Tal día como hoy nacía la gran reina de las reinas con permiso de Isabel II de Reino Unido: Su Majestad Victoria, por la Gracia de Dios, del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda Reina, Defensora de la Fe, Emperatriz de la India. El 24 de mayo de 1819 llegaba al mundo una niña que no estaba para nada destinada a ser monarca, ya que su padre, Eduardo, duque de Kent, era el cuarto hijo de Jorge III, por lo tanto, estaba bastante alejado en el orden de la sucesión de la corona. Sin embargo, a lo largo de la historia a veces suceden cosas inesperadas y quien no está destinado a reinar, lo hace. Por eso siempre las monarquías han dado especial importancia a tener muchos hijos, preferiblemente varones en el pasado y afortunadamente ahora (salvo en España y el Principado de Mónaco que sigue vigente la Ley Agnaticia), es indiferente que sea niño o niña. El que nace primero, reina.

Reina por sorpresa

A Victoria le pasó algo parecido a lo que le sucedería un siglo más tarde a su tataranieta, Isabel II, que el trono no estaba destinado para ellas pero, carambolas del destino, les tocó. A Victoria fue porque ninguno de los tres tíos paternos que tenía por delante de ella, tuvieron descendencia legítima antes de morir: los duques de Clarence, de Kent y de Cambridge. Eran unos “piezas” en lenguaje actual y, lejos de esforzarse en casarse con quien debían, tuvieron vidas disolutas o matrimonios morganáticos (con mujeres que no eran de su estatus) y la sucesión, que es algo que las casas reales se toman con muchísima preocupación y seriedad, estuvo durante bastantes años pendiente de un hilo. Tanto es así, que se tuvo que tirar de la rama alemana, la Hannover, para poder dar continuidad a la familia real inglesa.

¿Por qué es tan importante la figura de la reina Victoria?

La reina Victoria no fue una reina más dentro de la historia inglesa (y europea) por cuanto encarnó muchas cosas especialmente relevantes. En primer lugar, porque era la titular de la corona como lo había sido Isabel I (Tudor) y como lo sería su descendiente Isabel II. Es curioso que estas tres reinas, ninguna destinada a reinar cuando nacieron, lo hicieron bien y durante décadas. Victoria, además, fue la perfecta representación junto a su esposo y su extensísima prole, de los valores y virtudes de una época que terminó por denominarse así; victoriana. En ellos el pueblo veía reflejados los ideales de familia, rectitud, comportamiento y ejemplaridad. Aunque se quedó viuda pronto y pasó el resto de su vida llorando de pena por su marido sin quitarse el luto, Victoria ejerció una influencia tan grande en el mundo entero que podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que fue la primera y verdadera influencer de la historia.

Cuando murió en 1901 la nueva sociedad empezó a considerar la época victoriana como sinónimo de moralista y rígida. Pero, como dijo el escritor Ronald Knox: “Estamos también ante una etapa de pujanza sin igual, solo quienes nacimos bajo la reina Victoria sabemos lo que es asumir, del modo más natural, que Inglaterra es de modo permanente la primera de las naciones, que los extranjeros no importan y que, si ocurre lo peor, el primer ministro mandará los barcos" (de guerra, por supuesto).

Reina y emperatriz de un gran imperio

Si hay algo que caracteriza al siglo XIX es que en él se produjeron todos los grandes cambios de la época moderna con respecto a la contemporánea. Europa vivió grandes cambios en la economía, principalmente por la revolución industrial, la proliferación de las grandes ciudades, el éxodo del campo a las grandes urbes… Todo ello hizo que el modelo económico, pero también social, cambiara de manera progresiva. No fueron cambios instantáneos pero sí fundamentales en la concepción de la sociedad.

Lógicamente, esto influyó en las políticas y muchas monarquías desaparecieron en esta época dando lugar a repúblicas. En medio de toda esta vorágine, Victoria floreció como la gran dama del mayor imperio conocido jamás, fue nuestro Felipe II pero ampliado. Londres fue el centro del mundo y el imperio inglés, intocable hasta el fin de la I Guerra Mundial en 1918.

¿Cuántos hijos tuvo la reina Victoria de Reino Unido?

Desde 1840 hasta 1857, tuvo nueve hijos: Victoria Adelaida, de cuya descendencia proviene la reina Sofía, Eduardo VII, su sucesor como rey, Alice, quien sería abuela de Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II, Alfredo, Elena, Luisa, Arturo, Leopoldo y, por último, Beatriz, madre de la reina Victoria Eugenia de quien desciende la actual familia real española. Todos esos hijos tuvieron, a su vez, descendencias numerosas y siempre tuvieron matrimonios igualitarios, de ahí que se repartieran por todas las familias reales europeas. Por cierto, la reina Victoria odiaba estar embarazada y consideraba que dar el pecho era asqueroso. Aún así, tuvo nueve hijos.

La conexión de Victoria con casi toda la realeza europea

Otra de sus grandes características es que, por el hecho de haber tenido tantos hijos y haberlos casado a todos muy bien, es decir, con casas reales, rara es la casa real actual que no desciende, de una manera u otra, de ella. Aquí en España tenemos el mejor ejemplo, ya que Felipe VI es descendiente suya porque la nieta de Victoria, Victoria Eugenia, se casó con Alfonso XIII, bisabuelo de nuestro rey y tatarabuelo de la princesa Leonor. Pero es que también la reina Sofía proviene de la misma familia, no en grado cercano, pero, recuerden, Sofía es Hannover.

Una gran familia donde es imposible no perderse entre los reyes en ejercicio como los de Suecia, Gran Bretaña, por supuesto, los españoles ya citados, Noruega, Dinamarca y casas reales que ya no reinan como la griega, la rumana, la serbia o la de la antigua Rusia, así como las casas soberanas alemanas de Brunswick, Hesse y el Rin y Sajonia-Coburgo-Gotha (los hijos de Simeón de Bulgaria, por ejemplo, todos llevan ese triple apellido). Todos provienen de la generosa fertilidad de Victoria.

La hemofilia y la reina Victoria

No todo en su vida fueron rosas. También hubo espinas. Uno de los hijos de Victoria Leopoldo, fue el primero en padecer hemofilia B y de las cinco hijas que éste tuvo, dos, Alicia y Beatriz, descubrieron tras tener a sus hijos, que eran portadoras del gen defectuoso. Esto era un gravísimo problema en una época donde la ciencia no tenía respuestas a esta mutación genética que puede llevar a la muerte por una simple herida. No todos sus descendientes la heredaron pero sí varios como el zarevich Alekséi Nikoláyevich Románov y el heredero al trono español, Alfonso de Borbón y Battenberg, así como su hermano Gonzalo de Borbón.

Reina Victoria viuda

Victoria se quedó viuda con tan solo 42 años y ese hecho marcaría su carácter para el resto de su vida, que fueron muchos años, ya que falleció con 82 años. Nunca se quitó el luto ni olvidó a su amado príncipe Alberto de Sajonia Coburgo y Gotha, que ella misma eligió y por amor. A partir de ahí nada fue igual, de hecho la reina se resintió tanto de aquel dolor profundo, que se recluyó en sus castillos durante años, logrando así que la monarquía bajase en popularidad. Todo ello le valió el apodo de “la viuda de Windsor”. En un principio se recluyó en Balmoral, castillo, por cierto, que había comprado su marido en 1847.

El 17 de marzo de 1883, la reina se cayó por las escaleras en el palacio de Windsor lo que hizo que tuviera una lenta convalecencia en silla de ruedas y cuyas consecuencias la dejaron tocada ya para el resto de sus días. Además, padecía reumatismo. El 22 de enero de 1901 moría en la madrugada dejando un gran legado familiar, social, económico y político y dando paso al comienzo del fin de una de las mayores épocas de esplendor de Reino Unido.