Este fin de semana, París volvió a hacer lo que mejor se le da: escribir otra página de historia en el libro interminable de la moda. El Museo de las Artes Decorativas —ese templo en el que el savoir faire francés convive con la artesanía textil— acogió anoche una velada de verano en la que no faltaron rostros conocidos. Bajo una lluvia de flashes, desfiló una constelación de nombres de artistas, diseñadores y personajes relacioandos con el mundo de la moda de la talla de Diane Kruger, Keira Knightley, Christian Louboutin, Lara Cosima Henckel von Donnersmarck, Lauren Santo Domingo o el modelo Jon Kortajarena, impecable como siempre en su esmoquin de silueta clásica.

Pero entre todos los invitados, fue Marta Ortega —la heredera del imperio Inditex, la mujer que habla poco pero viste con elocuencia— quien se coronó reina de la noche. Sin necesidad de estridencias ni artillería pesada, Ortega eclipsó a la mismísima Penélope Cruz con un vestido negro lencero que parecía cosido a su medida (y a su manera de entender la elegancia: sin excesos. 

Penélope Cruz y su vestido de Chanel para asistir al  Museo de las Artes Decorativas en París 

Penélope Cruz y su vestido de Chanel para asistir al  Museo de las Artes Decorativas en París 

(Gtres)

Penélope Cruz y su Chanel más flojo

La actriz, como buena embajadora de Chanel desde hace ya más de una década optó por un vestido de la maison que más le entiende. De la colección Haute Couture primavera-verano 2025, la madrileña deslumbró (literalmente) con un modelo azul noche salpicado de paillettes plateadas en cascada que bajaban por la falda en capas, como si de un cielo estrellado se tratase. El diseño incorporaba una capa de gasa liviana sobre los hombros. El maquillaje, muy natural; el peinado, con ondas suaves; el resultado, en suma, bonito.

Y sin embargo —aunque duela decirlo—, no pasará a la historia. Penélope, tan brillante en pantalla como constante en sus elecciones de alfombra, no arriesgó ni un poquito. Fue Chanel en modo automático: correcta, ceremoniosa, quizás demasiado previsible. El vestido no terminaba de hacer justicia a su magnetismo natural. Demasiado etéreo, demasiado falda, demasiada gasa. Como si su presencia —que lo llena todo— hubiera quedado atrapada en una neblina textil de buen gusto.

Marta Ortega y Jon Kortajarena en el Museo de las Artes Decorativas en París 

Marta Ortega y Jon Kortajarena en el Museo de las Artes Decorativas en París 

(Gtres)

Marta Ortega apuesta por el combo más socorrido

Frente a la exuberancia controlada de la esposa de Javier Bardem, Marta Ortega apareció con un look que parecía sacado de la web de Zara. Un vestido lencero negro de escote sutil, silueta recta, encaje, transparencias y un doble escote formado por el forro del vestido y una banda de chantilly rematada por un lazo; y un abrigo-blazer, que ponía el toque chic al look. El tipo de vestido que no necesita logotipos  ni prints excéntricos para salir en a foto. Solo un diseño con actitud.

El efecto fue devastador. El negro sobre negro, lejos de resultar fúnebre, adquirió una dimensión casi escultórica en su manera de envolver el cuerpo. El juego entre la transparencia del encaje y la opacidad del abrigo funcionaba de maravilla. El cabello recogido, los pendientes discretos y una sonrisa apenas insinuada completaban un conjunto impecable. 

Vestido largo lencero de Zara 79,95 euros

Vestido largo lencero de Zara 79,95 euros

Zara

Vestido largo lencero de Zara 79,95 euros

Y aquí viene la noticia que nos hace cosquillas: Zara —sí, ese Zara que Marta Ortega dirige con mano invisible— ha lanzado hace unos meses un vestido lencero negro que nos puede servir de básico de fondo de armario y como alternativa para copiarle el look. Y lo mejor es que todavía está al alcance de todas.

Se trata de un vestido largo de la colección especial por el 50 aniversario de la firma, valorado en 79,95 euros, y confeccionado en un crepé con caída fluida que estiliza sin oprimir. El detalle que marca la diferencia es la superposición de tul negro transparente en el escote y las mangas, creando un efecto de "segunda piel" que insinúa sin mostrar, como un guiño a la sensualidad más inteligente. El escote en pico y la espalda baja aportan equilibrio, mientras que la silueta recta cae hasta el suelo cubriendo sutilmente el calzado. 

El éxito del vestido lencero no es nuevo, pero sí su relectura en clave 2025. Ya no se trata solo de reivindicar la estética boudoir o de rendir culto al minimalismo de los noventa. Se trata de otra cosa: de mostrar poder sin dureza, de aceptar el cuerpo sin disfrazarlo, de habitar el deseo sin convertirlo en espectáculo. El nuevo lencero no es solo una prenda: es una postura de estilo.

Zara lo ha entendido. Y Marta Ortega lo ha encarnado. Lo fascinante de su elección no es solo su estilo, sino el mensaje: cuando lo sencillo está bien hecho, no necesita ser rematado con adornos llamativos. Porque la moda, cuando es inteligente, se cuela por las rendijas más pequeñas.