La relación entre maquillaje y edad ha ido evolucionando en los últimos años. En la actualidad no se tiene como objetivo ocultar el paso del tiempo bajo capas interminables de productos, sino de entender cómo tenemos que aplicarlo para potenciar nuestros rasgos naturales. Y es que maquillarse puede ser todo un arte, capaz de rejuvenecer y devolver al rostro ese frescor que a veces se pierde.
Es una cuestión de estrategia, más que de cantidad. Y también de evitar errores que, por hábito o desinformación, muchas mujeres repiten a diario. Desde la textura de la base hasta el uso del corrector, pasando por el delineado o el color del labial, cada elección suma en el resultado final. Lejos de las tendencias efímeras, hemos hablado con una maquilladora profesional, quien ha dejado la guía completa con la que sacarse el máximo partido.
Acierto: Una base ligera que respete la textura de la piel
Uno de los errores más habituales es el de escoger una base de maquillaje que sea demasiado cubriente, densa o mate. Este tipo de texturas, lejos de unificar el tono, tienden a acumularse en las líneas de expresión, marcando arrugas y apagando la luminosidad natural del rostro.
Uno de los errores principales es escoger bases de maquillajes pesadas o con acabado mate.
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“Una base demasiado pesada o espesa nos marca las líneas de expresión en exceso tiende a cuartearse; igual que elegir una base muy mate o que no es nuestro color, solo nos va a dar el resultado de envejecimiento y remarcar los signos de la edad”, afirma la maquilladora Sara Saiz.
Es aquí donde entran en escena las alternativas con formulaciones más fluidas, hidratantes y con acabado satinado. Este tipo de fórmulas, ricas en ingredientes emolientes y con pigmentos ultrafinos, permiten unificar el tono sin perder la transparencia natural de la piel. El truco está en aplicar poca cantidad y trabajarla con herramientas como brochas o esponjas, desde dentro hacia afuera.
Error: El exceso de corrector en la ojera
La zona de las ojeras, y los ojos en general, es donde primero se acentúan los signos de la edad. Por ello, muchas veces buscamos tapar todo lo posible, y esto puede conseguir el acabado contrario al que buscamos, resecando y marcando las arrugas finas.
“Hay que elegir un corrector que corrija el color e ilumine la zona, de textura hidratante y que no sea muy pesado, y que lo puedas aplicar gradualmente para perfeccionar esa zona sin que tengas la necesidad de que haya mucha cantidad, ya que como hemos comentado, añadir mucho producto va a resaltar las arrugas”, afirma la experta.
Acierto: Colorete en tonos cálidos
“Una de las técnicas que más me gustan pasados los 40 o los 50, es la aplicación del colorete en crema en tonos melocotón o rosados suaves”, declara la maquilladora. Estos tienen la capacidad de devolver la vida al rostro, dejando un efecto “buena cara” instantáneo. El secreto está en aplicarlo ligeramente más alto de lo habitual, justo sobre la parte alta del pómulo, en dirección ascendente hacia la sien.
El colorete bien aplicado puede conseguir un efecto lifting en el rostro.
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Este simple gesto permite conseguir un efecto lifting ideal, contrarrestando el efecto de la flacidez natural de la edad. Consejo: evita los tonos que sean demasiado oscuros o tirando a burdeos, ya que endurecen y crean un aspecto envejecido. Y no te olvides de difuminar bien, ya que los parches o el exceso de producto, puede ser un error garrafal.
Error: Abusar del negro en ojos y tonos oscuros en labios
A partir de cierta edad, el negro puede convertirse en un color traicionero. Aunque en ciertos casos puede quedar ideal, la tendencia general es que endurezca los rasgos cuando se aplica de forma muy marcada. “La mirada, hemos hablado muchas veces que es algo en lo que reparamos mucho, ya que quizás es donde se empiezan a ver más los signos de la edad o cambios hormónales. Por ello, un delineado inferior muy marcado y poco trabajado solo nos va a hacer que, a lo largo de las horas, se nos vea el ojo más caído e incluso puede llegar a marcarnos las ojeras”, comenta Sara.
El maquillaje en los labios tiene que ser con tonos suaves y de acabado natural.
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En el caso de los labios, nos pasa algo parecido. “En este caso, el error más común sería elegir un color demasiado oscuro y la textura del labial muy seco. Solo va a hacer que no tengan volumen y se peleen; dejando un resultado de labios pequeños y deshidratados”, añade. Lo mejor es decantarse por rojos luminosos, frambuesa, nude tostados o rosas empolvados, que aportan vitalidad sin exagerar.
“Para dar volumen y definición, lo primero es un perfilador de un tono natural (puedes incluso darles algo más de volumen haciendo un overlip). También puedes jugar con una técnica ombré/sombreado, que sería elegir un lápiz para definir en un tono más oscuro que el labial, marcando sobre todo las comisuras y luego rellenar con un labial más claro en el centro”, remata.
Acierto: Iluminar sin brillar (y dónde sí conviene hacerlo)
Muchas veces hay un miedo tremendo al iluminador, pero la verdad es que, si se aplica de forma correcta, puede ser uno de nuestros productos estrella. Eso sí, siempre hay algunas recomendaciones que hay que seguir. “El iluminador tiene que ser de textura liquida o cremosa, y evitar formato polvo con partícula de purpurina muy gorda”, advierte la maquilladora.
“A la hora de aplicarlo, los puntos clave son en la parte alta del pómulo (sin tocar las patas de gallo), el arco de la ceja (algo sutil) y si te maquillas con sombras los ojos, poner puntos de luz en lagrimal y centro del párpado le va a dar un plus a ese maquillaje”, continua. Esto crea dimensión, suaviza la expresión y aporta un efecto jugoso muy favorecedor.
Lo que hay que conseguir es que el maquillaje acompañe a tu rostro, no que se adueñe de él. “El exceso suele en envejecer más que no aplicar maquillaje. En vez de tapar; utilicémoslo para realzar lo mejor de nosotras”, finaliza la experta. Así que aplica todos estos consejos que te hemos comentado y verás como notas un cambio en tu apariencia, pero sin tener que renunciar a tu esencia.