Ha pasado tiempo y varias desgracias familiares, tantas que es difícil recordar a Alessandro Lequio y Ana Obregón como la pareja más glamourosa y bien avenida del panorama rosa nacional, pero así fue. Sucedió a lo largo de los años 90 del siglo pasado; el conde y la actriz se enamoraron y en un tiempo récord, y con estridentes titulares de por medio (él seguía casado con la temperamental Antonia Dell’Atte), consiguieron estar juntos y hasta tener un hijo. Pero todo cambió por culpa de una infidelidad y una exclusiva con nombre de mujer: Silvia Tinao.

Antes de su actual matrimonio, al conde emparentado con los Borbones le costó sentar la cabeza en España. A pesar de que tenía a dos mujeres a la gresca públicamente por su amor, la lista de enamoramientos de Dado sumaba y seguía y todos afirmaban que en su trabajo como director de gimnasio exclusivo pasaba más tiempo flirteando que entrenando. Pero nada fue tan humillante como lo que sucedió con Silvia Tinao.

Cómo surgió el idilio de Silvia Tinao y Alessandro Lequio

La mujer por la que Alessandro decidió dinamitar su relación con Ana Obregón no era, precisamente, carne de celebrity. Hasta poco antes de la irrupción de Alessandro en su vida, Silvia Tinao era una azafata de Iberia ultradiscreta, felizmente divorciada del empresario Claudio Montes, y madre de dos hijos.

Por cosas del karma o del destino, el empresario en cuestión acabaría unido sentimentalmente durante 24 años a María Suelves que fue a su vez la primera esposa de Francis Franco, el primer novio reconocido y reconocible de Ana Obregón. El mundo es, realmente, un pañuelo.

Lo que acabó como exclusiva en el Hola, la misma publicación que destapó el affaire Obregón-Lequio pillándolos en una escapada a Mallorca después de que Anita declarara al mundo que entre ellos no había nada más que una bonita amistad, comenzó, precisamente, de forma amistosa.

Silvia era deportista, relajada y le gustaba el anonimato, los viajes, el golf y no complicarse la existencia. El remanso de paz que justo necesitaba Lequio mientras Ana Obregón y Antonia Dell’Atte se tiraban los trastos en público.

Alessandro Lequio y Silvia Tinao dieron que hablar en la revista SEMANA

Alessandro Lequio y Silvia Tinao pareja estrella en los 90

Silvia Tinao y Alejandro Lequio, pareja de moda, en 1995, tras el escándalo que montaron con Ana Obregón.

Semana

La millonaria exclusiva que el conde Lequio se llevó al bolsillo

Silvia Tinao y Alessandro fueron amigos antes que amantes y así duraron un tiempo, hasta que según el testimonio de Miguel Temprano, el paparazzi que les tomó las imágenes juntos en un campo de golf que destaparon el affaire, el conde decidió traicionar a Ana Obregón y Silvia Tinao en un mismo reportaje pactado. Según Temprano y la periodista Ruth Baza, autora de la biografía “La dolce vita de Alessandro Lequio, las imágenes de la infidelidad se pagaron a ocho millones de las antiguas pesetas que se embolsó el conde. Pero en realidad le costaron mucho más.

Como explicaba el propio Hola en su reportaje, la amistad de Alessandro y Silvia Tinao fue la gota que colmó el vaso de la difícil situación que atravesaba el conde Lequio con Ana Obregón en aquel momento.

Alessandro Lequio le puso los cuernos a Ana Obregón con Silvia Tinao

Alessandro Lequio comenzó su relación sentimental con Silvia Tinao estando aún con Ana Obregón.

“En esa época no vivían juntos Ana y Alessandro, pero él jugaba con que quería volver. Ana Obregón pensaba que volvería a su casa a reconciliarse porque estaba muy enamorada de Alessandro, pero no fue así”, afirmó a posteriori Miguel Temprano. Por su parte, la tercera siempre en discordia, Antonia Dell’Atte, se relamía con el fracaso de la relación de Ana y Dado, “espero que Silvia tenga más dinero que Ana y así pueda pagarme mi pensión”, decía en televisión.

Para Ana Obregón la experiencia fue humillante. “Era la cornuda de España”, ha llegado a decir. ¿Y Silvia Tinao? Como ya hemos dicho, no era carne de portada de revista, no quería aprovechar su “auge”. Concedió alguna entrevista y dio alguna declaración. Sorprende lo parecidas que son algunas de ellas a las que dijo la propia Ana Obregón cuando se destapó su romance con Lequio. Del “yo no he roto nada” de Obregón se pasó al “Yo no he sido la causa de la ruptura y no tengo que darle explicaciones ni a ella ni a nadie” de Tinao. Pero el karma le llegó también a Silvia en forma de grabación.

Lequio, el único conde que tropieza dos veces en la misma piedra

Como no podía ser de otra forma con Lequio, en aquella época el conde decidió jugar a dos bandas. Se instaló con Silvia Tinao en Turín para alejarse del ruido mediático, pero seguía acudiendo a casa de Ana Obregón para ver a su hijo Aless. De paso, intentaba camelar de nuevo a su ex visita tras visita, llamada tras llamada y le montaba unas escenas de celos terribles cuando se enteró de que ella tenía un nuevo novio. Pero esta vez Ana Obregón decidió devolverle el daño que Lequio le había causado.

Yo grababa esas conversaciones -cuenta Ana Obregón en sus memorias-. Me decía que quería volver conmigo y que su amante tenía celulitis, así que grabé esa conversación, llamé a la puerta de la amante, le di la cinta. Lo dejaron”.

Efectivamente, tras escuchar al conde rogar a su ex que volviera con él, Silvia Tinao decidió abandonar a Lequio, que se refugió en los brazos de una jovencísima Sofía Mazagatos. Pero meses después volvería a tocar a la puerta de Silvia con la que vivió una especie de canto del cisne de su relación tras un viaje juntos a Jamaica.

Después de aquel viaje, llega el silencio. Silvia Tinao estaba dispuesta a recuperar la calma anterior a la irrupción de los Lequio-Obregón en su vida. Su mayor temor, el volver a equivocarse en el amor. Ya había sucedido, y se volcó en recuperar su vida de azafata y madre. “El amor, como casi todo en la vida, tiene principio y fin”, aseguró. Fue una de sus últimas declaraciones.