Hay caminos que no se recorren solo con los pies, sino también con la memoria. Y de todos los peregrinajes que España celebra con fervor, colorido y una devoción casi coreografiada, el del Rocío tiene un aura especial: mezcla de espiritualidad, folklore e incluso moda propia. No hay GPS que valga, cada hermandad sabe cuál es su punto de partida: unos arrancan desde la capital sevillana, otros desde Huelva, Sanlúcar... pero todos tienen claro el destino: la Aldea del Rocío y el paso del Río Quema, que es más que un río: es rito, catarsis, bautismo rociero. Y aunque cada año se cuelan influencers, celebridades de temporada y alguna que otra sorpresa estilística, lo de este año ha sido diferente. Porque hoy, vimos aparecer desde Sevilla a Victoria Federica, montada en un caballo blanco y con un guiño que no era solo de estilo, sino de sangre. Un look que nos dejó completamente epatadas.
Lejos de recurrir a la clásica bata de lunares ceñida hasta el extremo, Victoria apostó por una versión mucho más ligera y poética del vestuario rociero. Comenzando por una blusa de manga corta, abullonada y con bordados ingleses troquelados, una prenda que nunca falta en esta romería. La manga globo, esa silueta que revive con fuerza desde hace un par de temporadas, aquí toma carácter ceremonial, casi tradicional.
Victoria Federica arrasa en el Camino de El Rocío con su conjunto de lunares
(Gtres)
Victoria Federica arrasa en el Camino de El Rocío con su conjunto de lunares
Pero lo que verdaderamente marcó el conjunto fue el pico rociero, ese triángulo de tela que, bien colocado sobre los hombros y el pecho, transforma el look en otra cosa. Este pico era naranja, con ribetes verdes y salpicado de lunares blancos: una combinación cromática que podría parecer osada, incluso caprichosa, pero que en el contexto del Camino adquiría un aire retro que nos empezaba a dar pistas de que este traje tenía historia. El pico actúa como frontera entre la blusa y la falda, marcando un quiebre visual que estiliza y estructura. Y aquí, Victoria supo interpretar su función con exactitud milimétrica. No exagero si digo que era el tipo de gesto estilístico que firmaría cualquier editora de moda con un poco de ojo.
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El conjunto rociero heredado que Victoria Federica ha estrenado para empezar el camino
La falda rociera era, sencillamente, un poema en volantes. A juego con el pico, en naranja con ribetes verdes y lunares blancos, se desplegaba con vuelo generoso, acompasando el trote del caballo con cada pliegue. No se trata de una falda cualquiera, sino de un patrón heredado, uno que respeta las normas no escritas del vestuario rociero: largo hasta los tobillos, movimiento fluido y cintura marcada. Su estructura permite que sea funcional para montar a caballo pero también para el paseo entre arenas. Y si bien muchas optan por las versiones más clásicas en color blanco o azul marino, Victoria arriesgó con el naranja, una combinación de color que no parecía de este tiempo.
La Infanta Elena llega a la Ermita de El Rocío con un precioso conjunto de lunares en los años 70
(Gtres)
El día que la Infanta Elena estrenó el conjunto rociero en los años 70
Y fue entonces cuando la imagen nos golpeó con fuerza de archivo: la Infanta Elena, allá por los años 70-80, con el mismo look. También sobre un caballo blanco. También con esa falda naranja y pico a juego. Apenas era una niña, pero ya tenía esa presencia royal y ese apego visceral por las tradiciones, por las romerías, por lo ecuestre. La misma Elena que hoy apuesta por los estilismos más sobrios y que ha sabido conservar un armario tradicional que es auténtica arqueología textil. No hablamos de "inspiración" ni de "reciclaje estilístico": hablamos de legado. Porque sí, Victoria Federica ha heredado muchas cosas de su madre: el amor por los caballos, la afinidad por el sur, y ahora también este conjunto, que podría estar colgado en cualquier exposición de moda real.
Este guiño, que podría pasar desapercibido en un ojo poco entrenado, es en realidad un gesto de continuidad. Porque la moda también es eso: una manera de contar quiénes fuimos y quiénes somos. Y en pleno 2025, cuando los estilismos se viralizan antes incluso de ser entendidos, es reconfortante ver a una joven royal reivindicar el poder de la tradición, con respeto, pero también con frescura.
La falda rociera repleta de volantes que lució la Infanta Elena y hoy ha rescatado Victoria Federica de Marichalar
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Victoria Federica, que en otras ocasiones ha jugado al despiste con looks más urbanos, esta vez ha decidido hacer una declaración de amor (y de estilo) a su linaje y a sus raíces. Naturalmente, a ninguna de las dos le faltaba la medalla de su hermandad, ni los pendientes; la madre, de color naranja y de plástico a juego con las pinzas de su cabello; la hija, con unas perlas estilo drop y una gran flor en su cabeza.
Los accesorios de la Infanta Elena para asistir al Rocío
(Gtres)
Madre e hija, separadas por décadas pero unidas por una misma estética, un mismo colorido, un mismo modo de pisar el polvo del camino. No hay homenaje más elegante —ni más poderoso— que la repetición consciente de un look como este.