Es difícil concentrarse cuando el calor parece no dar tregua. Si bien es cierto que el verano es el momento perfecto para resetearnos, revisar nuestros hábitos y priorizarnos, resulta evidente que las altas temperaturas hacen que nos falten las ganas y sintamos que la energía nos falla. En esos momentos, nuestra productividad puede verse afectada y el desempeño en el trabajo puede disminuir. Más allá de una falta de voluntad, lo cierto es que el clima influye de manera rotunda en nuestro cuerpo, que nos pide un ritmo más lento.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cuando se superan los 33 °C, es normal que el rendimiento baje hasta un 50 % en tareas de intensidad moderada. En este contexto, más que apretar el acelerador, toca aprender a gestionar de forma distinta. “No gestionamos tiempo, gestionamos energía”, afirma Laura García Buscaglia, coach ejecutiva y experta en efectividad. Su enfoque no va de hacer más, sino de estar mejor mientras lo hacemos.
Claves para no apagar motores, aunque suban las temperaturas
Laura García Buscaglia ha acompañado a más de 500 directivos y profesionales en entornos de alta exigencia. Señala que si queremos mantener el foco y el rendimiento, sobre todo en verano, no basta con reorganizar tareas; hay que repensar cómo usamos —y renovamos— nuestra energía.
Estas son cinco estrategias que comparte para afrontar los meses de calor sin agotarse en el intento:
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- Anticipa tus “momentos valle”. No todos los tramos del día son iguales. Evita forzar la concentración a pleno sol o después de una comida copiosa. Identifica tus picos de energía y reserva esos momentos para lo importante. Deja lo más mecánico o ligero para las horas de bajón.
- Aligera la agenda. En verano, menos es más. “No es momento para llenar el calendario de reuniones o llamadas innecesarias”, recuerda Laura. Crear bloques protegidos para trabajo profundo y limitar interrupciones puede marcar la diferencia.
- Prioriza de verdad. ¿Todo lo que haces es realmente necesario? Herramientas como la regla del 80/20 pueden ayudarte a distinguir lo urgente de lo esencial. “Cuando depuramos tareas, recuperamos espacio mental y claridad”, apunta.
- Cuida tu energía física y emocional. Hidrátate bien, come ligero y haz pausas que oxigenen cuerpo y mente. Los microdescansos no son una pérdida de tiempo: son inversión directa en concentración y agilidad mental.
- Transforma intenciones en hábitos. Una de las claves del Método FASE, al que Laura está certificada, es trabajar en ciclos de 90 días para consolidar hábitos sostenibles. “Los cambios duraderos no llegan por fuerza de voluntad, sino por estructura”, señala.
En un entorno cada vez más exigente, ser productiva no significa estirarse más allá del límite, sino aprender a regular tu energía para cumplir tus objetivos sin comprometer el bienestar. “El verano puede ser más desafiante, pero también una gran oportunidad para revisar cómo trabajamos y cómo queremos vivir”, añade la experta.
El Método FASE: foco, energía y propósito
Laura lo sabe bien por experiencia propia. Durante años lideró equipos desde puestos de alta dirección, cumpliendo con todos los mandatos del éxito profesional, hasta que algo se rompió. “Sobrevivía entre reuniones, presión y culpa, sin espacio para lo que realmente importaba”, recuerda. El punto de inflexión llegó cuando conoció el Método FASE, una herramienta de productividad consciente creada por el experto Agustín Peralt y ya implementada en compañías de la talla de Pepsico, Siemens o Zurich.
Esta metodología, que organiza la jornada en torno a cuatro pilares —Foco, Atención, Sistematización y Energía—, no busca que hagamos más cosas, sino que hagamos mejor las que importan. No plantea soluciones puntuales, sino un rediseño de hábitos, decisiones y ritmos para que el trabajo no invada la vida, sino que se integre con ella.
“El bienestar y la productividad no deberían ir por caminos distintos. De hecho, cuando uno se deteriora, el otro también lo hace”, explica Laura, que hoy acompaña a líderes que, como ella, han decidido parar, reenfocar y volver a liderar su agenda con intención. Incluso en verano. O precisamente en verano, cuando todo —el cuerpo, la mente, el clima— nos invita a hacerlo diferente.