Agustín Pantoja sigue dando mucho que hablar, mientras él sigue mudo y a lo suyo. Su vida se ha convertido en un misterio sin resolver y no parece que vayamos a ver la luz muy pronto.

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Agustín Pantoja ha sido la persona que más ha ayudado as su hermano en sus momentos más difíciles.

En un mundo en el que 'millones de cámaras velan por tu seguridad' resulta cuanto menos extraño que no haya apenas imágenes de Agustín Pantoja, a quien parece que se le hubiera tragado Cantora.El cantante, retirado sine die, se ha convertido en la sombra de su madre y de su hermana, pero poco sabemos de su propia identidad. No hay forma de saber ni qué siente ni cómo se siente, si está feliz, si está triste, si está cansado de llevar esa estrella que pesa tanto.Le han tentado muchas veces, le han atacado, le han puesto el capote, pero nunca entra al trapo. Una actitud que crispa a sus detractores y que alimenta una leyenda negra. Porque lo más seguro es que sea una gran persona, dedicado a los suyos y sin vanidad. Pero no lo sabemos. Ni lo sabremos.

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Agustín Pantoja ha vivido en la sombra muchos años, desde que decidiera dejar aparcada su carrera como cantante.

Agustín Pantoja fue hace unas décadas un cantante éxito, tenía su propio club de fans y hasta Juan Gabriel le componía canciones. Tenía entidad por sí mismo, pero su estrella se apagó de golpe, sin transición. Decidió que lo suyo era cuidar de su madre y llevar los asuntos de su hermana y parece que se hubiera olvidado de que él es también persona. Aunque seguro que lee estas líneas (ojalá) y se parte de la risa. Porque igual se lo está pasando en grande y nosotros sin enterarnos.Me consta que para conseguir una entrevista suya habría que sacar millones (de euros) y que no va a responder nunca a su sobrina Chabelita, quien ha dejado más que claro que no se dirían ni 'perro, qué haces ahí'. Tampoco opina sobre los acontecimientos familiares como su sobrina Anabel Pantoja.

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Aquí le vemos con su madre, doña _Ana, de quien siempre está pendiente.

A mí, no lo voy a negar, me gustaría saber si siente, si padece, si entra, si sale, quiénes son sus amigos, si tiene pareja, si las ha tenido... pero me encuentro un vacío existencial gigantesco.De momento, nos tenemos que conformar con verte a hurtadillas detrás de su hermana o empujando la silla de ruedas de su madre, doña Ana, una mujer también muy discreta, y con las especulaciones sobre qué lugar ocupa en la familia. Los hay que aseguran que está relegado y otros que sigue siendo la mano que mece la cuna.¡Qué sabe nadie!