Suele ocurrir que, cuando pensamos en la boca, nuestra atención se centra únicamente en los dientes y olvidamos una parte fundamental de ella, las encías. Sin embargo, son clave para conseguir una sonrisa sana y bonita. ¿Quieres saber por qué? Sigue leyendo.

Las encías están hechas de un tejido blando, muy parecido a la piel. Son las responsables de cubrir los huesos que sostienen nuestras piezas dentales. Son como la armadura que las protegen. Estas forman un sellado fuerte alrededor de los dientes limitando así las zonas en las que puede acumularse la placa bacteriana.

Pero... ¿cómo sabemos si tenemos unas encías sanas?

Existen ciertas características que nos indican el estado en el que se encuentran, una encía sana suele tener un color rosado claro o coral, sin sangrado ni inflamación de las papilas interdentales y, por supuesto, sin retracción.

El mal aliento, el dolor agudo y el son grandes indicadores de que algo no va bien. Si experimentamos alguno de estos síntomas con regularidad lo más probable es que exista una enfermedad gingival.

¿Durante el cepillado y el uso de hilo dental hay irritación?

Entonces es un signo claro de gingivitis. Un error muy común en los pacientes es reducir su limpieza bucal por miedo a agravar el problema de sangrado.

Aunque también muchas personas piensan que sus encías están sanas cuando no es así, ya que la gingivitis es una afección bucal silenciosa y no tiene por qué presentar sintomatología, por lo que las revisiones odontológicas resultan primordiales para detectarla y tratarla a tiempo.

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¿Existen causas o desencadenantes?

Son muchos los factores que intervienen: hormonas, una dieta poco equilibrada, situaciones de estrés o de bajada de defensas,  el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo o simplemente una deficiente higiene bucodental...

Esta última suele ser la causa más común y frecuente, porque la placa bacteriana es capaz de alterar la configuración normal de la encía, debilitándola, y consiguiendo acceder fácilmente hacia el interior, dando lugar a una inflamación e irritación de la misma.

¿Cómo podemos tratarla?

Lo más conveniente es acudir a un buen profesional que haga un diagnóstico y paute los tratamien tos mas adecuados, siempre de una manera personalizada e individualizada.

Si no tratamos el problema a tiempo, podemos llegar a debilitar el sellado entre las encías y los dientes dando lugar a uno de los niveles más graves de gingivitis: la periodontitis, la cual puede causar hasta la pérdida de dientes. Respecto al tratamiento profesional hay varios procedimientos dependiendo de la gravedad de la afección, desde un raspado y alisado radicular a la cirugía periodontal o extracción de piezas.

El tratamiento se enfoca a la destrucción de los microorganismos bucales causantes de la infección mediante una limpieza profesional, el uso enjuagues de peróxido de hidrógeno y clorhexidina así como la eliminación del tejido necrótico mediante tratamiento periodontal, si fuese necesario.

¿Cómo conseguir unas encías sanas?

Cuidar bien la boca cada día es la mejor garantía para que las encías se mantengan sanas.

Hay que cepillarse los dientes después de cada comida, mínimo tres veces al día y durante un par de minutos, para eliminar por completo todos los restos de  alimentos que hayan podido quedar. Eso sí, no lo hagas de forma muy brusca, para no dañar las encías. Después utiliza siempre hilo dental.

En cuanto al flúor, es suficiente con usarlo una vez por semana. Además, recuerda que también se debe visitar de forma periódica al dentista para complementar la limpieza diaria con una limpieza dental con técnicas profesionales.

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