La noche de San Juan, que tuvo lugar el pasado lunes, 23 de junio, no solo fue celebrada dentro de nuestras fronteras, sino también fuera de ellas. En concreto en el Principado de Mónaco, donde el Príncipe Alberto, Charlene y sus hijos salieron al balcón de Le Palais Princier para ser partícipes de un espectáculo de danza llevado a cabo por niños monegascos vestidos con trajes tradicionales de la zona. Pero el evento en sí no fue lo que más llamó la atención de la prensa, sino los gestos de la Princesa y de su hija Gabriella, que ahora, un experto en comunicación no verbal ha analizado para SEMANA.
Jacques y Gabriella de Mónaco en una imagen de archivo.
Gtres
SEMANA se ha puesto en contacto con Javier Torregrosa, experto en comunicación no verbal y fundador de ‘NoVerbal’. En este portal ha llamado la atención que, pese a que la hija de los Príncipes de Mónaco siempre ha mostrado un rostro muy feliz en sus apariciones públicas, esto ha dado un giro radical de 180 grados en la última ocasión. La pequeña ha permanecido en todo momento con gesto serio al lado de su madre, con la que ha compartido miradas que han traspasado pantallas y que podrían tener un significado más allá del que se observa a simple vista: “Se pueden observar dos elementos claros en la comunicación no verbal de madre e hija, en los ojos y también hacia dónde apuntan con su cabeza”.
Los ojos de la Princesa Charlene, indicativos de "un posible trastorno mixto ansioso-depresivo", según el experto en comunicación no verbal
Según Torregrosa, “los ojos de Charlene indican una doble afección: tristeza y estrés”. Algo que no resulta en absoluto extraño, teniendo en cuenta que no es un secreto que la mujer del Príncipe Alberto ha hecho frente a momentos verdaderamente complicados y depresivos en los últimos años: “No se suelen observar ambas cuestiones a la vez, ya que son indicativas de un posible trastorno mixto ansioso-depresivo”, continúa. Esto se observa porque “los dos ojos de Charlene están semicerrados, con especial atención al derecho, aún más cerrado que el izquierdo”: “Cuando el ojo izquierdo se aprecia semicerrado, suele ser indicativo de tristeza y/o estrés emocional. Cuando el semicerrado es el derecho, nos indica estrés más racional. En el caso de Charlene, los dos ojos están semicerrados, indicando tanto tristeza como estrés racional producido por una sobrecarga racional que no es capaz de sobrellevar”. A esto se suma que “los párpados superiores presentan forma de ‘v invertida’, indicativos de tristeza”, asegura el experto.
Los miembros de la Familia Real monegasca en su último acto oficial.
@palaisprincierdemonaco Instagram
Algo muy similar se aprecia en el rostro de la pequeña Gabriella, que quizá con el paso de los años, va siendo más consciente del sufrimiento por el que ha pasado su madre en algunos momentos: “En los ojos de su hija, Gabriella, se puede apreciar cómo el ojo izquierdo es el que tiene más cerrado, el párpado superior está algo más abajo, indicando estrés emocional y/o tristeza”.
La pequeña Gabriella, el gran apoyo de Charlene de Mónaco en los peores momentos: "Ambas se apoyan entre sí, necesitando respectivamente conexión"
La dirección en la que miran madre e hija también tiene un importante significado, tal y como comenta el experto en lenguaje no verbal: “Se puede observar en todo momento cómo las cabezas de madre e hija apuntan siempre entre sí, lo que muestra un continuo pensamiento de la una sobre la otra, es decir, ambas se apoyan entre sí, necesitando respectivamente conexión y apoyo entre ambas”. Y es que, “la cabeza es el mejor indicativo para saber dónde una persona tiene su interés, su pensamiento… Apuntamos hacia donde pensamos, hacia donde nos enfocamos”, revela Javier Torregrosa.
Pese a haber afrontado una montaña rusa de emociones en toda regla en los últimos años, poco a poco, la Princesa Charlene está consiguiendo remontar el vuelo. Cada vez que protagoniza una aparición pública, la mujer del Príncipe Alberto luce más radiante que en la anterior, aunque esto en ocasiones es un arma de doble filo. Y es que, en la ceremonia de clausura del 64º Festival de Televisión del Principado, la consorte monegasca acompañó a su marido para entregar la Ninfa de Cristal a la actriz Robin Wright. Un evento en el que prácticamente eclipsó a la premiada al enfundarse en un impecable vestido de Ralph Lauren en azul celeste puro, con corte Halter, dos bandas drapeadas a modo de ‘tirantes caídos’ y falda sirena. Pero esto no fue lo que más llamó la atención, sino sus pendientes, firmados por ‘Van Cleef&Arpels’ y valorados en nada más y nada menos que 32.700 euros. Una elección que fue objeto de críticas por parte de muchos usuarios en redes sociales, que consideraron que la Princesa había despilfarrado mucho dinero para acudir a este acto, y que quizá no había sido necesario escoger un look valorado en tantos miles de euros.