En el Palacio Real se celebran cenas de gala, las cuales están marcadas por un rígido protocolo en el que los Reyes están presentes. No solo en cuestiones de vestimenta, sino también en la larga mesa que se esconde entre sus muros para estos menesteres. Una mesa de 35 metros de largo que acoge a un total de 121 comensales y que está perfectamente estudiada, de hecho, no hay lugar a las equivocaciones. Para evitar meter la pata hay trucos que, a día de hoy, son infalibles. 

Los trabajadores son los que colocan los elementos de plata, siendo ellos quienes sitúan cada pieza a una cierta distancia y es que cada asistente cuenta tan solo con solo 57 centímetros de espacio.Los cubiertos, las vajillas con filos de oro y la cristalería de Moser es solo parte de lo que los invitados disfrutan en su comida, lo mismo que luego se lava a mano tras la cena. Una amplio servicio del que Letizia y Felipe disfrutan a menudo y que se mima para que esté a la perfección. 

 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Según han desvelado en Patrimonio Nacional, utilizan un misterioso, pero efectivo método. El equipo de Actos Oficiales "extiende, con gran maestría y profesionalidad, un cordel de lado a lado de la gran mesa. Y... ¡voilà!". Además sitúan una pieza de madera que sirve también para marcar distancia, dos técnicas que ayudan a que todo salga a pedir de boda. Algo cargado de delicadeza y esmero que es aplaudido por todos una vez que conocen lo que se esconde tras estas mesas tan dispuestas.

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"Detrás de cada ceremonia de Estado en el Palacio Real de Madrid, como la del 12 de octubre, así como detrás de cada día de apertura al público esperando tu visita, hay cientos de trabajadores que cuidan al máximo cada detalle", explican.

 

Todos estos detalles posan sobre un mantel de hilo blanco bordado, el cual acoge sillas de distinta altura. Así lo demuestra que las sillas de Letizia y Felipe sean más altas que las del resto, quienes, por cierto, se sientan el uno frente al otro. Todo se ha dispuesto antes por los miembros de Patrimonio Nacional, a quienes no se les escapa nada. Ya sea la disposición de las bandejas, los centros de mesa, los bajoplatos o los candelabros, entre otras piezas. Al igual que los asientos de los Reyes, pues el Rey Felipe jamás se sienta de espaldas a la ventana y Letizia frente a la puerta por donde entra el servicio.

cena de gala
Patrimonio Nacional

Además de las curiosidades anteriormente mencionadas, hay otras como que los cubiertos se colocan el mismo día de la cena, al igual que los platos de pan, las servilletas, los pimienteros o las sillas tapizadas. Una norma que debe seguirse, al igual que la etiqueta que marca el protocolo. Mientras los valores deben lucir frac y condecoraciones, las damas deben apostar por un vestido largo y tiara en caso de tenerla. 

Por otro lado, cabe señalar otro detalle y este no es otro que el sistema de organización que se utiliza en las mesas de gala. Se trata de la mesa francesa, la que obliga a los anfitriones a sentarse en el centro de la mesa, pero ¿cómo sabe el resto dónde sentarse exactamente? Según cuentan, todos reciben una tarjeta a la entrada donde se les señala donde deben situarse y al lado de quien, lo que no deja lugar a dudas. 

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En España se celebran en el Palacio Real con una hoja de ruta que también deben seguir al máximo. Primero estando presente en un besamanos en el Salón del Trono y luego en el comedor de gala de palacio, el cual fue inaugurado por Alfonso XII y María Cristina de Habsburgo en 1879.

Así consiguen que el mantel esté perfecto en las cenas de gala de los Reyes

Se suele tardar varias horas en el montaje de la mesa, mueble que, por cierto, se monta en función de los invitados esperados. "La mesa está formada por varios tablones que se montan en función del número de invitados", comentó hace algún tiempo Javier Hernández, ayudante de gestión, en La Razón. "Ya sobre la mesa, los manteles que previamente se habían planchado se rematan sobre la superficie para que estén perfectos y no se noten las líneas. Para calcular la distancia, el equipo de oficios extiende un cordel de lado a lado de la gran mesa. Se coloca una tablilla y se dispone la copa de vino en el centro, a la derecha el blanco y a la izquierda, el agua.