Unas 2.000 personas han asistido este lunes al funeral de Isabel II. Líderes de gobierno, representantes de Casas Reales han sido testigos del último adiós a la que ha sido soberana de Inglaterra durante 70 años. El mundo entero ha sido testigo de la misa oficiada en la abadía de Westminster y, posteriormente, de otro servicio -esta vez privado- en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor. Un lugar en el que reposan ya los restos de la monarca, quien sentía verdadera pasión por los animales. Por este motivo, sus mascotas -sus perros y su caballo- han aguardado a las puertas de la fortaleza al cortejo fúnebre. Un gesto con el que los seres queridos de la reina han querido que los animales a los que tanto amó estuvieran presentes en su último adiós.

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Muick y Sandy se llaman los dos perros corgi que se han llamado la atención a las puertas de Windsor. Una imagen anecdótica cargada de enorme significado para Isabel II, para quien sus mascotas eran muy valiosas. De hecho, se cree que su presencia este lunes en la fachada del casillo se debe a un deseo expreso y personal de Isabel II, aunque no hay confirmación oficial sobre ello.

Unos perros que regalaron a Isabel II tras la muerte de Felipe de Edimburgo

Los canes vivirán a partir de ahora con el príncipe Andrés y su exmujer Sarah Ferguson en Royal Lodge, en Windsor. La expareja sigue residiendo en la misma vivienda a pesar de su separación -que se oficializó en 1996-, así que serán ellos quienes cuidarán de los dos perros. Estos fueron un regalo para la reina tras la muerte del duque de Edimburgo, fallecido a los 99 años el 21 de abril de 2021.

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Y, del mismo modo que han estado sus perros, hemos podido ver a su caballo. Emma, el caballo favorito de Isabel II ha estado junto a Terry Pendry, el mozo de cuadra y habitual compañero de montar de la soberana, quien esperaba al cortejo fúnebre frente a la entrada de Windsor con el rostro serio y la cabeza agachada en señal de duelo.

Las mascotas de la reina Isabell II fueron parte importante de su vida cotidiana a lo largo de toda su vida. Estos últimos perros corgis que estuvieron junto a ella en los últimos años no eran descendientes de Susan, la mascota que le regalaron en 1944, cuando tenía 18 años. Esta perra fue la primera de una saga que se prolongó durante casi 15 generaciones. Llegó a tener hasta 30 ejemplares de esta raza. Su pasión por los corgis le venía desde la infancia: se crió con estos animales en palacio. Y su padre, el rey Jorge VI, también era aficionado a ellos. Candy

Candy o Vulcan, -

Vulcan, -de la estirpe de Susan-

Susan- fueron algunas de sus favoritas. Tras la muerte de estas decidió no volver a tener más mascotas a su lado, ya que sufría enormemente cuando morían, pero no pudo rechazar los dos que le obsequiaron poco después de enviudar.