Un final inesperado. Tras dos años de idas y venidas, Jennifer Garner y Ben Affleck han decidido poner punto final a su matrimonio. Una decisión meditada pero que ha pillado a todo el mundo por sorpresa a juzgar por las últimas imágenes de la pareja y sus hijos, en las que se intuía una posible reconciliación. Y es que si hay algo de lo que pueden presumir es de la buena relación que mantienen a todos los niveles y no solo por el bien de sus hijos.
Según han informado varios medios internacionales, la demanda de divorcio se presentó el pasado jueves en un tribunal de Los Ángeles y ambos la presentaron a la vez y en persona. Esto significa que lo hicieron de manera coordinada. Al parecer tanto Affleck como Garner solicitan la custodia compartida, legal y física, de los tres hijos que tienen en común y dejan a criterio del juez la cuestión de la manutención. Como causa de divorcio han alegado diferencias irreconciliables, lo que se considera como una causa standard en EEUUU y no han establecido una fecha exacta de la separación, aunque en junio de 2015 ya la anunciaron a los medios.
A diferencia de la mayoría de parejas de famosos, entre ellos no existe ningún tipo de acuerdo prematrimonial, lo que supone que todas sus pertenencias y dinero se repartirán al 50% a no ser que entre ellos determinen algo diferente, lo cual beneficiará en gran medida a Garner, que apenas ha generado ingresos durante su matrimonio.
Es bastante probable que el caso no llegue siquiera a los tribunales, ya que ni siquiera quieren que haya abogados de por medio y será un mediador quien se encargue de determinar la resolución final y actuar de testigo en la firma del acuerdo. Eso sí, mientras terminan las posibles negociaciones entre ambos cónyuges, el proceso podría alargarse hasta seis meses.