La presentadora Arantxa del Sol pasa estos días junto a su marido, Finito de Córdoba, sus dos hijos y sus suegros en el campo en Córdoba, donde viven. Le gusta tanto estar en casa, que la cuarentena no está suponiendo ningún problema para ella. Pero, como todos, Arantxa del Sol (47) ha pasado por distintos estados. La presentadora nos cuenta cómo vive y sus miedos en esta difícil situación que todos estamos sufriendo.

¿Dónde estás pasando el confinamiento?

Estamos en nuestra casa en el campo en Córdoba donde vivimos. Estamos todos juntos y también mis suegros.

Después de tantos días, ¿qué es lo que peor llevas?

La verdad es que soy tremendamente casera y el confinamiento en sí no me está costando nada. Mis hijos, Lucía y Juan Rodrigo, también lo llevan muy bien y siguen sus clases desde casa. La tecnología en estos momentos es una gran ventaja. Lo que peor llevo es tener a mi madre en Madrid sola. Es muy independiente y no hubo manera de convencerla para venirse conmigo. Eso sí, hablamos continuamente.

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¿Cómo haces en tu día a día para no caer en el desánimo?

He pasado por varias etapas: limpiar y mantener todo desinfectado, sobre todo al principio, casi una obsesión por mantenerlo así sobre todo cocina y baños... de locura. También tengo la necesidad continua de mantenerme informada de todo referente al virus, cada día conectarme a ver lo último y estas cifras devastadoras de la pandemia que nos está dando demasiado duro en España, las medidas del Gobierno... Es imposible no caer en el desánimo y la impotencia en cualquier momento del día. Por las tardes hemos devorado varias series de Netflix.

¿Sigues ahora alguna rutina de entrenamiento o alimentación especial?

Tengo que reconocer que durante las primeras semanas no hice absolutamente nada, no tenía ánimo. Excepto ejercicios de respiración. Ahora poco a poco voy activándome. Estoy haciendo yoga, creo que es la disciplina más completa y me ayuda también mucho a relajarme.

¿Qué es lo que más miedo te da de todo esto?

Lo que vendrá después, me preocupa mucho la vuelta. Me produce mucha inseguridad en qué condiciones vamos a quedar y cómo nos vamos a recuperar. Por otro lado también creo que todo esto que está siendo una lección para nuestra sociedad, carente de valores. Una lección demasiado cara y triste, pero como pueblo, tengo la esperanza que vamos a salir fortalecidos.

Arantxa del Sol revista SEMANA (4)

¿Has tenido algún bajón?

He pasado por todas las emociones. A veces he reído y llorado al mismo tiempo, recibo noticias terribles de amigos y familiares de Madrid que pierden a sus seres queridos, situaciones que nunca podríamos imaginar. La realidad ha superado la ficción, una auténtica pesadilla. También he hablado con amigos del colegio, gente que hacía años no tenía noticias, hemos compartido horas de conversación, risas, buenos recuerdos, fotos, vídeos. Estas pequeñas cosas que, sin embargo, nos hacían mucha falta y aunque siempre lo tienes en mente no te parabas a dedicarle un ratito.

¿Qué te ha emocionado?

Ver a nuestros sanitarios luchando hasta enfermar, todos los trabajadores que están al pie del cañón en el día a día para que no nos falte de nada, empresas españolas y empresarios dejándose la piel para ayudar, cantantes regalando su arte para la lucha, los balcones, los vecinos solidarios haciendo la compra para nuestros mayores... ¡Qué gran país tenemos¡

¿La convivencia las 24 horas está resultando más fácil o más complicada de lo que pensabas?

Jajaja... hay tiempo para todo. Hay mucha crispación, sin duda, pero también estamos descubriendo muchas cosas. Conversaciones y discusiones hasta la madrugada con mi hija Lucía, de 17 años, que tiene mucho sentido crítico y resultan muy constructivas, de las que aprendemos las dos. Por otro lado, también hemos descubierto que es una gran repostera. El peque, Juan Rodrigo, que ya tiene 11 años, sigue siendo muy juguetón y sociable pero se acopla a cualquier situación y está en contacto con sus amigos siempre, que es lo que más le gusta. Además, adora a sus abuelos y tiene una relación muy especial con la abuela Carmen. Juan, mi marido, tiene un carácter positivo y optimista, pero, por supuesto, también tenemos nuestras diferencias y la política suele ser una de ellas (risas). Pero lo mejor de los enfados  luego también son las reconciliaciones...

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Por tu trabajo estás muy acostumbrada a viajar y a la vida social, ¿se te hace el confinamiento aún más duro?

Tengo la gran ventaja que me encanta la casa y, además, vivir en el campo es un auténtico privilegio. Me gustaría ayudar más de alguna manera, es lo que más me inquieta. Cuando me lo han pedido lo hemos hecho Juan y yo, desde nuestras redes sociales... pero claro ante esta situación tan tremenda, es insignificante y todo es muy poco.

¿Y para tu marido que le gusta tanto el campo y la vida al aire libre?

Juan está deseando ponerse en marcha, aunque en casa no ha dejado ni un solo día de entrenar, torear es una necesidad. Para él es una forma de vida y necesita ese contacto con los animales. Ama su profesión.

¿Qué va a pasar este año con la temporada taurina?

Por el momento está cancelada como sucede con otro tipo de espectáculos. Son muchos los profesionales, gremios, familias que dependen y que no dejan de pagar sus impuestos. A día de hoy no se ha planteado ningún tipo de solución o ayuda.

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¿Crees que hay algo bueno en todo lo que está pasando?

Yo tengo más esperanza que nunca en que va a haber grandes cambios en nuestra sociedad y vamos a recuperar muchos valores, que era la mayor crisis que teníamos. Por lo pronto creo que ya estamos mucho más unidos como pueblo. Pondremos en valor lo que tenemos, lo que nos une, porque es la única manera de levantarnos como país. Esta pandemia nos ha igualado a todos y ha puesto en evidencia muchas carencias que espero que corrijamos.

¿Cómo crees que será nuestra vida cuando volvamos a la normalidad?

Somos un país latino, el contacto de piel forma parte de nuestra esencia, durante un tiempo, sí somos responsables, esto cambiará, pero me resisto a creer que no vuelva a ser lo mismo. A lo mejor es menos intenso, pero no será un “me alegro de verte” superficial, será más sentido y auténtico, que es mucho más importante.

¿Qué es lo primero que vas a hacer cuando se levante el confinamiento?

Ir a ver a mi madre, a mi hermana, a mis sobrinos, a mis tíos... que ahora están todos en Madrid y abrazarlos con más ganas que nunca.

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