Paris Hilton suele ofrecer al mundo su imagen más frívola, al centrar casi toda la atención en sus estilismos, sus glamurosas apariciones públicas, los avatares de su ajetreada vida sentimental y las disputas con amigas. Lo que no había mostrado nunca es que es una persona normal, como cualquier otra, que sufre y cuyo pasado le ha marcado de tal manera que no logra contener las lágrimas ante la Comisión de Justicia Criminal de la Legislatura Estatal de Utah al recordar cómo fue víctima de abusos en el internado Provo Canyon cuando tenía tan solo 16 años: “Hablar de algo tan personal fue y sigue siendo aterrador”, decía entre lágrimas la millonaria heredera del imperio Hilton.

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Vídeo: Gtres22 años después, Paris Hilton sigue traumatizada por lo que pasó y aún le cuesta dormir al revivir en su mente cómo los niños de aquel internado en el que ella estuvo eran “inmovilizados, golpeados, arrojados contra las paredes, estrangulados y abusados sexualmente con regularidad”. Ella, en primera persona, fue víctima de golpes por parte de los miembros del personal, quienes también le obligaban a tomar pastillas, la miraban mientras se duchaba y la enviaban a un confinamiento solitario desnuda como castigo. Una confesión con la que Paris Hilton trata de que se establezcan leyes para evitar que esto suceda en instituciones escolares privadas, algo que finalmente ha conseguido gracias no solo a su testimonio, sino también de otras víctimas.

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“No puedo irme a dormir por la noche sabiendo que hay niños que están experimentando el mismo abuso por el que pasé yo y tantos otros”, decía Paris Hilton en un mar de lágrimas que conmocionó a las autoridades que estudiaban el asunto. “Mi nombre es Paris Hilton, soy una superviviente de abuso institucional y hablo hoy en nombre de los cientos de miles de niños que actualmente se encuentran en centros de atención residencial en los Estados Unidos”, comenzaba su discurso. Vea el vídeo para verlo completo y conocer su dura historia de abusos continuados en un internado de Utah durante casi un año: “Sin un diagnóstico, me vi obligada a consumir medicamentos que me hicieron sentir entumecida y agotada. No respiré aire fresco ni vi la luz del sol durante 11 meses”.