A medida que envejecemos puede sernos más difícil explotar nuestro potencial a través del maquillaje, pero no es algo imposible ni mucho menos. Es más, es a partir de los 50 cuando muchas mujeres descubren una nueva libertad creativa, jugando con la madurez y el empoderamiento a su favor. El makeup ya no es una máscara, sino un aliado estratégico para suavizar, resaltar y celebrar nuestra edad sin vergüenza.
Con las herramientas adecuadas también puede ser un auténtico recurso antiedad que, en vez de sumar, nos quite años de encima. No se trata de aplicar más, sino mejor. Las arrugas, la textura o el tono puede abordarse con los productos y técnicas adecuadas, consiguiendo el mejor efecto rejuvenecedor sin tener que pasar por los retoques estéticos.
La preparación de la piel es el nuevo maquillaje
Hace algunos años las bases cubrientes eran la dinámica por excelencia, pero en los últimos años se ha puesto de relieve la preparación de la piel, dejando que respire y con un acabado súper luminoso. La hidratación ya no es opcional: es esencial.
A partir de los 50, la piel tiende a volverse más seca y fina, lo que hace que cualquier producto de maquillaje que no se funda bien acentúe líneas de expresión, arrugas o zonas deshidratadas.
La calidad de la piel es fundamental para un acabado luminoso y juvenil.
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Por ello, lo mejor es siempre empezar con una crema que sea muy nutritiva, formulada con activos como ácido hialurónico, péptidos, ceramidas o incluso aceites ligeros. Podemos también incluir un sérum iluminador debajo también puede aportar ese toque jugoso que rejuvenece de inmediato.
En cuanto al producto de maquillaje, una base ligera y luminosa es la dinámica más recomendable. “La textura del maquillaje lo es todo. Una base demasiado densa o mate puede acentuar arrugas y hacer que la piel se vea apagada. Prefiero texturas ligeras, luminosas, tipo sérum, que aporten jugosidad y dejen ver la piel real. Y si hace falta más cobertura, se trabaja por zonas, no en todo el rostro”, explica Miguel Bling, director de You Glow Salon (Madrid), maquillador profesional y embajador de L’Oréal Professionnel.
Corrige con inteligencia: no es cubrir, es iluminar
Otro gran secreto que debes apuntar después de los 50, es saber dónde aplicar el corrector y con qué textura. En esta categoría también tenemos que escoger fórmulas hidratantes, ya que las que son más densas o mates pueden apelmazarse y marcar más de lo que disimulan. A la hora de aplicarlos, debes hacerlo en ojeras, manchas puntuales y zonas donde el tono se apague para unificar.
Para las ojeras, un tono ligeramente asalmonado o rosado puede neutralizar sin crear efecto grisáceo. Aplícalo con la yema del dedo o con una brocha pequeña y difumina bien. También es conveniente no aplicar demasiados polvos encima, solo hazlo con una fina capa para que tu mirada se vea más abierta, descansada y despierta.
Es importante escoger correctores que sean cremosos y que iluminen sin apelmazar.
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“Uno de los errores más comunes que veo es seguir utilizando el mismo tipo de maquillaje que usaban hace 20 años. Bases muy cubrientes, polvos en exceso o correctores súper secos que, en lugar de suavizar, marcan aún más las líneas de expresión. La clave está en entender que menos es más. Hoy en día hay texturas increíbles que unifican la piel sin apelmazarla y que se funden de forma natural”, afirmaba Miguel.
Cejas y pestañas: el poder de enmarcar con sutileza
A partir de los 50, muchas mujeres notan que las cejas se vuelven más finas, despobladas o claras, lo cual puede modificar por completo la expresión facial. Puede parecer un detalle irrelevante, pero la realidad es que lo puede ser todo, tal y como nos comenta el experto. “Si me preguntas por un truco infalible para restar años: sin duda, las cejas. Una ceja bien definida pero suave levanta la mirada y rejuvenece al instante”.
Unas buenas cejas pueden elevar y ampliar la mirada de forma natural.
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La clave está en escoger lápices o sombras en polvo del mismo tono (o similar) al del cabello y rellenar con trazos suaves y ascendentes, sin marcar el contorno de forma agresiva. Es muy importante evitar los efectos muy dibujados o marcados, ya que, al tener menos volumen de forma natural, va a quedar un acabado artificial y poco favorecedor.
En cuanto a las pestañas, prioriza máscaras que alarguen y separen, mejor si tienen fórmula hidratante o enriquecida con pantenol. El negro sigue funcionando, pero si buscas un efecto más natural y cálido, el marrón oscuro, gris topo o incluso burdeos pueden ser tus nuevos aliados. Esto es algo que también se puede aplicar al delineado. Es más, es mucho más recomendable, ya que, según el maquillador, “puede endurecer un poco la mirada si es muy marcado o si se usa en toda la línea del agua”.
Rubor e iluminador: aplícalo con estrategia
Si nos tuviésemos que quedar con un solo producto de maquillaje, probablemente sería el colorete. Es un paso transformador a cualquier edad, pero que queda especialmente bien a partir de los 50. Muchas veces, con la pérdida de volumen natural del rostro, ciertas zonas se aplanan o parecen más caídas y aplicarlo en punto claves puede conseguir un rostro más joven.
El colorete debe de aplicarse de forma estratégica para un efecto lifting.
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“El colorete, aplicado en la zona alta de las mejillas con un toque hacia las sienes, da un efecto lifting inmediato”, confirma el experto. Lo mejor es decantarse por fórmulas liquidas o en crema, debido a que se funden mejor con la piel y aportan jugosidad. Entre los tonos predilectos están los rosas suaves, melocotón o terracotas cálidos, siempre dependiendo del subtono de piel.
El iluminador, por su parte, también se puede usar en nuestro favor (pero con cuidado). “A partir de cierta edad, recomiendo iluminar estratégicamente: en lo alto del pómulo, lagrimal, arco de la ceja y un toquecito en el centro del párpado móvil para dar frescura. Evito iluminar zonas con mucha textura, como patas de gallo o líneas marcadas, porque ahí el brillo puede jugar en contra”, añade.
Labios más definidos
Otra consecuencia de ir cumpliendo años, es que los labios tienden a perder definición y volumen. Solemos recurrir siempre a los tonos nude, pero esto no solo es monótono, sino que puede no explotar todo nuestro potencial. De hecho, un color bien elegido puede darle vida a todo el rostro.
Un buen color de labios puede marcar por completo la diferencia.
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La clave está en perfilar los labios ligeramente por fuera de su borde natural con un lápiz del mismo color que tu barra, difuminar el trazo y rellenar con una textura cremosa o tipo bálsamo con color. Es importante evitar los productos excesivamente mates o los que son muy pegajosos. “Un tono natural con un toque de brillo siempre aporta frescura”, declara.
En este contexto entran en juego también los productos multifunción, que nos permiten ahorrar tiempo con un acabado impecable. Por ejemplo, “un tinte en crema que sirva como colorete y labial”, continúa. Lo importante es que tenga un punto de hidratación que aporte frescura y juventud al instante.
En definitiva, maquillarse después de los 50 no se trata de esconder, sino de reinterpretar nuestras rutinas para adecuarlas a nuevas necesidades. Como consejo final, Miguel nos da un tip clave: “No soy de prohibir nada, pero sí hay que tener ojo con los mates extremos, que pueden hacer que la piel se vea más seca o apagada, y con los brillos intensos, sobre todo los metálicos, que marcan mucho la textura”.