Ser hijo de famoso puede ser una ventaja o un inconveniente. En el caso de estas tres chicas, Rocío Crusset hija de Mariló Montero y Carlos Herrera, Andrea Molina descendiente de Lydia Bosch y Micky Molina y Lucía Rivera heredera de Blanca Romero y Cayetano Rivera han sido todo ventajas, porque han sabido separarse de los apellidos familiares y labrarse un futuro por ellas mismas.

Ahora estas tres jóvenes han ofrecido una entrevista a la revista Vanity Fair, en la que han contado sus ambiciones y la relación que mantienen con sus progenitores.

La hija de la presentadora navarra ha conseguido colocarse a la cabeza de las modelos con más proyección del país, aunque a veces su apellido no se lo ha puesto nada fácil y eso que ha preferido prescindir de los dos primeros: “No me quieren en sus desfiles porque piensan que voy a llamar más la atención; eso es algo que me molesta. Pero poco a poco me van viendo como modelo y no como celebrity. Cada vez tengo más credibilidad”. Fiel seguidora de las carreras profesionales de sus padres, la sevillana prefiere vivir al margen de sus respectivos trabajos: “No escucho a mi padre, no te voy a mentir. Y mi madre es una curranta”.

La hija del torero y la actriz acaba de llegar a esto como quién dice. No hace ni un año que la asturiana ha cumplido la mayoría de edad. Por el momento, Lucía  está intentando hacerse un hueco en el mundo de la moda, aunque ya ha hecho, con mucha soltura, sus primeros pinitos sobre la pasarela: “Nos dimos cuenta de que me empezaba a gustar la moda, porque un día mi madre me puso un biquini, empezó a hacerme fotos y me dijo: ‘Te pega ser modelo’. Ahora lo que quiere es combinar esta profesión con la de dj: “El otro día fui a pinchar y me encontré por primera vez con un paparazzi. Me di cuenta de que ya tengo 18 años y que cualquier fotógrafo puede venir y hacerme fotos”.

La única de ellas que quiere seguir los pasos de sus padres es Andrea. La madrileña sueña con poder ser actriz como sus progenitores. Sabe que es difícil y que su apellido va a estar ahí, pero eso no le impide para seguir preparándose a fondo para ello: “El de actriz es un trabajo en el que te lo pasas pipa, estás siempre en historias que no son tuyas, viviendo cosas que a lo mejor no te van a pasar a ti nunca”. Además reconoce que a veces echa de menos el anonimato y no siempre todo ha sido de color de rosa por haber nacido en una familia tan conocida: “Lo primero que piensas es que te habría gustado tener una familia anónima, sí. Pero después te das cuenta de que eres la persona que eres gracias a lo que has vivido”.

Son todo ventajas

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En el caso de estas tres chicas, Rocío Crusset hija de Mariló Montero y Carlos Herrera, Andrea Molina descendiente de Lydia Bosch y Micky Molina y Lucía Rivera heredera de Blanca Romero y Cayetano Rivera han sido todo ventajas, porque han sabido separarse de los apellidos familiares y labrarse un futuro por ellas mismas. 

No quiere saber nada de sus dos primeros apellidos

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La hija de la presentadora navarra ha conseguido colocarse a la cabeza de las modelos con más proyección del país, aunque a veces su apellido no se lo ha puesto nada fácil y eso que ha preferido prescindir de los dos primeros.

Confiesa no escuchar a su padre en la radio

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Fiel seguidora de las carreras profesionales de sus padres, la sevillana prefiere vivir al margen de sus respectivos trabajos. 

Pisa fuerte la pasarela

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La hija del torero acaba de llegar a esto como quién dice. No hace ni un año que la asturiana ha cumplido la mayoría de edad. Por el momento, la joven está intentando hacerse un hueco en el mundo de la moda, aunque ya ha hecho con mucha soltura sus primeros pinitos sobre la pasarela. 

Modelo y dj

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Ahora lo que quiere es combinar esta profesión con la de dj:El otro día fui a pinchar y me encontré por primera vez con un paparazzi. Me di cuenta de que ya tengo 18 años y que cualquier fotógrafo puede venir y hacerme fotos”. 

Andrea sigue sus pasos

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La única de ellas que quiere seguir los pasos de sus padres es Andrea. La madrileña sueña con poder ser actriz como sus progenitores. Sabe que es difícil y que su apellido va a estar ahí, pero eso no le impide para seguir preparándose a fondo para ello. 

No todo han sido ventajas

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Además reconoce que a veces echa de menos el anonimato y no siempre ha sido todo color de rosa el haber nacido en una familia tan conocida.