Roberto Álvarez es de las típicas personas que sorprenden cuando le tratas por primera vez. Su tono de voz y su aspecto físico dan la aparecía de una persona seria, pero todo lo contrario. Nuestro protagonista es una caja de sorpresas en la que el humor negro es su principal característica. El actor de películas tan emblemáticas como Manolito Gafotas y series tan conocidas como 'Ana y los 7' (donde se convirtió en una estrella de la televisión) ‘Servir y Proteger’ o ‘Cuéntame cómo pasó’, nos ha abierto las puertas de su casa para hablarnos de su vida y de su nueva obra de teatro: ‘Equus’. Una casa en la que convive con su mujer, la también actriz Marta Molina y sus dos hijos, Samuel y Olivia. “¿Un café o agua?”, nos dice nada más entrar. “Mi mujer se compra la re-vista SEMANA todos los miércoles. Es una gran revista y estoy seguro de que después de salir esta entrevista llegará a mucha más gente que estamos en el teatro”, nos continúa diciendo después durante la sesión de fotos.Pero es que Roberto es así, un actor de raza, pero también una persona cercana que se interesa y habla de todo, mientras el fotógrafo hace sus mejores esfuerzos para conseguir un primer plano sin que se mueva. Un encuentro cercano con un actor que lleva más de treinta años demostrando que es uno de los mejores talentos que tiene nuestro país.

Roberto Álvarez: “Llegué a vender en la calle”
Alberto Bernárdez.

¿Llevas mucho tiempo aquí viviendo?Sí, llevo viviendo en esta casa casi 11 años. Marta, mi mujer, y yo, hemos cambiado de casa a lo largo de nuestra vida mu-chas veces. Somos muy inquietos en eso. Antes vivíamos en el centro de Madrid.¿Y qué hizo que te decidieras por esta casa?A medida que fuimos teniendo hijos vimos la necesidad de tener una casa cada vez más cómoda. Eso fue lo que más me atrajo.He leído que se te da muy bien la cocina.A mí se me da bien, pero como si fuera un químico.A ver, explica eso...Sí. Tengo curiosidad por llegar a la perfección y una vez que llego a ella lo abandono y me voy a otra cosa. Mi último reto ha sido una tarta que tardé siete días en hacerla. Me costó una barbaridad de tiempo y de dinero, porque lleva tantos ingredientes y tan específicos que tuve que pasarme tiempo buscándolos y una vez que ya la terminé ya no la volveré a hacer nunca en mi vida. Es una complicación enorme.Y cuando de repente tu mujer te ve en la cocina haciendo esas cosas, ¿qué te dice?Se lleva las manos a la cabeza y me pide que deje de hacer experimentos (se ríe).¿Cuál es la zona de la casa que disfrutas más o donde pasas más tiempo?En la cocina y en la última planta de arriba que es donde está mi ordenador y el gimnasio, donde hago pilates.Te noto una persona muy feliz y sonriente.Muchísimo. Esta casa está llena de alegría y de luz. Tengo dos hijos maravillosos. Mi hija de 13 años es una estudiante del carajo y además es un terremoto de persona. Mi hijo, que tiene 19, es muy serio, pero un tío muy lúcido.Con tu mujer también veo que estás estupendamente.Me he casado recientemente. Mi mujer es una persona maravillosa. Una actriz excelente y una profesora de diez. La llaman de todos lados para que dé clases de teatro. También es profesora de pilates y ha estado haciendo de gira dos o tres años últimamente con sus obras.

Roberto Álvarez: “Llegué a vender en la calle”
Alberto Bernárdez.

¿Cómo consigue una persona que no tenía pensado dedicarse a la actuación llevar casi 30 años en este mundillo y tener su propia productora?Lo inicios fueron duros. Los primeros siete años fueron horribles. La primera compañía, Teatro de la Danza de Madrid, era una maravilla, éramos 16, teníamos un local precioso y unos montajes maravillosos, pero vivíamos una angustia tremenda. Yo me acuerdo de que daba clases y llegué a vender en la calle para sobrevivir. Es decir, llegué a tener que vender en El Rastro. Yo pensaba que nunca iba a vivir de esto, la verdad. Además, veía que la compañía me merecía un respeto y una admiración muy grande y que no tenía salida, o sea que no le salía trabajo suficiente. Y ahí fue donde nació mi vocación por ser productor para levantar aquello. Y afortunadamente acabó produciéndose con el paso del tiempo.A todo esto, eres técnico de Telecomunicaciones...Estudiando en el colegio mayor ya me metí en una es-cuela de teatro y de ahí surgió una vocación que yo desconocía. Me salieron bastantes papeles y fui abandonando los estudios, pero yo quería darle un título a mi padre y me metí en el ciclo de ingeniero técnico de Telecomunicaciones y acabé los tres cursos.Estás considerado uno de los actores más atractivos de la pequeña pantalla.(Se ríe) Eso es parte de la magia de la televisión y todo fue a raíz del éxito de Ana y los 7. Era un poco como el rol que jugaba Richard Guere en Pretty Woman. Un hombre millonario, amante de su familia y, además, que no se en-tera de nada.Eres bastante modesto.(Suelta una sonora carcajada) Mira, yo ni pensé nunca que iba a formar parte de la familia del cine ni de la televisión, porque yo hasta los 40 años no había hecho ni una película ni nada. Estaba en esa compañía de teatro, luchando por ella y viviendo humilde-mente del sueldo que habíamos conseguido dignamente. Y tenía 41 años y nunca pensé que me iba a formar parte de esa gran familia. Muchísimo menos ser tan conocido luego con mi papel en Ana los 7. Pero sí, yo tampoco llegué a imaginarme nunca que iba a hacer a ser una persona física-mente sexy (se ríe).

Roberto Álvarez: “Llegué a vender en la calle”
Alberto Bernárdez.

Y ahora estás en el Teatro Infanta Isabel, con ‘Equus’.Efectivamente, estaremos todo octubre y todo noviembre. Es una obra maravillosa con un texto maravilloso. Mi personaje, el psiquiatra Martin Dysart, te hace cuestionarte una vida sin pasión. El espectador va a salir enternecido y sonriente.¿Qué se va a encontrar el público con tu personaje?El protagonista tiene una obsesión con los caballos. Los caballos son una metáfora, son las mordazas que te pone la vida. Este psiquiatra va a extirparle toda esa pasión y toda esa posibilidad de ser libre.Durante la sesión de fotos he visto como has ido ojeando las críticas de tu nueva obra de teatro. ¿Te siguen afectando?Sí, mucho. Y es un defecto, sí. Hay que confiar en tu trabajo y en la respuesta del público, pero no puedo evitarlo. Para esto confío mucho en Marta, porque ella es actriz y tiene un criterio con el que comulgo absolutamente. Y si Marta dice esto está bien, debería quedarme con eso y ya está. Sin embargo, soy un sufridor, pero me dura 24 horas y me molesta mucho que me moleste.Dices que el espectador va a salir de la sala pensando en los vuelcos que ha dado su vida ¿Tú has tenido muchos vuelcos en tu vida?No. Soy muy familiar, me gusta ver crecer a mis hijos y estoy muy contento con Marta. Yo creo que el mayor vuelco ha sido dedicarme a esta maravillosa profesión. Ese ha sido el gran vuelco de mi vida.