y que espero que disfruten muy pronto.

¿Dirías que te has reconciliado con la música? Es como si se cerrase el círculo después de todo lo que sufriste por ella…

Sí, me he reconciliado con la música, pero sigo haciéndola sin pretensiones, sin condiciones ni expectativas. Solo con amor y con pasión. No le exijo nada a ella y no quiero que ella me exija nada a mí. Esa ha sido mi forma de sanar y de llegar a ser lo que soy hoy.  

Fotos: Joan Crisol

Estilismo: María Verardini

Asistente de estilismo: Lucía Gómez

Maquillaje y Peluquería: Alberto Dugarte y Lorena Catena by Alberto Dugarte Institute.

Agradecimientos: Hotel Wellington (Calle Velázquez 8, Madrid)