Hay pocas partes del cuerpo que den tanta información sobre nosotros como nuestras manos. Son un chivato exacto de nuestra edad que, además, no puede esconderse con cirugía, cuentan si somos personas tranquilas o nerviosas, si nos alimentamos bien y hasta pueden dar información de cuál es nuestra ocupación laboral. Pero si hay algo que dicen a gritos nuestras manos es cuándo es hora de que las empecemos a cuidar.

Nuestras mejores herramientas

Y tenemos que hacerlo no solo porque sean herramientas más que útiles para nuestro día a día y nos sirvan para ser hábiles. También debemos cuidarlas porque la piel, aunque sea más resistente en las manos que la de otras partes del cuerpo, también necesita que miremos por ella y le proporcionemos hidratación y mimos.

Y teniendo en cuenta que es una de nuestras zonas más expuestas a la intemperie y las inclemencias del tiempo, con más razón todavía. Porque hay pocas partes que pasen todo el año al descubierto como sucede con las manos, que solo se ven cubiertas por guantes cuando llega el frío más extremo.

El verano y el sol

Pero de la misma forma que colocamos esos guantes en invierno, hay otras épocas del año en las que nuestras manos necesitan también de una ayuda extra para protegerse. Así, en verano a menudo olvidamos aplicar protector solar sobre ellas, cuando deberíamos echarlo siempre y, además, con un factor alto.

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Eso ayudaría a evitar uno de los grandes problemas que afectan a la piel con el paso de los años: las manchas. Pero si ya llegamos tarde con la prevención -que hay que mantener, aunque ya nos haya salido alguna mancha para que no nos salgan más o se intensifiquen las ya existentes- hay formulaciones con tratamiento antimanchas precisamente para hacerles frente.

Exfoliación e hidratación al máximo

Además de la protección, para que nuestras manos se muestren suaves es necesario dedicar un rato cada cierto tiempo a hacer una exfoliación suave para retirar pieles muertas y durezas. Esto hay que hacerlo con cuidado especialmente en las cutículas. Y retirarlas siempre con el instrumental adecuado, no vayamos a caer en el terrible vicio de meternos el dedo en la boca y acabar mordiéndolas.

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Para una exfoliación adecuada lo mejor es que sumerjamos las manos durante unos diez minutos en agua tibia con sales. Tras sacarlas y secarlas podemos usar la lima para dar forma a nuestras uñas, retirar las cutículas y exfoliar con una crema granulada o bien utilizar una piedra pómez con suavidad en la zona de las durezas y volver a sumergir después las manos.

Para finalizar, hay que hidratar a fondo. Para las manos con tendencia a la sequedad buscaremos fórmulas más nutritivas y densas, algo que aplicaremos al menos una vez al día. Hay también mascarillas para manos que, como las cremas más untuosas, es recomendable aplicarse antes de dormir, para que hagan su efecto mientras descansamos.

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